A las 16 horas con 25 minutos en el Cuartel de la Montaña, en Caracas, Venezuela, se escucha el grito de un soldado: “¡Chávez vive, carajo! ¡La patria sigue!”, la consigna sucede antes de un cañonazo en memoria de la muerte de Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013 a esa hora, quien tiene su propio mausoleo en ese cuartel.
El “carajo” le da un toque popular a esta ceremonia marcial, con soldados marchando con las piernas estiradas o la lectura, muy lenta, de un breve texto en homenaje al padre de la ‘Revolución Bolivariana’, que gobierna el país desde hace 25 años, primero con Chávez y ahora con Nicolás Maduro.
Chávez murió de cáncer poco después de ganar su tercera reelección. Sus restos reposan en este cuartel, convertido en símbolo del culto a la personalidad que envuelve al exlíder socialista, muy cuestionado por sus adversarios.
La palabra muerte acá parece prohibida: guías, soldados y funcionarios de la Fundación Chávez hablan de “partida”, “paso a otro plano”, “fin terrenal” o “siembra”. El Cuartel de la Montaña se ubica en una colina en el corazón de la barriada 23 de Enero, un bastión del chavismo, desde donde se avizora el palacio presidencial de Miraflores. Es como si el comandante Chávez siguiera vigilando el país desde su nueva morada.
4F, UN SÍMBOLO
Construido en 1910, el cuartel está pintado principalmente de rojo, representativo del comunismo y también del chavismo, y está coronado ahora con un “4F” del mismo color. Esa es una referencia al 4 de febrero de 1992, cuando Chávez encabezó un fallido golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez.
Allí, en el entonces Museo Histórico Militar, se rindió y en una alocución que fue transmitida en directo pronunció un “por ahora” que lo catapultó a la fama política y lo llevó a ganar las elecciones de diciembre de 1998. El 2 de febrero del siguiente año asumió la presidencia y no la soltó hasta su muerte en 2013.
EL MAUSOLEO RECORRE LA VIDA DE HUGO CHÁVEZ
En el Cuartel de la Montaña se recorre la vida del exgobernante, con fotos de sus padres, otras de su juventud y actos políticos y oficiales durante sus años en el poder hasta llegar a “su último aliento por el bienestar del pueblo”, explica Sorelys Guilarte Rondón, de 44 años y guía del mausoleo desde hace 10.
Las salas están llenas de objetos personales, cartas, un uniforme de béisbol y armas que le pertenecieron. Se recreó parte de la casa donde nació, con paredes de barro, así como un pupitre de escuela, una tienda de campaña y la celda de la prisión donde pasó dos años, entre 1992 y 1994, antes de ser sobreseído por el fallido golpe.
En una de las paredes de esta celda se lee la frase “El molino de los dioses muele lento”, un proverbio griego escrito con la también icónica caligrafía del expresidente, que buscaba, según el relato oficial, paciencia para esperar su momento.
La exposición dentro del mausoleo de Hugo Chávez, contiene las fotos de quienes le acompañaron en los intentos de golpe del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, incluido Diosdado Cabello, un poderoso dirigente considerado el número dos del chavismo.
UNA PARTE DE LA VIDA DEL GOBERNANTE
En el centro del cuartel reposa la tumba del “Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana”, rodeada de los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire, según la guía. En la pared, dos retratos de Chávez y uno de Simón Bolívar, de quien el expresidente se decía hijo y en torno a quien levantó todo su aparato político.
Inmóviles, cuatro húsares -sable en mano, vestidos de rojo y con colbacs negros coronados con una pluma roja-, flanquean el sarcófago negro, similar a los que custodian el mausoleo de Bolívar en el centro de Caracas.
Los guardias son relevados cada dos horas en una ceremonia igualmente marcial. Antes de que suene un toque de trompeta fúnebre para el cambio, cada uno de ellos relata una parte de la vida de Chávez. Uno de ellos lanza: “Batalla y victoria. ¡Chávez vive!”. N