Baja California, región emblemática del noroeste de México, ha evidenciado una profunda transformación en su panorama inmobiliario en los últimos años. Gracias a su posición geográfica estratégica y un fortalecimiento constante de su economía, ha llamado la atención no solo de inversores nacionales, sino también internacionales. Para muchos, este territorio representa un campo fértil para proyectos que rompen esquemas y establecen tendencias.
Parte del atractivo radica en su proximidad con el mercado estadounidense, lo que le ha permitido consolidar una economía envidiable, reflejada especialmente en áreas como la manufactura y exportación. Este impulso ha traído consigo una demanda en crecimiento de espacios, ya sean residenciales, comerciales o de oficinas, testificando un auge inmobiliario sin precedentes.
Pero más allá de cifras y estadísticas, Baja California es una tierra de contrastes. Su geografía única, junto con una rica diversidad cultural, plantea desafíos que, a su vez, se convierten en oportunidades. En este paisaje en constante evolución, el Instituto para el Desarrollo Inmobiliario y de la Vivienda para el Estado de Baja California (INDIVI) se erige como una entidad esencial, enfocada en promover desarrollos que equilibren el crecimiento con la sostenibilidad. Gregorio Saúl Osnaya López, director del INDIVI, lo sintetiza así: “El reto es grande. Baja California debe ponderar su inestimable patrimonio natural y las necesidades habitacionales de una población en aumento. No se trata solo de construir, sino de planificar para el futuro”.
Y es que el territorio californiano no se queda atrás en cuanto a diversidad de oferta residencial. Desde viviendas de interés social hasta desarrollos residenciales exclusivos, busca satisfacer las variadas demandas y presupuestos de sus habitantes. Ciudades clave, como Tijuana, Mexicali y Ensenada, están experimentando un cambio hacia los desarrollos verticales, una respuesta lógica al desafío de maximizar el uso del terreno en áreas urbanas densamente pobladas.
Por su parte, Luis Serrano, expresidente de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI), aporta una perspectiva valiosa al debate. Resalta que Tijuana, caracterizada por ser el cruce fronterizo más transitado del mundo y su vasta costa del Pacífico, sigue siendo altamente atractiva en términos de bienes raíces. La emergencia de la edificación vertical en la ciudad es un claro indicativo de este interés renovado. “Hoy, Tijuana destaca en algo que era insólito para nosotros: la edificación vertical. Es una inversión que la ciudad necesita, dada la impracticidad de continuar expandiéndose horizontalmente”, afirma.
El panorama cambia cuando miramos más allá de las fronteras. La crisis de vivienda en California, aunque perjudicial para muchos, ha beneficiado indirectamente a Tijuana. Serrano lo explica: “La crisis ha elevado tanto los precios de las viviendas que las tasas de interés crediticio son ahora más altas. Las edificaciones verticales en Tijuana se han vuelto un imán para aquellos que no pueden invertir en California”. Esta tendencia se ve reforzada por mexicanos con doble ciudadanía que, al no poder invertir en EE. UU., ven en Tijuana una opción viable y atractiva.
Pero, como todo mercado en crecimiento, existen obstáculos. Serrano advierte sobre los peligros de descuidar compromisos financieros, como los pagos de tarjetas de crédito, que pueden manchar el historial crediticio y complicar la adquisición de propiedades a crédito. Sin embargo, también ofrece un mensaje alentador: “No hay obstáculos porque puedes generar una línea de crédito hasta el 90% del valor de la propiedad…”.
La transformación inmobiliaria de Baja California es una manifestación del potencial que tiene México para adaptarse y evolucionar ante los desafíos del siglo XXI. Esta región, que históricamente ha sido un puente entre culturas y economías, ahora se erige como un referente en desarrollo urbano y vivienda.
Baja California representa un microcosmos de las tensiones y oportunidades que muchas regiones del mundo enfrentan: el equilibrio entre conservar la riqueza natural y cultural mientras se atienden las demandas de una población creciente; la intersección entre economías locales y globales; y la necesidad de innovar mientras se respetan las tradiciones.
Lo que es particularmente destacable es cómo la región ha sabido aprovechar su proximidad con Estados Unidos, especialmente California, para beneficio mutuo. Las dinámicas fronterizas han generado una simbiosis única, donde los desafíos del vecino del norte, como la crisis inmobiliaria, se convierten en oportunidades para Baja California. Esta interdependencia, reforzada por tratados como el USMCA, muestra cómo la colaboración binacional puede llevar a soluciones innovadoras y beneficiosas para ambas partes. N