El síndrome de piernas inquietas (SPI) es una alteración sensitiva-motora y del sueño que afecta alrededor del 15 por ciento de los adultos en México. También conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, se caracteriza por provocar en los individuos la necesidad, difícilmente controlable, de mover las piernas, generalmente debido a una sensación de hormigueo, picazón o ardor que suele aparecer durante el reposo y que disminuye con el movimiento.
La prevalencia de este síndrome se incrementa con la edad y, en nuestro país, es dos veces mayor en mujeres que en hombres, según un artículo de la Revista de Investigación Clínica. En otras latitudes, uno de cada diez adultos europeos y estadounidenses lo padece.
En el marco del Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas, que se conmemora cada 23 de septiembre, la medicina recuerda que hasta un 90 por ciento de las personas que lo padecen podrían estar sin diagnosticar, además de que 20 por ciento de los pacientes padece su forma más grave.
Aunque la enfermedad de Willis-Ekbom es más común en adultos, según el sitio Vadecum el 4 por ciento de niños y adolescentes podrían presentar este síndrome.
De acuerdo con Rafael Santana Miranda, responsable de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina (FM), las personas con SPI tienen de 70 a 95 por ciento de probabilidad de sufrir trastorno de movimiento periódico de las extremidades, que a su vez provoca insomnio y otras alteraciones físicas y cognitivas.
EL ORIGEN DEL SÍNDROME DE PIERNAS INQUIETAS ES DIVERSO
El origen de este padecimiento, a tenor del especialista, puede ser diverso. El más común es por deficiencias en el metabolismo del hierro. Por ejemplo, cuando un paciente presenta problemas ginecológicos, gastrointestinales o deficiencias nutricionales, insuficiencia renal, que implican en su mayoría pérdidas insensibles de tejido hemático (pequeños sangrados).
“La recuperación de esas pérdidas requiere de la sospecha clínica, la confirmación mediante pruebas de laboratorio, el control de la causa subyacente y el tratamiento restitutivo, lo cual no es una tarea fácil”, indica en un artículo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Esta deficiencia provoca trastornos de movimiento durante el dormir, dado que el hierro no solo sirve para la formación de hemoglobina, sino que está asociado con la formación de neurotransmisores que tienen que ver con el movimiento.
“El síndrome de piernas inquietas en los niños es muy curioso porque ellos piden a sus padres les den masaje en los pies antes de dormir y así logran conciliar el sueño. Cuando duermen con otro hermano, la queja de este es que lo patea o no deja de moverse”, apunta.
La doctora Celia García Malo, vocal del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología, explica que al menos un 25 por ciento de los pacientes comienzan a experimentar los síntomas de la enfermedad en la infancia o adolescencia.
UN POSIBLE TRATAMIENTO
Además, son precisamente los casos que se inician a edades tempranas los que pueden llegar a convertirse en casos más graves. Hasta un 20 por ciento padece el SPI en su forma grave y, por lo general, se da en personas cuyos síntomas empezaron antes de los 20 años.
Para Santana Miranda, después de hacer un diagnóstico, basado en la clínica y estudios complementarios, se puede dar un tratamiento que incluya el suministro del nutriente, si se padece de anemia; o un neuromodulador o un agonista dopaminérgico si es el caso.
En todos los trastornos del dormir se recomienda una adecuada higiene del sueño con honorarios regulares, buenos hábitos en la alimentación y un estilo de vida saludable que incluya realizar alguna actividad física de manera regular. Aunado a esto, dice que también se debe evitar el consumo alto de activadores como refresco y cafeína. N