Las recientes manifestaciones en distintas regiones de Francia, incluida la ciudad de París, pusieron en jaque al Estado, al gobierno de Emmanuel Macron, al punto de que se llegó a considerar la cancelación de las celebraciones por el 14 de julio, Día de la Revolución.
Las protestas que terminaron en saqueos, pillajes y desmanes en la vía pública son una clara muestra de la debilidad institucional de modelos políticos democráticos-liberales.
Ahora, como bien dice la expresión popular, “parece que los patos les tiran a las escopetas”. Tras lo visto en París, con esta expresión destacamos la progresiva pérdida de autoridad de las instancias responsables de guardar el orden público y hacer velar el Estado de derecho.
Francia es un buen ejemplo, pero no es el único. En varios países, incluido México, vemos cómo se desdibuja el respeto a la autoridad y a las instituciones del Estado. Peor aún, algunos líderes políticos llaman a la desobediencia civil y arengan a sus seguidores para violentar a las instituciones que ellos mismos debieran hacer respetar.
Muchas autoridades, guardias nacionales, gendarmerías y cuerpos policiales han perdido su capacidad de ejercer sus funciones y, con ello, han dejado de garantizar la seguridad de la población en general.
En diversas circunstancias los cuerpos del orden público eluden su responsabilidad, ya sea porque se encuentran coludidos con las bandas del crimen organizado y bandas delincuenciales, o bien, porque temen que en el ejercicio de sus funciones se les acuse de violar derechos humanos, reprimir libertades individuales o violentar derechos civiles de quienes están cometiendo un acto ilícito.
Cada vez más con el uso de las redes sociales, las noticias falsas, se generaliza la idea, no siempre incorrecta, de que los cuerpos del orden público hacen uso indebido de la fuerza en el ejercicio de sus funciones.
¿TRAS LOS HECHOS DE PARÍS, FRANCIA ES UN ESTADO EN CRISIS?
Recordemos el reciente caso del joven Naël, de 17 años, quien falleció durante un control policial en Nanterre, en las afueras de París, lo que detonó toda una serie de disturbios por varios días en el país Galo y que a la fecha la tensión sigue latente.
El agente responsable de la muerte de Naël ha sido detenido y es objeto de investigación. Los medios y redes a nivel mundial se han enfocado en la muerte del joven y claman por castigar al policía responsable.
Sin embargo, pocos se han detenido a señalar que este era un menor de edad, que manejaba sin licencia de conducir, a exceso de velocidad, en un vehículo aparentemente robado, en un carril exclusivo para el transporte público, quien a la señal de los policías de detenerse continuó la marcha, aceleró y puso en riesgo no solo la vida de los policías, sino de otros peatones.
Ante una serie continua de flagrantes violaciones a la ley resulta que el responsable ahora es el policía por haber hecho uso indebido de la fuerza al detonar su arma de servicio.
Sin lugar a duda este lamentable hecho, que se suma a muchos más como asaltos en la vía pública, daño a la propiedad privada, agresiones físicas y verbales, crímenes y demás delitos las fuerzas del orden público en Francia y en muchos otros países, pareciera que prefieren no involucrarse desatendiendo la función para la cual han sido creadas con el fin de evitar ser señaladas.
EL MONOPOLIO LEGÍTIMO DEL USO DE LA VIOLENCIA
Uno de los pilares básicos del Estado de derecho es, como lo definió Max Weber y otros estudiosos y filósofos de la política, el monopolio legítimo del uso de la violencia, el cual ahora muchos Estados han perdido.
Hoy la prensa le da especial difusión a la visión dual de buenos y malos en la que los policías y guardianes del orden público son, invariablemente, los “malos”, mientras que los delincuentes son los “buenos”… Así las cosas, los patos les tiran a las escopetas en el mundo de la posverdad.
Frente a esta situación, importantes sectores de la sociedad hacen continuos llamados al orden público, al respeto a las instituciones, y a devolverle la confianza a una autoridad que sea capaz de ejercer sus funciones eficazmente. Diversas voces se levantan exigiendo orden, y en ese reclamo incluso hay quienes están dispuestos a sacrificar algunas libertades a cambio de mayor seguridad.
Este tipo de reclamos que llaman al orden son bandera de importantes movimientos, partidos políticos, y asociaciones de derecha y de extrema derecha particularmente en Europa y en otras zonas del mundo. Como lo demostró París, el Estado liberal está en crisis y, con ello, la democracia se debilita. N
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Luz Araceli González Uresti es profesora investigadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.