Un equipo de antropólogos recientemente analizó las pruebas de los conflictos violentos ocurridos en antiguas comunidades de cazadores-recolectores. Durante una expedición para estudiar esqueletos, armas primitivas y arte rupestre en la costa del desierto de Atacama, en el norte de Chile, los científicos desentrañaron 10,000 años de pruebas de violencia humana entre aquellas comunidades.
El equipo divulgó sus hallazgos en un artículo publicado este 20 de septiembre en la revista PLOS ONE. Según escribieron, los cazadores-recolectores buscaban y cazaban sus alimentos, y hasta hace unos 12,000 años, casi toda la humanidad formaba comunidades nómadas que practicaban ese estilo de vida.
A pesar de que los investigadores ya sabían que las vidas de los cazadores-recolectores estuvieron marcadas por el conflicto, el estudio aporta nueva información sobre los motivos de la violencia humana, la frecuencia con que ocurría y quiénes tomaban parte de las hostilidades.
El registro de las poblaciones humanas de Chile data de hace 10,000 años, lo cual permitió que los científicos estudiaran conflictos muy antiguos. “A pesar de los adelantos tecnológicos, la humanidad sigue resolviendo conflictos como lo hacían nuestros antepasados hace milenios, con violencia y guerras”, acusan los autores del estudio.
Los antropólogos buscaron indicios de traumatismos violentos en los restos de 288 cazadores-recolectores sepultados en antiguos cementerios, muchos de los cuales databan del año 1450 d. C. De igual manera, estudiaron el diseño de numerosas armas, así como dibujos que ilustraban la vida en aquellos tiempos.
LA VIOLENCIA HUMANA OBEDECE A VARIAS CAUSAS
El hallazgo más importante de la investigación es que la tasa de conflicto se mantuvo relativamente estática a lo largo del tiempo. Al respecto, el equipo señala que no detectó que la violencia letal hubiera aumentado de manera significativa durante el Periodo Formativo —iniciado hacia el año 1000 d. C.—, patrón consistente en toda la región andina.
Por otra parte, los resultados sugieren que la violencia estallaba, sobre todo, entre grupos locales, más que contra comunidades foráneas. En resumidas cuentas, todo apunta a que la violencia era “parte integral de muchas de estas poblaciones antiguas”, afirma el artículo.
Con base en sus observaciones, los investigadores aventuran la teoría de que la violencia interpersonal obedeció a varias causas. A decir del estudio, una de ellas es que las comunidades de cazadores-recolectores no tenían un sistema político centralizado, por lo que es muy posible que eso contribuyera a las “tensiones violentas”.
Asimismo, los cazadores-recolectores dependían de los recursos de su entorno natural, lo cual habría provocado que las comunidades locales compitieran entre sí.
“También es posible que la violencia humana fuera consecuencia de la competencia por recursos en el ambiente hostil del desierto, factor que tal vez se exacerbó cuando la agricultura cobró impulso y comenzó a generalizarse”, concluye un boletín de prensa que detalla los hallazgos. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)