DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
La reciente elección en la República Argentina ha traído al poder a Javier Milei, un candidato que obliga a reflexionar. Es un individuo peculiar por decir lo menos, indudablemente excéntrico. De acuerdo con su biografía, tiene problemas para relacionarse, es agresivo, grosero, maltrataba e insultaba a los estudiantes de su cátedra universitaria, dejó de hablarse con sus padres, su relación más importante es con su hermana, y su gran amor ha sido su perro, al que mandó clonar en cinco cachorros. Se maneja con estridencia y es un populista con filiación de ultraderecha al igual que Donald Trump y Jair Bolsonaro.
Su contrario era el Ministro de Economía del gobierno que estará en funciones hasta este 10 de diciembre del 2023 en Argentina. Un gobierno de corte peronista que de 2003 a la fecha tuvo una constante: un incremento inflacionario que se inició con tasas de menos de 10 por ciento y en 2023 está con una tasa inflacionaria anual de 142 por ciento.
Es evidente que el gobierno de Alberto Fernández fue el último clavo en el ataúd de esta etapa del peronismo argentino. Los electores apostaron por un cambio que tendrá muchos problemas para estructurarse, pero que intentará eliminar los absurdos del gobierno anterior y reducir las pérdidas que han generado las empresas paraestatales. Aquí vale la pena hacer un paréntesis para explicar por qué el gobierno es un pésimo empresario.
Una empresa paraestatal es necesaria cuando en un país se necesita producir un bien o servicio y no hay empresarios que inviertan para abastecerlo. Otra situación es cuando los empresarios han creado un cártel para controlar el precio; ahí la empresa paraestatal cumple con la función de establecer la competencia para normalizar el precio; pero antes o después las empresas paraestatales van a la quiebra.
EL POLÍTICO SE SIRVE CON LA CUCHARA GRANDE
La razón para esto es simple: las empresas necesitan dinero para trabajar, así los empresarios manejan la empresa con su dinero y el político también maneja la empresa con su dinero. El detalle está en que el empresario maneja la empresa con su propio dinero y el político maneja la empresa con el dinero de usted, es decir, con el dinero de sus impuestos. De manera que si el empresario pierde dinero y no puede revertir las pérdidas se quedará sin capital y se irá a la ruina; pero si el político pierde dinero, el Estado refacciona el capital económico que se haya perdido. Y el político, no obstante el menoscabo económico, puede ganar influencia, y esta es su principal capital.
De esta manera, el político que maneja una empresa paraestatal vive un permanente conflicto de intereses, pues su obligación es para con la empresa. Debe reducir los costos y maximizar las utilidades, pero su interés está casado con su futuro político y puede ser que sus intereses personales colisionen con los intereses de la empresa.
Cuando esto sucede, el político siempre privilegiará sus intereses personales. Un ejemplo de esto, en Argentina, es Aerolíneas Argentinas, que en 2022 registró pérdidas por 247 millones de dólares estadounidenses. Y si se suman las pérdidas de otras paraestatales como Energía Argentina, Operadora Ferroviaria, Correo Argentino y el resto de las empresas paraestatales, la pérdida en 2022 ronda los 5,000 millones de Dólares.
Todos estos negocios deberían ganar y no perder dinero, pero como vimos, las utilidades en una paraestatal pasan a segundo plano. Esta pérdida constante desequilibra las cuentas del Estado y trae aparejados procesos inflacionarios.
UN PUEBLO DESESPERADO VOTÓ POR JAVIER MILEI
La inflación en Argentina no era un problema hasta antes del peronismo, con cuyas reformas se inició una inflación constante y alta en este país. Esta corriente política ha entrado y salido del gobierno diez veces de 1946 a la fecha. La última fue de 2019 a 2023.
Un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario establece que, de 1935 a 2013, la unidad monetaria argentina ha perdido su valor en 714,286 millones de veces. Este número revela una inflación brutal, y en la elección de Javier Milei, un pueblo desesperado optó por escapar del fracaso económico peronista.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, calificó esta elección como un autogol del pueblo argentino. Pero no, la elección es un intento de escapar del infierno económico peronista.
