Para Beatriz Mendivil, recibir la medalla Pro-Conciencia resulta un acto inmerecido, pero gratificante a la vez. Hace casi tres décadas donó su riñón a Ignacio Holtz Hale, diagnosticado con insuficiencia renal y a quien describe como “sostén de vida, complemento y compañero ideal”.
Hoy, hablar del también ingeniero mexicano provoca una nostalgia visible en su esposa, consejera honoraria del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México. Aunque él falleció en octubre pasado, ambos siguen siendo pilares del trasplante de órganos en el país.
Preguntar sobre Ignacio Holtz es soltar un balde cálido a Beatriz. Con lágrimas, que intenta disimular llevando su mano al rostro en cada pausa, afirma haber tenido un matrimonio armonioso y entregado.
Conoció a Nacho —como le gusta decirle— a finales de 1980. Entonces calculista, amante del diseño, la pintura y arquitectura, ya tenía tres hijas, quienes junto a los cuatro descendientes de Mendivil formaron una gran familia de nueve integrantes.
“Estudié en Hermosillo. Llegué a México en 1981, empecé mi negocio de compra y venta de arte. En el año nuevo del 88 al 89 conocí a Nacho, con quien me volví a casar. Eta es una medalla que representa un premio a la complementariedad, en este caso de una pareja; no solo porque le di el riñón. Para mí fue fácil porque he recibido 1,000 veces más de lo que ofrecí”, relata Beatriz en entrevista con Newsweek en Español.
BEATRIZ MENDIVIL, EJEMPLO DE AMOR Y LEALTAD
Desde el Club de Industriales, ubicado en la capital mexicana, Beatriz Mendivil, sonorense que se autoconcibe como feminista, fue galardonada con esta medalla por su ejemplar complementariedad que detonó en más de 1,500 trasplantes, acto plausible llevado por decenas de asistentes.
La Asociación Mundial Pro-Conciencia —convocante del evento— resalta los dones, talentos y virtudes de quienes por su perfección en lo que hacen son un ejemplo para el mundo y fortalecen los rubros del arte, la ciencia y tecnología.
En un video de casi 16 minutos transmitido en la premiación, Beatriz narró el padecimiento de su pareja, quien empezó con presiones muy altas y jaquecas terribles.
Después del diagnóstico, la única certeza para sobrevivir era un trasplante de riñón. Así, Ignacio Holtz encaminó un futuro incierto, se anotó en una lista para recibir un órgano cadavérico, pero luego de un año de permanecer registrado, se percató de que podían pasar más de 1,825 días antes de recibir un riñón.
UN TRASPLANTE DE 25 AÑOS
“Su creatinina era muy alta. Faltaba poco para empezar la diálisis. Ahora, el 28 de julio, íbamos a cumplir 25 años del trasplante, y jamás pensamos que duraría tanto. Posterior a ese evento, queríamos ayuda a las personas con insuficiencia renal. Arrancamos con pláticas en escuelas, grupos, y una de ellas en el Club Rotario Cuajimalpa, ahí Nacho vio la posibilidad de trasplantar a personas de escasos recursos”, dice.
Durante esa época, José Antonio González Fernández era el secretario de Salud. En esa vía, el ingeniero Holtz dedicó más de 20 años de su vida al poyo de personas que padecen la “enfermedad silenciosa” (insuficiencia renal), acompañado del amor de su vida.
Junto con la fundación de la familia Slim y el programa Solo por Ayudar, de Lolita Ayala, organizó un programa para trasplantar a personas sin recursos en el hospital ABC y en el Instituto de Trasplantes de Cuernavaca.
Con estos programas se llegó a trasplantar a miles de pacientes en estado vulnerable. También llegaron a fundar el Centro de Córneas Mexicanas, A. C. De acuerdo con información oficial, en 2016 se instituyó a nivel mundial el programa Holtz Beahon Kidney Trasplant Program, en donde, hasta 2020, Ignacio fue presidente del Comité de Subvenciones Humanitarias.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
En ese sentido, la profunda compenetración de Beatriz con la responsabilidad social la lleva a trabajar como consejera en el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, siendo un puente entre los habitantes y las autoridades. Además, es miembro del grupo 50+1, donde impulsa la participación de las mujeres en los espacios de decisión.
“Hace 14 años me invitaron como consejera ciudadana. Han pasado varios sexenios, cambios de presidentes de Consejo, pero me siguen invitando. Sobre 50+1, es un grupo plural, hay académicas, políticas, gobernadoras y empresarias. Hemos luchado por la paridad de la mujer y su empoderamiento”, apunta la sonorense.
Aunado a lo anterior, Beatriz mantiene una estrecha relación con el arte. Basta observar todos los detalles de su casa, calificada como una “carta de amor al Art nouveau”. Escondida entre follaje, se ubica en la colonia Lomas de Chapultepec. Con una dimensión de 2,300 metros cuadrados, es un deleite visual para todos los espectadores.
“Me gusta la decoración, amo las cosas bellas: el arte, la pintura y las antigüedades. En los últimos ocho años me he dedicado a los libros y manuscritos antiguos”, resalta Beatriz, quien igual es cofundadora del Centro Cultural Universitario de Hermosillo.
“LA COMPLEMENTARIEDAD ES UNA SUSTANCIA DIVINA”
Entre las figuras condecoradas con esta insignia destaca Marinela Servitje, pieza clave en proyectos como Papalote Museo del Niño y el Museo Nacional de Energía y Tecnología; Víctor Manuel Pérez García, promotor de la primera escuela en la Sierra Norte de Puebla, en Xochimilco Pahuatlán, así como la empresaria y dueña del parque acuático El Rollo, María del Carmen Quevedo López.
“Conozco a Beatriz desde hace 38 años. La complementariedad es una sustancia divina del amor hacia otro ser. Todos los seres vivos nacemos con ella para usarla y añadir fuerza y vida a otros. Esta es servicial y solo goza sin juzgar”, comparte la fundadora de Pro-Conciencia, Beatriz Lobo, una mujer de cabello blanco que nunca se cansa, cuyo ideal —para algunos utópico— es crear una sociedad menos egoísta. N
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