Estamos en una primera guerra mundial, pero esta no es de índole bélica-militar, sino económica y financiera. Y esta no causa pérdidas humanas, pero sí afecta la calidad de vida de la sociedad. El nuevo eje debe ser visto por las personas y economías de algunos países no como una amenaza ideológica, sino como de un potencial rezago que podrían tener las economías al no entender cómo tener relaciones con países del G7 o el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Hay naciones que no tienen una autonomía propia en recursos financieros, al no generarlos por medio de la cadena de producto interno bruto en crecimiento, por una falta de inversión de nuevas empresas, por miedo a la inversión extranjera directa (IED). Estas limitarán el flujo de ingresos de un país y evitarán tener un desarrollo económico y, a posteriori, un crecimiento económico.
La realidad es que una economía crece por medio del consumo con base en una demanda del futuro para el presente. Países del G7 tienen una gran demanda y derivan en un gran consumo por el poder adquisitivo de las personas para adquirir productos, mercancías, servicios y todo lo que necesiten.
Pero estas economías están siendo amenazadas por recesiones, inflación, por una baja de productividad y por la falta de un crecimiento sostenido de la demanda mundial.
Ello, en conjunto con las sanciones implementadas en 2022 por los países del G7 a algunos del BRICS, está ocasionado una demarcación más fuerte en el cómo intercambiar mercancías o las relaciones comerciales entre países. Siendo que un país depende de cuántas exportaciones puede enviar a otras naciones.
INFLUENCIA DEL GRUPO BRICS EN TODO EL MUNDO
El asunto no es hoy en día quién tiene el mejor ejército militar armado, sino quién tiene las relaciones comerciales para sostener su economía y poder dar acceso a sus tecnologías propias para su mercado local y posterior exportar al mundo.
En la inversión extranjera directa en México, en los diez primeros países no aparecen países del BRICS ni de los futuros que se integrarán a este grupo a partir de 2024 (Arabia Saudita, Irán, Etiopía, Egipto, Argentina y los Emiratos Árabes Unidos). Considerando los datos actuales en 2023, plasmamos el cómo podría ser la influencia económica, financiera y de consumo en el planeta del nuevo eje.
—El PIB podría tener una participación de entre 29 y 32 por ciento del total en el mundo.
—Tendrían un mercado de consumo de más de 3,700 millones de personas, debido a que el total de la población de este eje podría estar por arriba del 50 por ciento del total del mundo. Una demanda en crecimiento, sostenida y diversificada.
—Podrán influir en el precio del petróleo, y esto ocasionar problemas como en 2022, debido a que tendrían el control de entre 38 y 45 millones de barriles diarios de producción, lo que significa un 40 a 45 por ciento del total a nivel mundial.
—Al haber una mayor demanda por el número de población, y que debe ser cubierta, habrá un mayor intercambio de mercancías, productos y servicios, lo que representa, en el total de exportaciones mundiales, entre el 25 y 30 por ciento. China podrá mantener un mercado que podría estar libre de aranceles entre esos países.
¿Y MÉXICO CÓMO QUEDA?
El problema que podría tener este nuevo eje del grupo de los BRICS es que algunos son países con regímenes totalitarios, y otros, según democráticos. Esto podría ocasionar problemas en el largo plazo ante diferentes opiniones o prioridades de cada una de las economías en cada país al ser parte de este eje.
Recordemos que nuestra economía depende de Estados Unidos debido a que exportamos alrededor del 80 por ciento de lo que producimos por maquilar la tecnología o productos de empresas extranjeras. La mayor inversión extranjera proviene de este país, y la mayoría de las remesas extranjeras son enviadas de mexicanos que radican en esta nación.
Exportamos la mayoría de petróleo crudo a nuestro vecino, y ahora el nearshoring de empresas de este país será el eje del PIB para la economía mexicana en el mediano a largo plazo.
Es decir, los huevos de la gallina están puestos en un solo canasto, y no podremos tener otros canastos en el corto plazo. Deberíamos de tener una política exterior camaleónica, sin ideologías sesgadas, para el futuro.
Al realizar proyecciones al futuro, no son para quiénes podrían llegar a estar, sino para quiénes podrán estar.
Una persona con sentido común y humano no debería tomar decisiones en un cien por ciento en el presente, porque estas pasan a la historia en 24 horas y tiene consecuencias para el futuro. N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.