El caso de Argentina es interesante, pues es el espejo en el que podemos ver reflejado nuestro futuro. Hay una cantidad importante de similitudes entre los dos países. En un párrafo anterior mencionamos las empresas estatales que pierden dinero a manos llenas, el caso de Aerolíneas Argentinas se replicará aquí con varias entidades: Mexicana de Aviación, operada por los militares; Pemex, empresa a la que de enero de 2019 a junio de 2023 se le han inyectado 1.3 billones de pesos de acuerdo con un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO); la Comisión Federal de Electricidad ha perdido 111,578 millones de pesos en los últimos tres años de acuerdo con un artículo en El Financiero, y si seguimos las aventuras empresariales del gobierno federal veremos boquetes financieros por doquier.
¿JAVIER MILEI DEBE VENDER LOS NEGOCIOS DEL ESTADO?
Dice la conseja: negocio que no deja, dejarlo. Pero mientras para la iniciativa privada las utilidades son medulares en la operación del negocio, para el gobierno el poder es lo importante y los gastos se pueden cubrir con créditos que, en algún futuro, habrá de pagar el pueblo.
Con esta idea, Javier Milei ha decidido vender los negocios del Estado de Argentina. Nuestro presidente por el contrario quiere aumentar la presencia pública en los negocios del país. Esta corriente de pensamiento ya probó su fracaso en Argentina, y también en México, pues la vivimos con Luis Echeverría Álvarez y nos trajo dos crisis económicas generadas desde Palacio Nacional. La primera la capitaneó Echeverría; la segunda, José López Portillo.
El presidente López Obrador también está cocinando su crisis económica. Los números de la Secretaría de Hacienda ya predicen un problema económico serio en el mediano plazo.
Repartir riqueza es un trabajo delicado; sobre todo si se reparte una riqueza que no nos pertenece. López Obrador reparte riqueza de forma irresponsable, pues antes de repartirla, hay que generarla. De lo contrario, vamos a terminar repartiendo miseria.
Aparentemente, los argentinos se han dado cuenta, después de un empobrecimiento constante década tras década, de que el sistema de la izquierda latinoamericana se divorcia de la economía de mercado e instala prácticas clientelares que terminan empobreciendo al Estado y, en consecuencia, al pueblo. En respuesta están huyendo del peronismo en una carrera desesperada.
El problema es que para lograr el cambio hay que hilar fino, y esa no es la especialidad de Javier Milei. El experimento se está cocinando, ya veremos cómo termina. Por lo pronto, vienen días intensos para la República Argentina.
VAGÓN DE CABÚS
Samuel García, con la frivolidad que lo caracteriza, creó una crisis en Nuevo León. Este solo hecho es suficiente para repudiarlo como candidato a la Presidencia de la República, pero él se aferra a sus dislates en el gobierno neoleonés, como a su absurda candidatura “fosfo fosfo”. Las contradicciones en las que se instala son brutales.
En el foro de la frivolidad armaron un escándalo contra Vicente Fox por haber insultado a Mariana, esposa del gobernador, al decirle “dama de compañía” y encendieron las redes contra el expresidente que, dicho sea de paso, hace de la imprudencia su divisa. Pero, por otro lado, Mariana, en X (ex-Twitter) lE dice “prrro” (así con triple “r”) al expresidente. Un insulto igual de agresivo.
Mientras tanto, en el foro de lo trascendente: el gobernador pidió licencia, pero se opuso a que el Congreso eligiera al gobernador interino, como lo marca la Constitución. Y se valió de artimañas para violar la Constitución. Luego metió esquiroles al Congreso para boicotear la sesión en la que se elegía al interino. Además, consiguió que un juez del trabajo ordenara la imposición de su gobernador interino.
Estos son los avances de la contienda política de 2024. Las nuevas prácticas políticas, surgidas de la ilegalidad lopezobradorista, anuncian tiempos de profunda controversia y división entre los actores políticos. La violencia merodea y en cualquier descuido puede estallar. Por el bien de México, ojalá que no se revienten los diques que la contienen. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.
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