Komiya Shoten, una de las últimas tiendas de paraguas hechos a mano en Tokio, capital de Japón, ya atravesó varias crisis. Sin embargo, a diferencia de las anteriores, el calentamiento global le es favorable y aumenta de manera potencial sus ventas de sombrillas en verano.
Fundada hace 93 años, era una de las 70 tiendas de sombrillas y paraguas hechos a mano que había en Nihonbashi, un barrio en el corazón del antiguo Tokio.
Hoy en día, la capital japonesa cuenta con un puñado de tiendas como esta. El sector sufrió durante mucho tiempo debido a la invasión de los paraguas de plástico baratos, fabricados en China o en otros lugares de Asia y vendidos en todos los supermercados.
A diferencia de esta competencia, Komiya Shoten utiliza textiles de calidad fabricados en Japón y artesanos ensamblan sus productos con técnicas que se remontan a la época Meiji (1868-1912).
“Se necesitan al menos cinco o seis años para dominar la fabricación de un paraguas”, explica a la AFP Ikko Tanaka, uno de los artesanos de la tienda, atando delicadamente un tejido azul marino a las ballenas de fibra de carbono de un paraguas.
Komiya Shoten también utiliza tecnologías modernas, como materiales de revestimiento de tela para bloquear la luz solar casi al 100 por ciento. Sus productos son mucho más resistentes que los ordinarios, pero también mucho más caros, costando el equivalente a varios cientos de dólares.
La fabricación de paraguas y sombrillas japoneses solía tomar semanas. Estaban hechos de madera, bambú y papel tradicional (washi), recubierto de aceite para hacer frente a la lluvia, a menudo torrencial en Japón.
LOS PARAGUAS EN JAPÓN REPRESENTAN MODERNIDAD
Sin embargo, estas técnicas desaparecieron gradualmente con la importación de paraguas occidentales a partir de 1859, cuando Japón puso fin a una política aislacionista que duró más de dos siglos.
Los paraguas importados eran más caros pero se pusieron de moda en Japón en la era Meiji, y los fabricantes locales adoptaron este estilo, símbolo de modernidad.
“Todos los que querían ser elegantes soñaban con tener uno”, recuerda Hiroyuki Komiya, de 54 años, ahora director de la empresa que su abuelo fundó en 1930.
Cuando los paraguas de plástico importados de otras partes de Asia inundaron Japón a partir de finales de los años 1960, Komiya Shoten estuvo a punto de quebrar, como muchos otros talleres-tiendas similares. La empresa logró sobrevivir gracias a su lanzamiento de una gama muy alta, alardeando hábilmente de sus conocimientos en las redes sociales.
Su actividad comenzó a recuperarse hace unos diez años, y sus productos recibieron en 2018 un sello de artesanía tradicional del gobierno metropolitano de Tokio. Aunque sus ventas siguen siendo modestas, crecen, más aún ahora gracias a las sombrillas, necesarias para hacer frente a veranos japoneses cada vez más calientes.
“El número de clientes masculinos aumentó significativamente” también para las sombrillas, elemento que antes se percibía como accesorio típicamente femenino, afirma Komiya. N