Cuatro de cada cinco personas en todo el planeta no pueden observar la vía láctea durante el verano a simple vista. Para conseguirlo tienen que viajar varios cientos de kilómetros, ello significa que las zonas naturalmente oscuras, o cielos oscuros, están cada vez más cerca de la extinción.
Los cielos oscuros se pueden observar cuando los espacios terrestres están libres de interferencias de luz artificial. Sin embargo, la urbanización produce cada vez más contaminación lumínica a través de comercios, anuncios, alumbrados públicos y los domicilios particulares.
Cualquier habitante de una ciudad que fija sus ojos en el cielo en busca de estrellas sabe que le será casi imposible lograr su objetivo. Ello se debe a que las urbes han perdido mayormente la posibilidad de tener cielos oscuros por el desmedido aumento de iluminación.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha promovido el respeto al derecho a los cielos oscuros y el reconocimiento de que estos tienen un valor más allá del científico. Y es que, de acuerdo con la agencia de la ONU, la luz artificial no solo impide la existencia de cielos oscuros, sino que también tiene efectos nocivos para la salud y para la fauna.
“Los grandes observatorios han buscado la manera de proteger los cielos oscuros como un recurso natural a través de reglamentos y legislaciones”, explica en entrevista con Newsweek en Español Fernando Ávila Castro, responsable de la Oficina de la Ley del Cielo, en el Observatorio Astronómico Nacional del Instituto de Astronomía de la UNAM. “Hemos visto esta protección en Arizona, Hawái, Canarias, Chile y también en México”.
PROTECCIÓN PARA LOS CIELOS OSCUROS
Ávila Castro añade que, en 2006, en Ensenada, Baja California, se creó el primer reglamento municipal que protege los cielos oscuros. Después surgió otro en Tijuana y uno más en Mexicali. Empero, “las noticias más grandes son que, desde hace un par de años, en la Ley General de Equilibrio Ecológico de Protección al Ambiente se define el ‘exceso’ de iluminación artificial por la noche como un contaminante”.
Se reconoce que se necesita tener iluminación por la noche para una gran cantidad de actividades, incluida la seguridad. No obstante, el exceso provoca consecuencias negativas, por ello desde hace un par de décadas, señala el astrofísico, el daño a los cielos oscuros por iluminación ya no solo es un problema de la astronomía.
“Estamos viendo de manera interdisciplinaria cómo muchas otras ramas de la ciencia, tales como la biología y la medicina, están empezando a notar problemas que tienen que ver con el excesivo consumo de energía y contaminación lumínica”, añade Ávila Castro.
Actualmente, indica el científico, los cielos oscuros ya no existen en el centro del país, donde se concentran las grandes urbes como la Ciudad de México. Ahora es en general una “mancha urbana” que se conecta con la capital del país, Morelos, Puebla, el Bajío y Guadalajara. Por ello, quienes desean conocer y observar cielos oscuros deben viajar varios cientos de kilómetros para encontrarse con alguno.
DESAPARICIÓN DE CIELOS OSCUROS, UN IMPACTO EN LA SALUD HUMANA
Los cielos oscuros aún se pueden apreciar en la Península de Yucatán y en la zona norte del país con desiertos y montañas. El experto explica que actualmente, cuando en una ciudad se voltea a ver el cielo, este es brillante por la luz que refleja la zona. “Hasta hace algunos años la luz que se captaba era entre amarilla naranja”, indica.
En las regiones donde ya no existen cielos oscuros, la iluminación lumínica impacta en el sueño y descanso de los seres humanos, pero también en otras especies como las aves y sus rutas migratorias, así como en sus ciclos de reproducción.
“La luz artificial altera los patrones naturales de luz y oscuridad en los ecosistemas, y contribuye a la muerte de millones de aves cada año, ya que la contaminación lumínica puede hacer que las aves cambien sus patrones de migración, sus comportamientos de búsqueda de alimento y su comunicación vocal, provocando desorientación y colisiones”, explica la Unicef.
Las aves migratorias se ven atraídas por la luz artificial por la noche –sobre todo cuando hay condiciones de poca nubosidad, niebla, lluvia o cuando vuelan a baja altura–, lo que las conduce hacia los peligros de las ciudades. Las aves se desorientan y, como consecuencia, pueden acabar dando vueltas en zonas iluminadas. Con sus reservas de energía agotadas, corren el riesgo de agotarse, o algo peor.
LA CONTAMINACIÓN LUMÍNICA AFECTA A LAS AVES
“Muchas aves que migran de noche, como patos, gansos, chorlitos, correlimos y aves canoras, se ven afectadas por la contaminación lumínica, que provoca desorientación y colisiones con consecuencias fatales”, señala Jacques Trouvilliez, secretario ejecutivo del Acuerdo sobre las Aves Acuáticas de África y Eurasia (AEWA), otro tratado de la ONU. En tanto, “las aves marinas, como los petreles y las pardelas, son atraídas por las luces artificiales en tierra y se convierten en presas de ratas y gatos”.
