La humanidad se enfrenta a la disyuntiva de “cooperar” ante el cambio climático o “morir”, advirtió este lunes 7 de noviembre el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ante un centenar de líderes reunidos en Egipto con motivo de la COP27.
“La humanidad tiene una elección: cooperar o morir. O un pacto por la solidaridad climática, o un pacto por el suicidio colectivo”, dijo Guterres en su discurso.
“Hemos visto una catástrofe tras otra. En cuanto nos recuperamos de una, viene otra”, lamentó el anfitrión y presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi.
“No podemos aceptar que nuestra atención no esté en el cambio climático” pese a “la guerra de Ucrania y otros conflictos”, porque “el cambio climático tiene su propio calendario”, advirtió el jefe de la ONU.
La cita climática anual de la ONU será una nueva etapa del forcejeo habitual entre países industrializados y en desarrollo, básicamente en torno al dinero que hay que destinar para adaptarse a los cambios, reducir la emisión de gases de efecto invernadero y eventualmente pagar el inventario de daños y pérdidas.
PRESENCIA LATINA SE RESUME EN DOS MANDATARIOS
“Estados Unidos y China deben responder” al desafío ya que los europeos son “los únicos que pagan”, declaró Macron en un encuentro con jóvenes, antes del plenario.
Los grandes países emergentes “tienen que abandonar rápidamente” el carbón como fuente energética, exigió el mandatario francés. El presidente chino, Xi Jinping, no acudirá a la COP27. El presidente estadounidense, Joe Biden, sí que vendrá, por unas horas el 11 de noviembre.
La presencia latinoamericana este año en la cumbre de líderes se reduce a dos mandatarios: el colombiano Gustavo Petro y el venezolano Nicolás Maduro. Para los próximos días se espera la llegada del presidente electo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, invitado por Egopto.
Petro denunció en su discurso el “fracaso” de las conferencias del clima, y propuso un decálogo de medidas radicales para evitar “la extinción” del planeta.
“Sólo es la planificación pública y global multilateral la que permite pasar a una economía descarbonizada mundial. La ONU debe ser el escenario de dicha planificación” dijo.
Propuse un decálogo de medidas para afrontar mundialmente ĺa solución a la crisis climática pic.twitter.com/333Hz41skJ
— Gustavo Petro (@petrogustavo) November 7, 2022
SEQUÍAS E INUNDACIONES
Tras una intensa negociación, los países miembros de la COP aceptaron debatir en Egipto la creación de un fondo específico para paliar los efectos de sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos.
No se trata de indemnizar a los países pobres, insisten los naciones industrializadas, que son las que históricamente han emitido masivamente los gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático.
La mayoría de los países miembros de la COP, agrupados en el denominado G77, liderado actualmente por Pakistán, consideran en cambio que sí cabe hablar de compensaciones, y que hay que entregarlas lo antes posible.
Pero que se vaya a hablar de “daños y pérdidas” en Sharm el Sheij no significa que vaya a crearse ese fondo. Los países tienen aún dos años para seguir negociando. La desconfianza reina, máxime cuando los países industrializados siguen sin cumplir con el objetivo de movilizar 100,000 millones de dólares anuales para ayudar a los pobres a recortar sus emisiones y también a adaptarse a los efectos del cambio climático.
A la cuestión financiera se suma la preocupación primera de recortar las emisiones de gases causantes del efecto invernadero, en un contexto revolucionado por la crisis del suministro energético en Europa, a causa de la invasión rusa de Ucrania, y el auge renovado del gas.
REDUCCIÓN DE EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO
Desde el año pasado, menos de 30 países reforzaron sus objetivos de reducción de emisiones, a pesar del compromiso común de los casi 200 miembros de la COP.
Con todos los indicadores climáticos en rojo, la cumbre se anuncia como un delicado ejercicio de equilibrismo entre la exigencia de recortar emisiones, y el argumento de países en desarrollo de que los más industrializados no les pueden negar el derecho a explotar ahora sus hidrocarburos.
El tiempo apremia cada vez más, ya que según las recientes previsiones de la ONU el calentamiento podría alcanzar +2.4 ºC hacia el año 2100 e incluso +2.8 ºC si se mantiene la trayectoria actual.
