“La memoria es el diario que llevamos con nosotros a todas partes”, expresó en su momento el escritor irlandés Oscar Wilde. Pero ¿qué pasa cuando empezamos a olvidar todo, incluso quiénes somos? Bajo esa fórmula, David Castañón Medina construyó su ópera primera, No son horas de olvidar, un documental de 76 minutos que usa con destreza los recursos narrativos para acercarnos a la intimidad de los protagonistas y así expresar la complejidad de su condición: alzhéimer y exilio, una combinación inopinada para dos adultos mayores de Chile.
“La exploración de la memoria es el detonante a partir del cual se permean otros aspectos de la condición humana: temas universales como el amor, la muerte, el arraigo, la pérdida. El alzhéimer se aborda de una manera más humana, menos científica y exacta. Es una problemática difícil para la familia y amistades alrededor del paciente”, comenta Castañón Medina a Newsweek en Español sobre su obra, coproducción del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) y la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC-UNAM).
Para el también egresado de la Facultad de Artes y Diseño (FAD), la memoria es una parte fundamental de quiénes somos como personas, a través de ella se va conformando nuestra identidad, creencias e ideales. No es casualidad, retoma, que la memoria, lengua y el territorio geográfico sean los primeros factores en ser amenazados cuando un grupo de poder busca ejercer control social y político sobre otro.
DOS EXILIADOS POR EL GOLPE DE ESTADO EN CHILE
Durante 1 hora y 16 minutos, el espectador sigue de cerca a Jorge y Juana, dos exiliados chilenos obligados a migrar tras el golpe de Estado en 1973. Como contexto, el 4 de noviembre de 1970, Salvador Allende asumió la presidencia de Chile, dando inicio al primer gobierno socialista que llegó al poder por la vía democrática. Así, el desplazamiento forzado arrancó a estos dos protagonistas los componentes principales de identidad, nacionalidad y memoria.
“No vive la realidad. Físicamente podrá ser ‘Juani’, pero afectivamente solo va a ser en algunos aspectos que cada vez son más cercanos a su memoria más remota. De un momento a otro seré parte de ese olvido, del no ser en ella”, lamenta Jorge en No son horas de olvidar, mientras al fondo suenan guitarras y se observa en pantalla grabaciones análogas o VHS. Al final, el exilio no ha terminado para su pareja; Juana está sometida a una separación permanente entre su pensamiento y comportamiento pasado del actual.
David Castañón inició este proyecto después de investigar el tema del “olvido”. Sus investigaciones lo llevaron a visitar instituciones relacionadas con la demencia: centros de investigación, tratamiento o dedicadas al cuidado del paciente. En una de sus visitas conoció a Juana Ramos, de quien solo quedan algunos destellos como canciones, poemas, pasos de baile y nombres de familiares y amigos.
Aunque Jorge ya no vive, su último lugar de residencia fue la Ciudad de México, mientras Juanita reside actualmente en un asilo del Centro Histórico.
—¿Cómo conociste a esta pareja? —preguntamos.
—Tuve relación con muchos institutos y en una de ellos conocí a Juanita. Fue precisamente en una casa de cuidado diurno donde entablé relación con quien alguna vez fue profesora. Conectó conmigo el abordar su historia; primero su amabilidad, personalidad grata, y después su historia de vida. Aunque nuestras conversaciones no eran largas, continuas, sí dejaba ver eventos importantes de ella.
“NO SON HORAS DE OLVIDAR”, UN TRABAJO DE CASI DIEZ AÑOS
“Sí, empezó como un interés personal. Mi madre que es enfermera me aproximó algunos textos de divulgación científica. En ese entonces, 2012, hablábamos mucho del olvido, porque también era un tema que a ella le interesaba ante el temor de desarrollar esa enfermedad (alzhéimer), porque tenía algunos olvidos muy pronunciados o preocupantes. Era un miedo latente, pero con el tiempo no pasó más, se descartó”, agrega.
En México, aproximadamente 1 millón 300,000 personas padecen la enfermedad de alzhéimer, cifra que representa entre 60 y 70 por ciento de los diagnósticos de demencia y afecta con mayor frecuencia a los adultos mayores de 65 años, según datos de la Secretaría de Salud. No son horas de olvidar resultó un trabajo de casi diez años, su primer acercamiento con los personajes fue en 2013-2014.
“Cuando se estrenó en Morelia habían pasado como ocho años. Hasta 2017 nuevamente empecé a arrancar el proyecto y ya para 2018 tuvimos un financiamiento”, relata.
PRÓXIMAS OBRAS
En el montaje final de la película, la música, poesía y las imágenes en video, sobre todo estas últimas, constituyen la libre representación del espacio subjetivo de Juana. Se organizan como el tiempo mental trastocado por la enfermedad, donde las imágenes del pasado entran y salen del escenario mental al menor estímulo de la realidad objetiva.
No son horas de olvidar se estrenó en la edición 18 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), en 2020, siendo reconocida a nivel nacional y en el extranjero. Ahora estará en salas como la Cineteca Nacional y Casa de Arte Cinemex, en CDMX, a partir del 26 de mayo.
Además de este largometraje, David Castañón tiene en su repertorio artístico cortometrajes como Días distintos (2011) y La Quemada (2022). Hasta ahora, pero sin especificar fechas de estreno, tiene dos documentales en cartera: uno de ellos es sobre atletas con discapacidad visual y otro es un cine ensayo del universo. N