DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
En la quincuagesimonovena elección presidencial de Estados Unidos, celebrada en noviembre de 2020, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se declaró partidario de Donald Trump. Con el inconveniente de que su gallo perdió la elección.
Un estadista práctico hubiera implementado una estrategia de control de daños, comenzando por felicitar al presidente ganador del estado vecino, Joe Biden, extendiéndole alguna cortesía para limar las asperezas. Pero no, López Obrador no lo hizo, pues a él el conflicto le viene como el agua al pez.
Así, fiel a su tozudez dogmática, al ver perdida su causa López Obrador se negó a reconocer la victoria de Biden y quedó como el penúltimo mandatario en reconocer la victoria del presidente de Estados Unidos. El último fue Vladimir Putin.
Ahora López Obrador siguen en sus 13, y de nuevo apoya, sin pudor diplomático, la candidatura de Trump, pero además le juega las contras a Biden en su estrategia de apoyo a la OTAN.
Los estadounidenses, con grandes esfuerzos, lograron alinearse con la Unión Europea en contra de Rusia. Los lazos con Europa quedaron muy maltrechos durante la presidencia de Trump. Al ver esto, AMLO decidió jalarle los bigotes al tigre para ver qué gestos hacía y se dedicó a crear grupos pro-Rusia en el Congreso, fortaleció los lazos diplomáticos con el país de Putin e invitó a un contingente militar ruso a participar en el desfile de la Independencia de México.
¿CÓMO HA RESPONDIDO ESTADOS UNIDOS A LAS PROVOCACIONES DE LÓPEZ OBRADOR?
Estados Unidos estuvo muy pendiente de todo esto, y su molestia fue tal que el jefe del Comando Norte de sus Fuerzas Armadas declaró que México es el país donde más espías rusos se desplazan con desparpajo. Este militar es el mismo que dijo que 35 por ciento de nuestro país está sometido al poder del narco.
Todo esto no tiene contento al equipo del presidente Joe Biden, y aparentemente, López Obrador, en su fantasía de poder omnímodo, supuso que Estados Unidos no correspondería a sus imprudencias con la misma moneda.
Pero el 30 de enero de este año Tim Golden, un célebre periodista estadounidense, sacó a nuestro presidente de su fantasía señalando, en un artículo de Pro Publica, que la campaña de AMLO en 2006 fue financiada con dinero del narcotráfico.
El presidente López Obrador se injertó en pantera y rugió a los cuatro vientos que eso era obra del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. Las encuestas de inmediato lo sintieron. No contentos con esto, diez días después la agencia calificadora de riesgos degradó la deuda de Pemex de B1 a B3 con perspectiva negativa.
Ambos hechos permiten suponer el inicio de una campaña estadounidense, dentro de los tiempos electorales mexicanos, para corresponder a la descarada injerencia de López Obrador en la elección de Estados Unidos y desestabilizar su asfaltada ruta electoral.
Aquí vale la pena anotar un par de detalles. Por un lado, lo de Tim Golden es una nota de hace dos campañas presidenciales, y la deuda de Pemex hace tiempo que es de alto riesgo. Ambas noticias permean en la clase media y en las redes sociales.
LOS GOLPES POR ATRASITO APENAS EMPIEZAN
Es claro que esto apenas se está calentando y que con la información y las herramientas que tienen los estadounidenses para influir en los asuntos de México podemos suponer que los golpes por debajo de la mesa apenas están comenzando.
Un factor que se mantiene en bajo perfil es el de las remesas que llegan de Estados Unidos y que en 2023 superaron los 60,000 millones de dólares. En un artículo de enero de este año, el Financial Times expone que de 2018 a 2024 las remesas que los paisanos nos envían se han duplicado. Pero, paradójicamente, de 2010 a 2022 el número de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos se redujo aproximadamente en 1 millón de paisanos, mientras que las remesas crecieron 50 por ciento.
El número de migrantes y el monto de las remesas están en una proporción inversa, es decir, mientras los migrantes disminuyen 10 por ciento, las remesas aumentan 50 por ciento. Esto resulta matemáticamente incongruente.
El misterio se resuelve cuando se introduce el factor del narcotráfico. Aparentemente, López Obrador está apoyando la economía nacional con dinero del narco y su peor pesadilla sería que, ya cerca de la elección, Estados Unidos encuentre la forma de parar esos envíos multimillonarios, pues entonces viviríamos una escasez de dólares y el precio del billete verde tomaría su valor real, o quizá por un efecto pendular, subiera de más.
LA INSEGURIDAD ES EL LASTRE DE LÓPEZ OBRADOR, Y ESO BIEN LO SABE ESTADOS UNIDOS
Mientras tanto, en todo México la arena electoral se cubre de sangre y en Zacatecas la familia Monreal pierde a dos miembros del clan. Los criminales no respetan límites ni regiones, y lo mismo en Tlalnepantla que en Jalisco, Michoacán, Morelos y Guerrero, el crimen organizado pone a sus candidatos y elimina los contrarios a sus intereses.
Laboratorio Electoral ha publicado que de junio de 2023 a febrero de 2024 han asesinado a 33 políticos. Los políticos que no se atraviesan en los intereses del crimen no han sido amenazados, pero todos aquellos que no están alineados con ellos por lo menos han sufrido advertencias.
Ante eso, el presidente ha dicho en su mañanera: “No vemos el que se desate la violencia política electoral. No hay ningún problema. Acerca del narco ya no está Calderón ni García Luna”.
López Obrador persiste en negar el evidente fracaso de su estrategia de seguridad y, ante su incapacidad para controlar la influencia del crimen organizado, culpa a la administración de Calderón; en este renglón, Estados Unidos también está muy pendiente. Y los rusos, cónsonos con su estilo, mantienen un bajo perfil, pero también andan muy activos.
Las campañas comienzan el 1 de marzo. Las fuerzas con interés para manipularlas no son pocas. Habremos de ver una batalla en la que muchos poderes fácticos tratarán de manipular las votaciones. De entre estos, los estadounidenses no son, por ningún motivo, despreciables, y su interés, en mi enfoque, es contrario al del presidente.
VAGÓN DE CABÚS
El agua se ha convertido en un problema en México. Tanto la Ciudad de México como las grandes metrópolis del país sufren escasez del vital líquido. Para resolver el problema, el presidente López Obrador ha exprimido el ingenio macuspano que lo caracteriza y ha tenido una ocurrencia: armar acueductos para que desde los ríos de Veracruz se lleve agua a las ciudades.
El caso de la CDMX es muy interesante, pues habría que recorrer 400 kilómetros en sentido horizontal y subir el agua 2 kilómetros hasta la altura de la CDMX. El alcance de los acueductos presidenciales llegaría hasta el norte de la república.
En la capital del país la mayor parte de la lluvia que cae de inmediato se convierte en aguas negras al revolverse con las aguas de drenaje sanitario en el sistema de drenaje citadino. Es agua que la naturaleza nos trae y que hasta ahora no se ha aprovechado, pues no se han creado reservas ni se ha hecho potable. El agua no produce votos y esta administración, para el ejercicio fiscal 2024, le quitó a Conagua el 13 por ciento de su presupuesto.
Conagua es el organismo de la Secretaría del Medio Ambiente encargado de la gestión de agua en el país. El presidente prefiere una estrategia de ocurrencias absurdas en lugar de asignar presupuesto para resolver el problema. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.