Toda guerra tiene un inicio y un fin. Al término de esta, uno pierde y otro gana. El conflicto Israel-Hamás puedo considerarlo como la primera de muchas guerras en el mediano y largo plazo de índole energética y económica. ¿Por qué opino eso?
En su momento, Israel fue creado y posicionado por países que tenían un bien común (países de Europa y Estados Unidos y aliados), derivado de que necesitaban un aliado que permitiera tener una salida de agua en Oriente Medio en el futuro. Hoy el presente ha dado la razón, pues Israel es el último bastión posible de salida para energéticos como los hidrocarburos y sus derivados.
El mar Mediterráneo nunca había tomado una relevancia como la que tendrá en el futuro inmediato debido a que, con la invasión de Rusia a Ucrania, la logística del gas natural, combustibles y petróleo crudo ha tenido dificultades ante las sanciones y, sobre todo, se busca tener control de las áreas donde pasan los ductos.
El conflicto Israel-Hamás tiene una alta relevancia energética y económica y no hay otra forma de verse. Recordemos que las áreas que tienen los palestinos, y que colindan con Israel, son dos, las cuales son administradas y gobernadas por diferentes grupos políticos. El territorio de la Franja de Gaza es gobernado por Hamás, y Cisjordania, por Fatah y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) (estos últimos han mantenido un diálogo diplomático con Israel).
UN CONFLICTO EN ISRAEL QUE INTERESA A ESTADOS UNIDOS
A Hamás lo apoyan Irán e Irak, que son parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El primero, en los últimos años, ha incrementado su producción y exportación de petróleo crudo, y eso lo ha ayudado a tener acceso a recursos financieros para apoyar a grupos afines a su ideología política y religiosa. Para poder cumplir con sus objetivos se requiere de dinero, y la única forma de obtenerlo hoy en día es la comercialización de los hidrocarburos ante la falta de inversiones de otra índole.
Estados Unidos apoya a Israel: desde 1973, ha dependido de los hidrocarburos de Oriente Medio, y después, de Europa. Ante la incertidumbre en la logística, para allegar estos recursos a los diferentes países, y ante el conflicto de Rusia-Ucrania, es necesario establecer un nuevo puente comercial que ayude a Europa y otros países a tener acceso principalmente a gas natural y petróleo crudo.
En el mundo, existen diferentes pasos naturales geográficos por donde transita un sinfín de mercancías para el mundo. Uno de estos de gran valor estratégico y de peso económico es el Estrecho de Ormuz, por el cual transita más del 25 por ciento del total del petróleo crudo que se comercializa diariamente.
Este estrecho está frente a las costas de Irán, un país que ha influido en generar incertidumbres en el paso de embarcaciones y dado lugar a que los precios del barril tengan en algunas ocasiones incrementos no deseados.
¿QUÉ TIENE QUE VER ARABIA SAUDITA?
Pero quien usa en mayor proporción este estrecho para mover embarcaciones con petróleo crudo es Arabia Saudita, principalmente. El 14 de septiembre de 2019, este país, recordemos, recibió ataques contra sus sitios petroleros que sacudieron los mercados mundiales y que se dijo los orquestó Irán.
Ante la incertidumbre generada a partir del conflicto, y frente a un radicalismo mayor por parte de Irán en la región, Arabia Saudita empezó negociaciones con Estados Unidos para lograr una normalización con Israel desde un punto de vista económico, energético, y político para la región.
Este acuerdo otorgaría una protección militar por parte de Estados Unidos al mayor exportador de petróleo del mundo ante la presencia de bases del país de las barras y las estrellas en esta región, lo que daría certidumbre a los mercados.
A Irán no le conviene este acuerdo debido a que perdería cierta capacidad de hostigar a los barcos que transitan por el golfo Pérsico, y reduciría la influencia turca-iraní en Europa sobre el paso de hidrocarburos por la zona. Además, se tendría un impacto económico importante en ambos efectos y lo dejaría sin recursos para brindar apoyos a países afines y su continua inversión en cuestiones militares.
EL ACUERDO MOLESTA MUCHO A IRÁN
Arabia Saudita firmará el acuerdo con Israel, y el mundo podría dejar de depender del crudo iraní. Este podría ser sustituido con ayuda del Reino Unido, mediante la construcción de un nuevo ducto o un ramal de los ya existentes actualmente en la región. O enviarlo al Mar Rojo, al golfo de Áqaba, y subirlo por Eilat a Ashkelon dentro de Israel. Ambas propuestas tienen salida al Mediterráneo y las controla Israel.
Irán podría estar usando a Hamás para desestabilizar el acuerdo y poner tensiones en la zona. Pero hoy diferentes países están previendo que el acuerdo dé lugar ante los problemas económicos que han surgido en los últimos meses ligados a una inflación alta y el costo del dinero cada día más alto. Los países de Oriente Medio, la mayoría, dependen de la venta del petróleo crudo para sus ingresos como nación.
La única solución para que no suceda un nuevo caos es una remodelación y actualización en Oriente Medio. Al haber acuerdos comerciales se puede facilitar la salida de hidrocarburos vía el Mediterráneo. N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.