Hay una cita muy interesante atribuida a Charles Darwin que dice: “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”. Con esta cita empiezo a comentar mi visión de nuestro momento actual, la época del ChatGPT, y del continuo proceso de cambio que vivimos.
En el siglo XIX, época en la que vivió Darwin, la esperanza de vida mundial rondaba los 30 o 40 años, siendo hoy 71 años. Eso, por sí mismo, ya demuestra la evolución de la sociedad para su propio beneficio, con avances en los estándares alimentarios, mejoras en el saneamiento y la higiene, y con avances en la medicina.
Esto ha sucedido gracias a la evolución de la ciencia, los estudios constantes, los procesos de prueba y todo lo relacionado alrededor de ello para definir lo que es adecuado para cada individuo, ya sea en materia de alimentación, trabajo, transporte, tratamientos médicos, descanso e incluso el tiempo libre que pasamos con la familia o amigos.
Conectada a todo este proceso evolutivo está la tecnología. Hemos ido cambiando y ajustando la tecnología para que se adapte a nosotros. La tecnología forma parte de nuestro día a día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.
LA TECNOLOGÍA NOS ACOSA
En todo momento estamos rodeados de teléfonos inteligentes, dispositivos electrónicos y aplicaciones que nos ayudan a realizar las tareas diarias, comunicarnos con los demás y entretenernos.
Pero para todo nuevo desarrollo tecnológico, es necesario un proceso de validación y ajuste, para asegurar que la adopción de alguna nueva aplicación no sea perjudicial para la sociedad.
Ahora se habla mucho del ChatGPT, el cual es un modelo de lenguaje capaz de ofrecer agilidad en cuanto a la comunicación e interacción con los usuarios. Actualmente el ChatGPT es un sitio donde el usuario se conecta y comienza a hablar con la máquina, debatiendo sobre cualquier tema que pueda ser de su interés.
A primera vista, parece ser algo muy transformador, ya que está disponible las 24 horas del día, puede procesar el lenguaje a gran escala, tiene respuestas rápidas y de alguna manera está personalizado a la interacción que se está dando con el usuario.
Sin embargo, sigo creyendo que necesita pasar por ese proceso de validación y ajustes y, sobre todo, definir especialmente para qué funcionalidad se usará.
CHATGPT: FALTA DE TRANSPARENCIA
Y es que tal inteligencia artificial (IA) puede tener una comprensión limitada de lo que se le dice, falta de empatía para comprender las emociones, sesgos en la información utilizada para construir la base de información. Y, quizá lo más importante, más allá de la falta de creatividad y perspicacia humana, hay una falta de transparencia y explicabilidad de dónde proviene la respuesta arrojada.
Inicialmente el uso más común que se le ha hecho es el de simplemente copiar y pegar textos que arroja; sin embargo, esto viene sin una percepción crítica del impacto que esto puede traer. Un texto artificial sin una capa humana de razonamiento, validación, emoción, empatía y cultura, pierde el toque sutil y humano necesario para deleitar al lector, por ejemplo.
La tecnología históricamente evoluciona por capas, es decir, cada nueva tecnología mejora lo que existía en el pasado para construir una nueva que traerá más beneficios a la sociedad.
Sin embargo, necesitamos que esa siguiente capa sea transparente y capaz de explicar su funcionamiento para brindarnos seguridad al usar la herramienta, además de una evaluación humana responsable de sus usos. N
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Fabio Kruzich es director de Desarrollo de Negocios y Servicios de Consultoría de FICO para América Latina. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.