¿Cómo es el sonido ambiental de una gran ciudad? Para responder a esta pregunta, Aaron Reiss, periodista estadunidense, y Óscar Molina Palestina, académico del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE) y doctor en historia del arte, armaron la historia audiovisual “Los sonidos de la Ciudad de México”, disponible desde hace unas semanas en inglés y español en el sitio The Pudding.
Con niños jugando al fondo, música grupera, gritos de vendedores ambulantes, camiones en trayecto, silbidos y afiladores yendo en bicicleta, los creadores trataron de retratar el sonido de la capital mexicana con sus 9 millones 209, 944 habitantes, según el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Para disfrutar el material, basta con subir el audio del dispositivo electrónico, mientras observas las imágenes que acompañan el texto.
“Las ciudades son lugares donde el comercio, el entretenimiento y el drama humano se desarrollan bulliciosamente en el espacio público —en las calles, las aceras, en las plazas y parques—. La vida crea un paisaje sonoro único en cada metrópoli”, dice una de las primeras líneas del texto.
En la Ciudad de México —nombrada por el político británico Charles Joseph La Trobe como la “Ciudad de los Palacios”—, muchas notas del paisaje sonoro provienen de los trabajadores itinerantes, en gran parte del sector informal, que recorren las calles y callejones vendiendo productos como tamales, elotes, pan, camotes y merengues.
También van comprando cosas y ofreciendo servicios, tal es el caso del afilador que toca una flauta de pan. Sin embargo, cada uno llama a sus potenciales clientes con un sonido o grito único e identificable.
CERCA DE 1 MILLÓN DE VENDEDORES AMBULANTES, EN LA CIUDAD DE MÉXICO
Con la programación web a cargo de Michelle McGhee y las ilustraciones de Diego Parés, según “Los sonidos de la CDMX”, hoy en día aproximadamente 800,000 vendedores ambulantes se ganan la vida en las calles y rincones capitalinos, ocupando un lugar importante en el sistema económico y cultural de la urbe.
Un oficio icónico, visible sobre todo en el Centro Histórico, es el de los organilleros. Con un sonido bastante peculiar, consiste en una caja de madera con manivela y puntillas de bronce que llegó a México a finales del siglo XIX. El trabajo de estas personas es hacer girar el cilindro que puede tocar hasta ocho piezas. Resulta una labor artesanal y de tradición.
“Por ejemplo, Jony Albino, quien trabaja como organillero con su esposa y su hermana, no es dueño del instrumento. La familia renta el órgano por 200 pesos al día —aproximadamente el precio de una comida para los tres—. En un buen día pueden ganar más del doble, en otros puede que solo junten el pago del alquiler del aparato”, relata la historia.
En la ilustración final se puede observar estructuras emblemáticas como la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), El Ángel de la Independencia, Bellas Artes, la Basílica de Guadalupe y el Palacio Nacional, desde donde el presidente Andrés Manuel López Obrador emite sus conferencias matutinas. N