En medio de la conmemoración del 8 de marzo, la catedral de Durango se vio afectada por actos vandálicos que el padre Noé Soto, vocero de la arquidiócesis, calificó como un daño invaluable al patrimonio.
Reclamó que, durante la quinta edición de la marcha feminista, el espacio considerado sagrado, adornado con la imagen de San Juan Pablo II, sufrió pintas y daños en sus paredes de cantera, atrio y puerta.
De esta manera, el representante de la iglesia católica condenó el vandalismo que ha dejado marcas y daños considerables en el patrimonio cultural y espiritual de la comunidad.
Lamentó la creciente violencia y la impunidad que rodea estos actos, destacando que la magnitud de los daños este año supera a los anteriores.
En este sentido, explicó que la evaluación de las afectaciones debería considerar no solo la perspectiva histórica y monumental, sino también la espiritual.
Apuntó que autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) serán los encargados de cuantificar los daños estructurales para poder solicitar al seguro que intervenga y limpie, de nueva cuenta, la catedral.
Además, refirió que más allá del costo material, se enfrentan a una situación de lamentable violencia que afecta no solo la estructura de la iglesia, sino también la espiritualidad y el legado de fe de la comunidad.
El sacerdote hizo un llamado a las autoridades para que analicen las razones detrás de estos actos, y se cuestionen el porque se permiten, además pidió que no haya impunidad para quienes, durante el movimiento feminista, dañaron catedral que es un monumento histórico y espiritual para la ciudad.
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