La mayoría de las ocasiones en las que pensamos en el futuro de la educación solemos pensar más bien en el futuro de los formatos. ¿Será cien por ciento digital? ¿Será híbrida? ¿Usaremos realidad aumentada o inteligencia artificial? ¿Habrá proyecciones holográficas?
Sin embargo, hay algo subyacente y mucho más importante que la forma de transmisión del conocimiento, y es el conocimiento per se. Es justo ese problema universal al que se enfrenta la educación actual: la falta de alineación entre nuestros conocimientos fragmentados y las crecientes realidades y problemas que son cada vez más multidisciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales, globales y planetarios.
Para abordar esto, podemos afirmar que la educación “tradicional” se sustenta en un paradigma disciplinario, donde el saber se fragmenta en áreas independientes, cada una con sus propios enfoques, terminología y materiales educativos. Este enfoque fue apropiado en una época en que el conocimiento era menos extenso y fragmentado.
Sin embargo, en el mundo actual el conocimiento es cada vez más complejo e interconectado. Los problemas que enfrentamos son cada vez más globales y multidimensionales y requieren un enfoque que integre diferentes disciplinas y perspectivas.
Por lo tanto, la reforma del pensamiento y del conocimiento en el modelo educativo tradicional debe ser más pragmática que programática; este cambio debe permitir que los estudiantes desarrollen una comprensión más integrada y sistémica del mundo.
EL ENFOQUE Y FUTURO DE LA EDUCACIÓN
Para abordar esto, quizás un buen punto por donde comenzar antes de pensar en los formatos sería reflexionar en la evolución del enfoque de la educación:
- De la enseñanza de habilidades específicas al desarrollo de habilidades centradas en el ser y en habilidades como el pensamiento crítico y la creatividad.
- Del aprendizaje con un final a un proceso de aprendizaje continuo y consistente a lo largo de la vida.
- De la educación basada en edades a una educación intergeneracional que promueva la comunicación y la colaboración entre diferentes grupos etarios.
- Del conocimiento especializado a una base de conocimientos generales que permita la adaptación a diversas situaciones.
- Del aprendizaje homogéneo a la personalización y diversificación del aprendizaje para satisfacer las necesidades individuales y comunitarias.
- De un sistema educativo que excluye a uno que incluye a todos, independientemente de sus diferencias en habilidades, capacidades, origen étnico, género, etcétera.
Por supuesto, para llevar a cabo estos cambios es imprescindible que los educadores, los gobiernos y la sociedad en general trabajen juntos. La educación es una inversión en el futuro, y todos tenemos un papel que desempeñar para garantizar que los estudiantes tengan las habilidades y el conocimiento que necesitan, no solo para tener éxito, sino para vivir una vida plena. N
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Jon Black es CEO de Blackbot y especialista en creatividad, innovación y negocios. Fernanda Rocha es Chief Futures Officer de Blackbot y especialista en prospectiva.