Unos niveles muy superiores a los +1.5 ºC que preconiza el Acuerdo de París de 2015. La ONU propuso por otro lado un plan de acción de más de 3,000 millones de dólares para que de aquí a cinco años toda la población mundial esté protegida por un sistema de alerta temprana de desastres meteorológicos.
ACTIVISTAS CLIMÁTICOS APARTADOS DE LA COP27
El militante ecologista Nyombi Morris vino a Egipto desde Uganda con la ilusión de poder hablar a los dirigentes reunidos en la COP27, manifestarse, expresar la voz de los africanos afectados por el cambio climático. Pero desde que llegó al aeropuerto sus proyectos chocaron con unas medidas de seguridad que lo han mantenido apartado.
Morris tenía apenas 10 años cuando unas inundaciones, agravadas según él por la extracción ilegal de arena en las orillas de un río cercano, se llevaron por delante la casa y la granja de su familia en Butaleja, en el este de Uganda.
“Estoy aquí para dar voz a mi madre, que perdió su granja y su casa en 2008”, cuenta este hombre de 24 años.
Cuando se enteró de que la COP27, la cumbre anual del clima, se desarrollaría en Sharm el Sheij, en Egipto, Morris, fundador de la ONG Earth Volunteers, decidió viajar para hacer oír su voz y la de los suyos.
“Estoy aquí para pedir compensaciones en favor de mi comunidad”, asegura.
Sin embargo, los obstáculos no faltaron desde el primer día. Para manifestarse, hay que pedir una acreditación 36 horas antes, precisando los nombres de los organizadores, sus datos de acceso y el detalle del desarrollo de la marcha. Si se logra obtener autorización, las manifestaciones están permitidas sólo “entre las 10:00 y las 17:00 horas”, según los organizadores, y en una zona específica, apartada.
Morris fue recibido con un interrogatorio nada más aterrizar en Sharm el Sheij, una ciudad turística a orillas del mar Rojo.
“A la vista del interrogatorio que tuve en el aeropuerto, no va a ser fácil hacer lo que habíamos previsto”, dice el activista, que pretendía entrar en las salas donde se desarrollan las negociaciones.
ESPACIO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Y es que todos los militantes contra el cambio climático tienen en mente la historia de su compañero indio Ajit Rajagopal. Una semana antes de la COP27, quiso simbólicamente recorrer en ocho días los 500 km que separan El Cairo de Sharm el Sheij.
Pero nada más salir fue detenido, al igual que el abogado egipcio que vino en su ayuda. Los dos fueron luego liberados gracias a una movilización internacional.
“Con lo que le pasó a ese activista indio, ¿cómo podemos estar seguros de que nos van a dejar tranquilos?”, se pregunta Morris.
Según Volker Türk, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, “todo el mundo debe poder participar plenamente en la COP27”. Y eso “incluye a la sociedad civil”.
Pero Adam Coogle, de la oenegé Human Rights Watch (HRW), afirma que “el poder egipcio no tiene ninguna intención de suavizar sus medidas de seguridad abusivas para darle espacio a la libertad de expresión y reunión”.
Según las ONG, ya hubo al menos 151 “detenciones arbitrarias” al hilo de unas convocatorias para manifestarse en otros lugares de Egipto el 11 de noviembre contra la represión y la carestía de vida.
“La COP se desarrolla en África, pero no nos han dado ninguna posibilidad de expresarnos. ¿Qué hacemos aquí entonces?”, se pregunta Morris.
LA COP DE LOS CONTAMINANTES
“Más que la COP africana esto es la COP de los contaminantes, mira Coca-Cola”, dice el ugandés refiriéndose a este patrocinador oficial de la cita climática, que según Greenpeace es “el primer responsable de la contaminación con plástico en el mundo”.
Mientras tanto, los activistas se quedan “fuera” y “no pueden participar en las negociaciones”, como tampoco “reclamar los 100,000 millones de dólares anuales prometidos en 2009 y nunca entregados” por los países desarrollados a los países del sur, para que reduzcan sus emisiones y se adapten a los efectos del calentamiento, añade el activista ugandés.
Este domingo, desafiando las restricciones, un puñado de activistas de un grupo vegano se manifestaron con pancartas en las que se leía “Be vegan, make peace” (sean veganos, hagan la paz), en la entrada del palacio de congreso. N
(Con información de AFP)