Un equipo de investigadores demostró que un ingrediente común de las ensaladas, el berro, podría servir de defensa contra el miembro del reino animal más mortífero del mundo: los mosquitos.
Este descubrimiento abre el camino para el desarrollo de insecticidas naturales para controlar las poblaciones de mosquitos sin necesidad de utilizar químicos sintéticos.
El ingrediente en cuestión, el berro, es una hortaliza pequeña y frondosa de la familia de la mostaza (Brassicaceae: brasicáceas o crucíferas), a veces consumida en emparedados de huevo con mayonesa.
En el estudio, publicado en la revista Nature Scientific Reports, los científicos proponen que la harina de las semillas de berro y de otras variedades de brasicáceas podrían utilizarse para acabar con las larvas de mosquitos.
En todo el mundo, los mosquitos matan a más personas que cualquier otro animal, ya que diseminan enfermedades como malaria [paludismo], dengue, virus del Nilo Occidental, fiebre amarilla, Zika y chikungunya, entre muchas otras. Por consiguiente, en aras de la salud pública, es indispensable controlar las poblaciones de este insecto.
El problema, en este momento, es que muchos insecticidas contienen poderosos químicos sintéticos que escapan al medioambiente circundante y afectan a otras especies de animales e insectos.
A esto se suma la complicación de que, después de algún tiempo de uso, los mosquitos desarrollan resistencia a los componentes de la fórmula, volviendo ineficaces los insecticidas disponibles.
Ante esta situación, muchos investigadores han centrado su atención en las “soluciones biológicas”. En particular, las producidas a partir de plantas, ya que —como señalan los autores del estudio— los insecticidas de origen vegetal suelen ser seguros para el medioambiente, son biodegradables y poco tóxicos para los organismos “no objetivo”. Y esto se debe a que las plantas producen muchos compuestos distintos que afectan directamente el ciclo vital y la biología del mosquito.
¿LOS PARIENTES DEL BERRO TAMBIÉN ACABAN CON LOS MOSQUITOS?
En estado larvario, los mosquitos se concentran en áreas circunscritas de las aguas estancadas, donde se alimentan con fragmentos de materia orgánica y microbios que viven en la superficie acuosa.
Esta particularidad les convierte en un blanco más fácil que los mosquitos adultos, los cuales se desplazan continuamente en el aire y cubren grandes distancias.
Los investigadores hallaron que, al remojar las semillas de ciertas brasicáceas, estas sueltan un grupo de químicos defensivos denominado isotiocianatos, los cuales ya se han utilizado para acabar con plagas de insectos y parásitos alojados en el suelo.
A fin de determinar si el berro y sus parientes podrían hacer lo mismo contra los mosquitos, el equipo de la Dra. Lina Flor-Weiler —miembro de la unidad de investigación agrícola en el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA)— preparó harina con las semillas de cuatro variedades de dicha familia: mostaza marrón, mostaza blanca, berro y un género de la misma familia denominado Thlaspli.
A continuación, los investigadores colocaron cada una de esas preparaciones en pequeños frascos con agua que contenían larvas del mosquito Aedes aegypti, especie capaz de transmitir los patógenos causantes del dengue y la fiebre amarilla, así como el virus de Zika. De las plantas estudiadas, la más letal fue el berro, que acabó con el 100 por ciento de las larvas de mosquito en menos de 48 horas.
Es evidente que hacen falta más estudios para determinar si alguna combinación de plantas podría fortalecer el efecto insecticida. Sin embargo, los investigadores opinan que su estudio es una demostración muy interesante del potencial de las semillas de brasicáceas en el control vegetal de las poblaciones de mosquitos. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)