El primer objetivo de desarrollo sostenible de la ONU es la erradicación de la pobreza. Al ser un tema fundamentalmente económico, la erradicación de la pobreza es también un problema de salud mental y cerebral. En esta oportunidad vamos a profundizar en la neurociencia de la pobreza y por qué es tan importante para la toda la sociedad.
DEL ESTRÉS AL DISTRÉS
Somos una sociedad que vanagloria el estrés como combustible productivo. Desde los albores de la administración científica, siempre se consideró que el ser humano era más efectivo cuando algo le representaba una sobrevivencia a cuando solo le representa una opción.
La premisa del estrés como movimiento preciso, enfocado y efectivo para lograr objetivos, fue clave en el desarrollo de la productividad humana en las épocas de la industrialización. Sin embargo, como todo proceso en sobreuso, lo que no sabíamos es que el estrés tiene una función puntual de sobrevivencia, siendo contraproducente cuando se extiende por largos periodos, dando origen al distrés.
La idea de pasarnos todo el día en un mecanismo de sobrevivencia es antinatural para el ser humano, y afecta considerablemente el sistema nervioso. Un sistema nervioso que no tiene la capacidad de restaurarse y equilibrarse lleva al deterioro e incluso a tomar malas decisiones.
LA MENTALIDAD DE CARENCIA
La mentalidad de carencia es el patrón que se desarrolla a nivel cognitivo, donde el miedo constante a la falta y el miedo a perder lo que se tiene nos lleva a tomar decisiones cortoplacistas. Es un reto para el cerebro en sobrevivencia llegar a “relajarse” para poder proyectar y planificar a un futuro de largo plazo.
En épocas anteriores, cuando los padres tenían varios hijos, la mayor parte de su tiempo giraba alrededor de trabajar con sacrificio para sacar adelante a la familia. Esta forma de producir, teniendo un objetivo noble que era proveer a los hijos de lo que necesitaban para que tuvieran una mejor vida, influye notablemente en la formación cerebral de los niños, quienes no solo aprenden una manera de producir, sino que se modifica la estructura cerebral a partir de la experiencia de sus padres.
ESTRÉS FINANCIERO Y LA NIÑEZ
Estudios realizados en el centro de neurociencia y sociedad de la Universidad de Pensilvania evidenciaron que los padres sometidos a estrés financiero generaban una reducción en el volumen de materia gris en sus hijos. Entre las consecuencias de este hecho se encuentra el incipiente desarrollo del lenguaje, la reducción de la memoria y la incapacidad para regular las emociones y los pensamientos.
La neurociencia pone sobre la mesa una conversación que puede resultar muy confrontadora para la sociedad moderna, y es el hecho de que la gestión financiera de los padres pobres y la ayuda para que estos salgan de la situación de pobreza permite el desarrollo de una sociedad emocionalmente más sana.
Muchas de las políticas sociales que se han desarrollado a lo largo de la historia humana han tenido como objetivo la ayuda puntual de forma económica, basándonos en la premisa de que una persona en caso de extrema pobreza tiene la misma claridad de pensamiento y calidad de acción que tiene una persona con una vida económicamente más holgada.
POBREZA: UNA SITUACIÓN, NO UNA IDENTIDAD
La evidencia deja claro lo contrario: la empatía social es clave cuando se trata de ayudar al prójimo, aprendiendo a ver el mundo bajo su óptica, sus prioridades e, incluso, su carga cognitiva. Esto no implica denigrarlo, sino apoyarlo desde donde está y apoyarlo de forma asertiva.
Puedo yo, desde mi propia experiencia creciendo en un entorno altamente vulnerable, reconocer que la solución al problema de la pobreza no solo implica el acceso a recursos, sino también el empoderamiento de las familias en estado de pobreza extrema: ayudarlos a reconocer que es una situación y no una identidad no sólo suma a la gestión emocional de los padres, sino que influye sobre la esperanza de un mejor futuro para los hijos. N
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Joselyn Quintero es especialista en neurofinanzas, autora de varios libros, conferencista y directora de Armonía F. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.