Árboles y techos derruidos, habitaciones revueltas. La casa del fallecido actor estadounidense Johnny Weissmüller, el más popular de los intérpretes de Tarzán, sobresale entre las ruinas que dejó el huracán Otis en el puerto mexicano de Acapulco, Guerrero, hace una semana.
Weissmüller quedó cautivado con Acapulco cuando grabó Tarzán y las Sirenas en 1948, el último filme en el que interpretó al rey de la selva. La película incluye una escena con el héroe lanzándose al mar desde la célebre Quebrada, una tradicional y riesgosa maniobra que intrépidos clavadistas realizan como espectáculo para los turistas.
El entusiasmo de Weissmüller con el balneario creció cuando el también célebre actor John Wayne le propuso adquirir el hotel Los Flamingos, según relata el portal Museo Virtual de Acapulco. Pronto el lugar se convirtió en un refugio de Hollywood en el Pacífico mexicano.
Elizabeth Taylor, Lana Turner, Orson Welles y Errol Flynn se sumaron a Wayne y Weissmüller y organizaron fiestas memorables hasta el amanecer, a escondidas de los paparazzi, apunta Travesías, otro portal especializado.
“El ruido constante de las eternas fiestas era demasiado para Johnny, por lo que el actor decidió entonces construirse una casa apartada del resto de las demás habitaciones”, añade la publicación virtual, en referencia a la casa redonda, ambiente del hotel que fue muy dañado por el huracán. Ahí murió Weissmüller, cuyos restos descansan en el cementerio Valle de la Luz de Acapulco.
PASO DE OTIS DEJÓ HASTA LOS CUARTOS DESTRUIDOS DE LA CASA DE TARZÁN EN ACAPULCO
Durante años, la casa ha sido un atractivo turístico del puerto, que vivió una época dorada especialmente en las décadas de 1950 y 1960, cuando el set internacional se daba cita en sus lujosos hoteles.
Sin embargo, la furia de Otis, que barrió Acapulco el pasado miércoles 25 de octubre como un huracán de la más alta peligrosidad, con saldo de 46 muertos y 58 desaparecidos, arrebató el brío señorial de la casona destrozando techos, mobiliario y vegetación.
Ese día “estaban el recepcionista y el velador. Vivieron muy feo esto, pensaron que iba a ser pura agua, y no, fue una ráfaga de puro viento”, relata Víctor Manuel Hernández, jefe administrativo del hotel Los Flamingos.
“Tuvieron que sostener la puerta con fuerza porque destrozó todo. Tumbó los árboles, rompió los ventanales, los cuartos los destruyó por dentro. La alberca, que la estábamos remodelando, está destrozada”, describe Hernández.
Mezclados, escombros y vegetación invaden los viejos pero primorosos pasillos y jardines exteriores de la otrora mansión de Weissmüller, quien tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Un letrero de loza que dice “Casa Tarzán” aún cuelga sobre las paredes en Acapulco, donde también se observa un afiche de Tarzán and The Amazons, una de las películas de la zaga protagonizadas por el artista de origen alemán y que se rodaron en las décadas de 1930 y 1940.
Como esta, otras 274,000 viviendas y 600 hoteles resultaron afectados por el ciclón en esta ciudad de 780,000 habitantes que depende del turismo. “Lo que es ‘La Casa de Tarzán’, la redonda, quedó totalmente destruida”, añade Hernández.
“ES TRISTE LA SITUACIÓN, PERO HAY QUE SER POSITIVOS”
Las cautivadoras vistas panorámicas desde el hotel, que presume ubicarse en el punto más alto del acantilado, se han visto trocadas por la destrucción de las mansiones vecinas y la infraestructura en general.
La huella del set en Acapulco no se limitó a estrellas de Hollywood. Allí pasaron su luna de miel el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, con Jacqueline, y se filmaron escenas de una película de Elvis Presley, aunque “El Rey” del rock jamás pisó el puerto.
Sus playas también inspiraron al músico-poeta Agustín Lara a escribirle canciones de amor a la diva del cine mexicano María Félix y son emblemáticos los atardeceres en su principal bahía.
No obstante, la ciudad también experimentó una decadencia a medida que se ampliaban los cinturones de miseria alrededor del centro turístico, y luego con la irrupción de cárteles del narcotráfico ávidos de controlar el puerto. A Los Flamingos solo han podido regresar de momento diez de sus casi 40 trabajadores, pues la movilidad y las comunicaciones siguen colapsadas.
“Está triste la situación, pero hay que ser positivo”, afirma el mánager del hotel. N