El horizonte brilla esperanzador para millones de enfermos de alzhéimer, y todo gracias a que los investigadores están trabajando en una nueva estrategia para desarrollar tratamientos contra esta cruel enfermedad: la intervención del sistema inmunológico y anticuerpos.
A decir de la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad de alzhéimer afecta a unos 55 millones de personas de todo el mundo, de las cuales, más de 60 por ciento viven en países de ingreso mediano y bajo. Cada año hay casi diez millones de casos nuevos.
Este padecimiento progresivo es la forma más común de demencia, y se acompaña de pérdida de memoria y deterioro cognitivo debido a daños en las regiones cerebrales que intervienen en el pensamiento, la memoria y el lenguaje.
Las investigaciones apuntan a que el trastorno se debe a la acumulación anormal de proteínas tanto en el interior como la periferia de las neuronas. Sin embargo, no ha sido posible precisar qué es, exactamente, lo que desencadena este proceso.
Aunque, a la fecha, no existe un método para curar el alzhéimer, hay algunos medicamentos que prometen brindar un poco de alivio a los enfermos y ralentizar el desarrollo de la enfermedad. No obstante, parece que nuestro propio sistema inmunológico también puede contribuir a la sanación.
“[Los investigadores] están trabajando en numerosas estrategias enfocadas en el sistema inmunológico, el cual se sabe que desempeña una función crítica en el desarrollo de la enfermedad”, informa a Newsweek el Dr. Todd E. Golde, profesor de farmacología, bioquímica y neurología en la Universidad de Emory de Atlanta, Georgia, Estados Unidos.
ANTICUERPOS CONTRA EL ALZHÉIMER
De esas estrategias, una de particular interés propone el uso de anticuerpos que ataquen y se liguen a las proteínas anormales que se acumulan en el cerebro. “Esto podría conducir a la reducción o incluso la eliminación [de los cúmulos de proteína]”, puntualizó Golde.
El pasado 14 de diciembre, Golde y su colega de la Universidad de Emory, el Dr. Allan Levey, publicaron un resumen de dicha estrategia en la revista médica Science.
Pese a que se desconoce qué media en esta interacción, Golde dijo que las células inmunitarias del propio cerebro podrían desempeñar un papel crítico. Dichas células, conocidas como microglía, son exclusivas del sistema nervioso y tienen la capacidad de fagocitar proteínas dañinas y partículas infecciosas como las bacterias.
Por esa razón, los científicos opinan que los anticuerpos actúan como señalamientos moleculares, los cuales informan a la microglía que debe entrar en acción para eliminar los cúmulos de proteínas que producen el alzhéimer.
Diversos ensayos clínicos han demostrado que esos anticuerpos podrían allanar el camino para futuros tratamientos contra el alzhéimer. “Después de 18 meses de tratamiento, [estas intervenciones] logran retrasar el deterioro que suele manifestarse durante las primeras etapas de la enfermedad en 25 a 30 por ciento de los individuos tratados”, asegura Golde.
“Y lo más notable es que los anticuerpos impactan de manera importante en los propios depósitos de amiloide”, añade el profesor de farmacología, bioquímica y neurología en la Universidad de Emory.
A diferencia de otras terapias diseñadas para brindar alivio sintomático y mejorar la función cognitiva, Golde afirma que los anticuerpos son la primera estrategia capaz de alterar la evolución de la enfermedad.
UN ‘CAMBIO DE JUGADA’ PARA LA ENFERMEDAD
“Una terapia [como la aquí propuesta] es, de cierta manera, un ‘cambio de jugada’ para la enfermedad de alzhéimer, ya que nos permite modificar y ralentizar la evolución de este padecimiento devastador”, asevera Golde.
“Y eso es solo el comienzo —añade—, porque el futuro en el tratamiento del alzhéimer son las versiones mejoradas de estas terapias, otras intervenciones que puedan modificar la enfermedad, o una combinación que produzca efectos más marcados y detenga o incluso prevenga el padecimiento”.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ya autorizó dos de los anticuerpos utilizados en los ensayos clínicos, y se espera que el tercero reciba la aprobación en 2024. No obstante, Golde hace hincapié en la necesidad de utilizar estas terapias con sumo cuidado.
“Algunos de los obstáculos al uso generalizado [de la terapia con anticuerpos] incluyen sus efectos colaterales potenciales, el requisito de tratar a los pacientes justo al inicio de la etapa sintomática de la enfermedad, [y] el hecho de que, en estos momentos, solo podemos administrar los anticuerpos como infusiones intravenosas repetidas que requieren de vigilancia estricta”, enumera Golde. “De hecho, la comunidad médica está advertida de que solo se debe tratar a los pacientes que más puedan beneficiarse de esta intervención”.
Por último, Golde aclara que, si bien los resultados obtenidos son “fascinantes”, todavía estamos muy lejos de encontrar un tratamiento eficaz contra la enfermedad de alzhéimer.
“Aun cuando este ha sido un logro inicial importante, quedan por cubrir muchas necesidades médicas. Y a fin de satisfacer dichas necesidades y expandir el limitado éxito inicial, hacen falta inversiones continuas por parte de los sectores público y privado”, concluye el profesor de la Universidad de Emory. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)