El agujero en la capa de ozono que hay por encima de la Antártida crece cada primavera austral desde hace unas dos décadas, pese a la prohibición de las sustancias químicas que la destruyen, según un estudio. La capa de ozono estratosférico, que protege a la Tierra de radiaciones solares peligrosas, está situada entre 11 y 40 km por encima de la superficie terrestre y filtra los rayos ultravioletas del Sol susceptibles de provocar cáncer, alterar el sistema inmunitario e, incluso, dañar el ADN de los seres vivos.
A mediados de los año 1970, los clorofluorocarburos (CFC), antaño muy utilizados en los aerosoles y en los refrigeradores, fueron identificados como los principales responsables del adelgazamiento de la capa de ozono, causando “agujeros” cada año, uno de los cuales, especialmente grande, por encima de la Antártida. Por ello, en 1987 se aprobó el Protocolo de Montreal, que prohíbe los CFC con el fin de eliminar esos agujeros, una iniciativa considerada como un éxito de la cooperación mundial en materia de medioambiente.
EL AGUJERO DE LA CAPA DE OZONO DEBERÍA REDUCIRSE PARA 2066
El pasado enero, expertos designados por la ONU juzgaron que el acuerdo es eficaz: según sus previsiones, la capa de ozono debería recuperarse para 2066 por encima de la Antártida, para 2045 por encima del Ártico y para 2040 en el resto del mundo. Pero, pese a que el uso de los CFC ha disminuido, el agujero por encima de la Antártida todavía no se ha reducido de forma significativa, según los autores de un estudio publicado el martes en Nature Communications.
“Seis de los nueve últimos años estuvieron marcados por niveles de ozono muy bajos y agujeros de ozono extremadamente grandes”, dijo a la AFP Annika Seppala, del departamento de Física de la Universidad neozelandesa de Otago y coautora del estudio. “Puede que esté sucediendo algo más en la atmósfera, quizá a causa del cambio climático, y que esto oculte una parte de la recuperación”, añadió. El agujero que hay por encima de la Antártida, en general, se abre de septiembre a noviembre, durante la primavera austral, y luego se cierra progresivamente.
Según los investigadores, el agujero se abrió más tardíamente en septiembre, lo que sería un indicio de que la capa se recuperó seguramente gracias a la reducción de los CFC. Pero en octubre, cuando el agujero alcanza su tamaño máximo, el nivel de ozono en la capa estratosférica media bajó un 26 por ciento entre 2004 y 2022, según el estudio, basado en datos satelitales.
LOS INCENDIOS TAMBIÉN DAÑAN
La disminución de los CFC en la atmósfera, regulada por el protocolo de Montreal, continúa sin embargo “por buen camino”, subrayó Hannah Kessenich, autora principal de la investigación. No obstante, “nuestras conclusiones revelan que estos grandes agujeros, formados recientemente, no estarían provocados únicamente” por esas sustancias, matizó. Para Susan Solomon, una destacada especialista en ozono que no participó en el estudio, se deben leer los resultados del mismo teniendo en cuenta que “estos últimos años fueron bastante inusuales”, dijo a la AFP.
Previamente, Solomon había mostrado que en 2020 el agujero en la capa de ozono había crecido un 10 por ciento a causa de los inmensos incendios que azotaron Australia. La gigantesca erupción del volcán submarino Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai, en el océano Pacífico, en enero de 2022, también contribuyó a que se redujeran los niveles de ozono estratosférico, según un estudio reciente publicado en la revista PNAS. N
(Con información de AFP)