Un grupo de astrónomos identificó un agujero negro supermasivo que absorbe el equivalente a un sol por día en el corazón del cuásar (galaxia recién nacida, muy luminosa y pesada) más brillante jamás observado, según un estudio publicado en Nature.
“Descubrimos el agujero negro de crecimiento más rápido conocido hasta la fecha. Tiene una masa de 17,000 millones de soles y ‘consume’ algo más de un sol cada día”, explicó Christian Wolf, astrónomo de la Universidad Nacional Australiana (ANU) y autor principal del estudio, en un comunicado del Observatorio Europeo Austral (ESO).
De acuerdo con ESO, los agujeros negros que alimentan los cuásares recogen materia de su entorno en un proceso tan energético que emite grandes cantidades de luz. Tanto es así que los cuásares son algunos de los objetos más brillantes de nuestro cielo. Lo anterior significa que incluso los más distantes son visibles desde la Tierra.
El cuásar que fue detectado por el Very Large Telescope (VLT), ubicado en Chile y perteneciente a la red de la ESO, es “el objeto más brillante del universo conocido”, según Christian Wolf.
Su luz tardó 12,000 millones de años en llegar a los instrumentos del VLT. Esto permite datar su existencia en la época primitiva del Universo, que tiene 13,800 millones de años.
La luz de J0529-4351, como se le ha bautizado, fue detectada desde la década de 1980, recuerda el estudio publicado el lunes pasado. Sin embargo, un análisis automático de los datos del satélite Gaia, que cartografía la galaxia, lo había catalogado inicialmente como una estrella muy brillante.
EL AGUJERO NEGRO DESCUBIERTO POR ASTRÓNOMOS ATRAE UNA CANTIDAD COLOSAL DE MATERIA
No obstante, los investigadores utilizaron el observatorio de Siding Spring, en Australia, y luego el instrumento X-shooter del VLT, y acabaron identificándolo el año pasado como un cuásar.
El agujero negro supermasivo que alberga atrae una cantidad colosal de materia, acelerada a velocidades igualmente vertiginosas, y que emite una luz equivalente a la de más de 500,000 millones de soles, según el comunicado del ESO.
La búsqueda de cuásares requiere datos observacionales precisos de grandes áreas del cielo. Los conjuntos de datos resultantes son tan grandes que los investigadores a menudo utilizan modelos de aprendizaje automático (machine-learning) para analizarlos y diferenciar los cuásares de otros objetos celestes.
“Sin embargo, estos modelos se entrenan con datos existentes, lo que limita los potenciales candidatos a objetos similares a los ya conocidos. Si un nuevo cuásar es más luminoso que cualquier otro observado anteriormente, el programa podría rechazarlo y clasificarlo como una estrella no muy distante de la Tierra”, refiere el Observatorio Europeo Austral. N