Ningún país emite más gases de efecto invernadero que China, por lo cual la estrategia climática del gigante asiático es una de las más importantes para limitar el calentamiento del planeta.
En tanto, Estados Unidos ostenta el segundo sitio como emisor mundial de gases de efecto invernadero. El país se ha comprometido a reducir a la mitad sus emisiones de aquí a 2030 con respecto a 2005, pero las medidas adoptadas por el momento no permitirán cumplir este objetivo, según los analistas.
En 2021, China emitió 14,300 millones de toneladas de CO2 equivalente, una medida de la huella de carbono que tiene en cuenta todos los gases de efecto invernadero, según Climate Watch, que cita los datos del Instituto de Investigación de Impacto Climático de Postdam.
Esta cifra convierte a China en el primer emisor mundial, teniendo en cuenta las emisiones acumuladas históricamente por cada país. No hay un “escenario posible” para lograr contener el calentamiento global a 1.5 °C respecto a la era preindustrial sin la implicación de China, afirma la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
¿De dónde vienen las emisiones chinas? El carbón genera la mitad de emisiones de CO2 de China, que produce a partir de este combustible fósil un 60 por ciento de su electricidad, según la AIE. La industria es responsable del 36 por ciento de las emisiones de CO2, mientras que los transportes contribuyen en un 8 por ciento y la construcción en un 5 por ciento.
China aumenta su capacidad instalada de energías renovables a un ritmo récord, especialmente solar, pero hasta ahora solo han compensado la demanda creciente de electricidad, sin llegar a reemplazar a las energías fósiles.
LAS PROMESAS DE CHINA PARA REDUCIR LOS GASES DE EFECTO INVERNADERO
El próximo año puede ser de inflexión. Según un estudio de Carbon Brief, el aumento de la capacidad instalada y el repunte de la producción hidroeléctrica deben “hacer disminuir la producción de electricidad a partir de combustibles fósiles y las emisiones de CO2” de China.
En 2020, el presidente Xi Jinping prometió que China intentaría alcanzar su pico de emisiones de carbono antes de 2030 y lograr antes de 2060 la “neutralidad de carbono”, el equilibrio entre las emisiones y la absorción de carbono en la atmósfera.
Un año después se comprometió a poner fin a la financiación y la construcción de nuevas centrales de carbón en el extranjero y anunció un plan quinquenal con nuevos objetivos.
China también se fijó reducir las emisiones respecto a su PIB en un 65 por ciento respecto a 2005 y a alcanzar más de 1,200 gigavatios de capacidad instalada de energía solar y eólica antes de 2030.
En 2021 ya alcanzó 1,056 gigavatios, según la AIE, muy por delante de Estados Unidos que se sitúa en segundo lugar mundial con 345 gigavatios. Este noviembre, Pekín desveló un plan para controlar sus emisiones de metano, pero no fijó objetivos concretos de reducción.
PICO DE LAS EMISIONES ANTES DE 2030
En general, los expertos auguran que China alcanzará sus objetivos climáticos de gases de efecto invernadero, pero en parte porque estos no son demasiado ambiciosos. Un 70 por ciento de los 89 expertos interrogados por el grupo de reflexión Centro de Investigación de la Energía y el Aire Limpios piensan que China alcanzará su pico de emisiones antes de 2030.
El Programa de la ONU para el Medioambiente indicó en noviembre que China “probablemente” alcanzará sus objetivos y destacó que más de la mitad de la capacidad de producción de electricidad instalada procede ahora de fuentes no fósiles, un objetivo que se había fijado para 2025.
Sin embargo, la demanda de energía debe aumentar y la incertidumbre vinculada al suministro de energía han provocado un aumento de las capacidades de producción vinculadas al carbón, apunta la misma fuente, lo que amenaza el progreso en política climática del país.
A pesar de las promeses del presidente chino sobre el carbón, Pekín es reticente a cualquier fórmula que evoque una salida o una reducción de las energías fósiles, una cuestión espinosa en cada ronda de negociaciones sobre el clima.
TRANSPORTE Y ELECTRICIDAD: PRINCIPALES EMISORES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO EN ESTADOS UNIDOS
En 2021, Estados Unidos emitió 6,280 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, calcula el Instituto de Investigación de Potsdam sobre los efectos del cambio climático usando la herramienta Climate Watch.
Aunque es actualmente el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero en términos absolutos, si se tienen en cuenta las emisiones históricas, es decir las acumuladas desde 1850, sigue a la cabeza.
El récord de emisiones en Estados Unidos se registró en 2007. El transporte es el sector económico que más gases de efecto invernadero emite (28 por ciento en 2021), según la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA).
Le sigue la generación de electricidad, que representa alrededor de una cuarta parte de las emisiones del país, la industria (23 por ciento), los sectores comercial y residencial (13 por ciento) y la agricultura (10 por ciento).
En 2022, el 60 por ciento de la generación eléctrica estadounidense procedía de centrales de gas (40 por ciento) o de carbón (20 por ciento), las mayores emisoras; el 21.5 por ciento de fuentes renovables y el 18 por ciento de centrales nucleares, según la Agencia de Información Energética estadounidense.
El presidente Joe Biden prometió en 2021 reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del país entre un 50 y un 52 por ciento para 2030, en comparación con los niveles de 2005. Este objetivo se fijó dentro del Acuerdo de París sobre el cambio climático, en el que Estados Unidos se comprometió también alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.
ESPERAN ALCANZAR LA NEUTRALIDAD DE CARBONO PARA 2035
Biden quiere que la generación de electricidad alcance la neutralidad de carbono para 2035. La administración del presidente demócrata ha aprobado recientemente una serie de leyes. En 2021, un plan de modernización de las infraestructuras que contempla la construcción de una red de estaciones de recarga para vehículos eléctricos, y en 2022 la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) para destinar 370,000 millones de dólares para el medio ambiente.
Este faraónico proyecto de transición energética propicia inversiones en energías limpias. El gobierno también ha tomado medidas reguladoras a través de la Agencia de Protección del Medioambiente.
Por ejemplo, ha anunciado un plan para reducir las emisiones de metano de la industria del petróleo y el gas y para exigir a determinadas centrales eléctricas que capten la mayor parte de sus emisiones de CO2 a partir de 2030.
Pero según un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Estados Unidos no cumplirá sus objetivos de reducción de emisiones para 2030 tal y como están las cosas.
Según un análisis realizado en marzo por el Grupo Rhodium, las dos leyes de la administración Biden (infraestructuras e IRA) sitúan a Estados Unidos en una trayectoria de reducción de emisiones de entre el 32 y el 42 por ciento para 2030, muy lejos aún del objetivo del 50 por ciento. Pero, precisa el informe, el objetivo aún es alcanzable si las agencias federales y los estados adoptan medidas adicionales. N