DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
Estamos en un periodo de enorme intensidad política y económica en México. Por un lado, tenemos el inicio del proceso electoral a la vuelta de la esquina y, por el otro, tenemos un superpeso cuya fortaleza contrasta con el crecimiento económico y entorpece el proceso exportador, esto sin contar con los procesos de controversia que también están a la vuelta de la esquina. Hoy nos ocuparemos del proceso electoral y el intercambio de señales políticas que se dan en torno al cambio de las reglas electorales.
La quincena que nos ocupa comenzó con el aniversario de la Constitución de 1917. La ceremonia se celebró en Querétaro, pues fue en Querétaro donde se reunió el Congreso para redactarla. El protocolo de la reunión marca que los tres poderes de la república deben estar al centro del presídium; sin embargo, en esta ocasión no fue así.
El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, decidió desairar a los poderes Legislativo y Judicial mandándolos a los extremos del presídium y ubicó a su izquierda al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y a su derecha al secretario de la Defensa, general Crescencio Sandoval.
El Poder Legislativo, encarnado en la persona del presidente del Congreso, Santiago Creel Miranda; y el Judicial, personificado por la ministra presidenta de la Suprema Corte, Norma Lucía Piña Hernández, fueron relegados a los extremos. Así, se rompió el protocolo que dicta que los tres poderes de la nación deben estar reunidos en el centro del presídium.
Al respecto, el vocero presidencial, Jesús Ramírez, hizo un comentario en Twitter. Dijo que la ministra presidenta fue la única que no se levantó a la llegada del Ejecutivo; pero omitió el desaire a los dos poderes de la nación.
UN HASTA AQUÍ A LÓPEZ OBRADOR
El gesto de la doctora Piña al no ponerse de pie cuando entró el presidente ni mencionarlo en su discurso fue un hasta aquí a las majaderías de López Obrador. La ministra presidenta se plantó en el terreno que le correspondía como la representante del Poder Judicial y estableció en el discurso, y en los hechos, que este poder es independiente, no está sometido al Ejecutivo y no tiene por qué tolerar las descalificaciones y desprecios que el presidente espeta en las mañaneras. Hasta aquí nadie le había puesto un alto al presidente.
Cuatro días después, el 9 de febrero, en la conmemoración del aniversario de la Marcha de la Lealtad, el presidente repitió el desaire. López Obrador está injertado en pantera en contra de la ministra presidenta, pues ella es una carta de extraordinaria importancia en los acontecimientos políticos por venir.
El sexenio se está acabando, y cuando AMLO designe a su sucesor, la oposición habrá de señalar al suyo y el poder de López Obrador será historia. Esto es lo peor que le puede suceder, y su megalomanía se niega a aceptarlo.
Para evitarlo, está tratando de recrear el Maximato, una etapa en la que el general Plutarco Elías Calles de haber terminado su periodo como presidente, conservaba el control de los hilos del poder. Él designaba al presidente y al gabinete y todos ellos se plegaban a su voluntad. López Obrador quiere revivir este sistema y lo podrá hacer si y solo si cuenta con la sumisión del próximo presidente o presidenta.
SERIAS DUDAS RUMBO A 2024
Si nos atenemos a la percepción, la obsesión del presidente por desmantelar al INE revela que AMLO tiene serias dudas de un triunfo para su partido en la elección de 2024 y tiene de aquí hasta junio de 2023 para modificar las reglas.
Lo intentó ya con una reforma electoral que no consiguió los votos necesarios, y ahora viene con el Plan B, que consiste en modificar ya no leyes constitucionales, sino reglamentos y leyes secundarias para los cuales le basta con una mayoría simple.
El plan B tiene como objetivo desarticular al INE. El Instituto desde hace 25 años ha sido eficiente e imparcial en el desarrollo de las elecciones. Si logran desarticularlo se dejarán las elecciones en un terreno dudoso.
De tal forma que, si gana Morena, el presidente reconocerá la elección. Pero si la pierde utilizará todo el aparato del Estado para impugnarla e imponer su voluntad. Y aquí la ministra presidenta Norma Piña es la única carta con la que cuenta la nación para hacer valer la Constitución y evitar un Maximato lopezobradoriano.
La aprobación del plan B está pendiente en el Senado y Morena está jugando con los tiempos. Sin embargo, no podrá extender el plazo más allá del 30 de abril. Después de esto, AMLO tiene 40 días para publicar el Plan B en el Diario Oficial de la Federación.
UNA CHICANADA LEGAL
En cuanto se publique, las impugnaciones no se harán esperar, y llegarán a la SCJN; pero no puede publicarlo después del 1 de junio, pues de publicarlo un día después, las modificaciones no entrarán en efecto en la elección de 2024. Y, claro, si se espera al último momento no habrá tiempo para impugnarlo.
Lo anterior ha sido descrito por el senador Manuel Añorve como una chicanada legal. Sin embargo, los expertos legales dicen que esto es una interpretación cándida del legislador, pues después del 1 de junio hay un plazo de 90 días para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación examine y sentencie las impugnaciones a la ley. De determinarse que hay inconstitucionalidad en los reglamentos, estos quedan sin efecto.
Se prevén recursos de inconstitucionalidad y amparos en contra del plan B. La SCJN recibirá estos y la ministra presidenta designará un ministro para que elabore un proyecto que luego se discutirá en el pleno de la Corte. Para declarar la inconstitucionalidad se requieren ocho votos de los 11 ministros de la corte.
Los ministros que habrán de votar son: Norma Piña Hernández, Jorge Mario Pardo, Alfredo Gutiérrez, Loreta Ortiz Ahif, Javier Laynez, Luis María Aguilar, Arturo Zaldívar, Juan Luis González Alcántara, Margarita Ríos Farjat y Yasmín Esquivel Mossa.
NORMA PIÑA, LA PIEDRA EN EL ZAPATO
La primera es la presidenta de la Corte, los últimos tres llegaron a sus ministerios gracias al presidente. Y Arturo Zaldívar es amigo personal de López Obrador.
Así, en la votación el presidente cuenta con la cantidad suficiente de votos incondicionales para que flote el plan B. Sin embargo, hay dos ministros de entre los tres que López Obrador designó que han votado en contra de sus iniciativas por ser contrarias a derecho.
Habrá que ver de qué instrumentos de presión o coerción se vale el presidente y si los ministros aguantan sus embates y deciden de acuerdo con la categoría de su investidura o ceden ante el poder presidencial.
El otro asunto alrededor del INE es la elección de cuatro consejeros electorales entre los cuales está el consejero presidente. El proceso para elegirlos ya comenzó y habrán de requerirse los acuerdos de dos terceras parte de la cámara para elegirlos.
Si esto no se da habrá un sorteo y este puede llegar a la Suprema Corte. Si esto sucede, Norma Piña habrá de ser el fiel de la balanza para que el sorteo se lleve a cabo de acuerdo con las reglas y sin trampas.
Esa es la gran piedra en el zapato de López Obrador: Norma Piña. Una presidenta de la Corte que cree en la Constitución y en las leyes que de ella emanan y que sabe que su deber es que se cumplan sin trampas ni triquiñuelas.
VAGÓN DE CABÚS
El peso se ha revaluado y ha ganado casi un 5 por ciento de su valor, pero si vemos el precio más alto en que ha estado su ganancia se remonta a 20 por ciento. Lo paradójico es que la fortaleza del peso parece ir por una ruta distinta al crecimiento del PIB y a la fuerza económica del país, la cual por los indicadores económicos se ha contraído. De esto nos ocuparemos en nuestro próximo artículo. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.