En México se intenta combatir la ausencia de cielos oscuros generando opciones a la hora de iluminar las ciudades. Por ahora se trabaja en que las nuevas luminarias sean eficientes, es decir, cambiar las lámparas viejas —incandescentes—, así como erradicar “la luz intrusa”, aquella que invade cualquier espacio y dirigirla solo a donde sea de utilidad.
“Si hay sitios que no necesitan ser iluminados es porque ahí penetró una luz intrusa y el mejor ejemplo que podemos tener de ello es durante la noche en nuestras propias casas. Al dormir en la habitación puede reflejarse la luz de un anuncio luminoso, de una pantalla electrónica, la caja de luz de un comercio, y por ello se recurre a cortinas cada vez más gruesas para poder descansar. Sin embargo, la luz artificial durante la noche puede afectar los ritmos biológicos de los seres humanos y lo mismo sucede con la vida silvestre”, indica el experto.
MÁS LUZ NO ES MÁS SEGURIDAD
La problemática se puede combatir si se toma en cuenta en primer lugar que mayor cantidad de luz no significa mayor seguridad. Ávila Castro señala que las sociedades deben tener mayor educación sobre la contaminación lumínica y saber que no se trata de más iluminación, sino de mejor iluminación.
“Se debe buscar una iluminación efectiva, que no deslumbre ni encandile. Es decir, que la luz no llegue directamente a los ojos, sino solamente a la superficie a iluminar y que sea efectiva en términos medioambientales”, expone el experto.
El astrofísico alerta sobre una alteración en el reloj biológico de los seres humanos cuando hay mayor ausencia de cielos oscuros y mayor luminosidad. La primera señal de una alteración es la falta de descanso por la noche, y es que un sueño irregular nocturno también significa la interrupción del proceso de producción de la hormona melatonina, que funciona para que los seres humanos puedan dormir bien. La depresión, el insomnio y la diabetes son enfermedades que también pueden desencadenarse durante la alteración del reloj biológico.
EL ASTROTURISMO, UNA FORMA DE PROTEGER LOS CIELOS OSCUROS
La lucha por la protección de los cielos oscuros tiene como principal obstáculo a las autoridades. “Se trata de combatir la contaminación lumínica, pero también comenzar por cambiar el tipo de luminarias. Para ello se requiere convencer a los funcionarios de modificar las leyes, así como cooperar para proteger ciertos espacios donde ya no haya ni casas, ni comercios y, por lo mismo, se evite la iluminación, un camino nada sencillo”, explica en entrevista con Newsweek en Español la astrofísica Tania Victoria Arguijo Herrera.
En México, en 2018 se modificó la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, donde se incluye el derecho a tener cielos oscuros. Para ello se estipula promover la eficiencia energética a través de un uso eficiente del alumbrado exterior, sin disminuir la seguridad que dicho servicio debe proporcionar a todo tipo de usuarios.
También, preservar al máximo posible las condiciones naturales de las horas nocturnas en beneficio de la fauna, la flora y los ecosistemas en general. Y prevenir, minimizar y corregir los efectos de la contaminación lumínica en el cielo nocturno y, en particular, en el entorno de los observatorios astronómicos que trabajan dentro del espectro visible.
PROTEGER LOS CIELOS OSCUROS TAMBIÉN ES TAREA DE LA CIUDADANÍA
Asimismo, se tomó en cuenta expedir, en coordinación con la Secretaría de Energía, las normas oficiales mexicanas que establezcan y certifiquen los niveles máximos permisibles de la luz artificial en el medioambiente, incluido el impacto de la luz intrusa.
A decir por Arguijo Herrera, proteger los cielos oscuros también es tarea de la ciudadanía. “Cambiar el foco que está afuera de la casa y usar la tecnología LED. Muchas veces se tiene la idea que es más caro, pero sí existe un ahorro energético y con ello económico, y se contribuye a proteger los cielos oscuros que cada vez son menos. Eso mientras se espera a que algunos municipios finalicen contratos y los fabricantes se adapten poco a poco a las nuevas normas”.
En México, el astroturismo, enfocado a aquellas personas interesadas en la astronomía a nivel recreativo, cultural o científico y que gustan de disfrutar cielos oscuros, todavía puede practicarse en algunos espacios. Estos pueden ser el área natural protegida de Wirikuta, San Luis Potosí; el Parque Nacional Izta-Popo, en Puebla; el Parque Nacional de San Pedro Mártir, en Baja California; la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, en Sonora, y el Parque Nacional El Chico, en Pachuca. N