Hace veinte años, el petrolero “Prestige” se hundió frente a las costas de Galicia, en el noroeste de España, con 77,000 toneladas de crudo a bordo. Fue el comienzo de uno de los peores vertidos de petróleo de la historia de Europa.
Petróleo “por todas partes”, playas “negras” y pescadores que “no podían faenar”. En España, la tragedia del “Prestige” provocó una auténtica conmoción, todavía “omnipresente” en la memoria de la gente, explicó a la AFP Alberto Blanco, exalcalde de Muxía, un pueblo que vivió la catástrofe en primera línea.
Fue frente a las costas de esta localidad de 4,000 habitantes, situada al oeste de A Coruña, donde el petrolero liberiano hizo una llamada de socorro el 13 de noviembre de 2002, después de que apareciera una brecha de varios metros en su costado derecho durante un temporal.
“El barco estaba escorado en unas condiciones de mar fuerte, con un oleaje de unos 6 o 8 metros de altura”, recordó Blanco, que corrió a ver qué ocurría en cuanto supo del accidente. El buque “estaba muy cerca de la costa, la situación era muy grave”.
El 14 de noviembre se tomó la decisión de evacuar a la práctica totalidad de la tripulación. El “Prestige”, un buque monocasco propiedad de una familia griega de armadores domiciliada en Liberia, pero con pabellón de las Bahamas, empezó a derramar su fuel viscoso y denso en el océano.
Pretendiendo alejar el peligro, las autoridades decidieron remolcar el buque mar adentro, primero hacia el noroeste y luego al sur, en vez de acercarlo a un puerto para contener la fuga. Una decisión polémica, mientras la tempestad continuaba.
Tras seis días a la deriva, el 19 de noviembre, el barco se partió en dos, a 270 kilómetros de la costa española, y se hundió en las frías aguas del océano Atlántico a 3,500 metros de profundidad, provocando la peor marea negra de la Península Ibérica.
PRESTIGE DEJA MÁS DE 60,000 TONELADAS DE COMBUSTIBLE
“Las dimensiones de la catástrofe fueron inmensas”, con consecuencias “en España, pero también en Portugal y en Francia”, donde se encontraron innumerables manchas de fuel, desde el litoral de Aquitania hasta Bretaña, recordó Sara del Río, responsable de investigación de la ONG Greenpeace España.
Según las estimaciones disponibles, 63,000 toneladas de fuel acabaron en el mar, ensuciando 2,900 kilómetros de costa. Casi 200.000 aves marinas murieron, a pesar de la intervención de decenas de miles de voluntarios.
“Las rocas estaban llenas de chapapote todo negro, las playas también. Limpiarlas era superdifícil porque estaba viscoso y pegajoso, y el chapopote siempre regresaba con la marea. Daba una sensación de impotencia y de rabia”, rememoró Blanco. “Era un combate sin fin”.
Este combate, tras largos meses de limpieza, acabó en los tribunales. Al término de un largo pulso, la justicia condenó en 2016 a dos años de cárcel al capitán griego del petrolero, bajo tratamiento médico en la época del accidente, y al frente de una tripulación poco experimentada.
Declarados responsables civiles, el propietario liberiano y la compañía de seguros británica fueron condenados a pagar 1,500 millones de euros de indemnización (prácticamente lo mismo en dólares al cambio actual), en su mayoría al Estado español, mientras que Francia recibió 60 millones de euros.
PODRÍA REPETIRSE CATÁSTROFE QUE DEJÓ UNA MAREA NEGRA
Una decisión saludada por las ONG que lamentaron, sin embargo, la ausencia de políticos en el banquillo de los acusados, pese a las decisiones “desastrosas” que, a su juicio, tomaron el gobierno de la época, del conservador José María Aznar, y las autoridades regionales gallegas.
“Hubo decisiones desacertadas, como alejar el barco, en lugar de acercarlo a un puerto para controlar de alguna forma el impacto que pudiera tener. Hizo que el impacto se extendiera de tal forma que fue imposible controlarlo”, estimó Sara del Río, para la que, además, “no se sacaron todas las conclusiones necesarias”.
Prohibición de los petroleros monocasco frente a las costas de la Unión Europea, protocolos precisos en caso de naufragio, aumento de las inspecciones: tras el naufragio del “Prestige”, se adoptaron varias decisiones importantes para mejorar la seguridad del transporte de productos peligrosos, pero estas medidas no eliminaron totalmente el riesgo de una nueva marea negra.
“En cualquier momento se podría repetir una catástrofe como la del ‘Prestige’. Primero, porque siguen existiendo buques que están transportando petróleo y que están en malas condiciones. Y segundo, porque cada vez se transportan más combustibles fósiles”, estimó la responsable de Greenpeace. N