“La raíz de todas las pasiones es el amor. De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y desesperación”, escribió el poeta y dramaturgo Lope de Vega Carpio. Amar resulta una emoción multifacética, asociada a cambios fisiológicos y sociales. En ocasiones, es tanto el deseo de estar con alguien que las parejas reafirman su compromiso ante un juez. Así, el matrimonio influye de manera positiva en sus vidas por el principio de libertad, hasta que la falta de sexo, poca comunicación o infidelidades provocan rupturas.
Dentro del marco conyugal, el sexo es un factor importante para la relación. De acuerdo con especialistas, quienes están en el inicio del matrimonio tienen sexo frecuentemente, en contraste con aquellos que han acumulado años de casados, pues su impulso sexual va menguando con el tiempo.
Sin duda, las relaciones sexuales tienen cuantiosos beneficios para la salud. Este acto inunda el cerebro de sustancias químicas que producen una sensación de bienestar y reducen los niveles de cortisol, hormona responsable del estrés. Además, los valores más altos de dopamina y oxitocina terminan en orgasmos. Entonces, ¿cómo se encierran las personas en un matrimonio sin sexo?
FALTA DE SEXO CON MI PAREJA
Hasta ahora, no hay cifras oficiales que sirvan para categorizar un matrimonio sin actos sexuales, pero los estudios hablan generalmente de este caso cuando se trata de parejas que no han mantenido relaciones en el último año o de matrimonios en donde la intimidad sucede 10 veces o menos en 12 meses.
Gill Booth, consejero especializado en terapia psicosexual, apunta que la razón por la cual las parejas dejan de tener sexo depende de cada relación individual. Todos somos diferentes, tener más o menos sexo que la norma no es un problema si ambos son felices. Pero si la frecuencia de tu vida sexual está causando conflictos, hay alternativas.
“Analizamos la calidad de la relación, pero también los cambios sexuales en el estilo de vida, como el estrés, duelo, la enfermedad o los niños”, comenta en entrevista con Newsweek.
Las necesidades sexuales de cada persona son importantes y no se refiere solo a la libido. Tener lenguajes de amor que no empatan pueden llevar a un “vacío emocional”, incluso para parejas que llevan juntos mucho tiempo. Entre las principales causas por las que asisten a consulta con un terapeuta son por la disritmia sexual y la limitada o nula comunicación.
La disritmia, mejor conocida como diferencia de timing o asincronía, se presenta cuando los disparadores del deseo sexual en cada miembro de la pareja son muy diferentes. Mientras uno tiene ganas de tener relaciones, nuestra contraparte está inactiva.
“Algunas personas necesitan sentirse conectadas emocionalmente antes de tener relaciones y otras se sienten conectadas después de tener sexo”, detalla.
PRINCIPIOS DE LIBERTAD, ADECUACIÓN Y SATURACIÓN
Para Isachar Villa, sexólogo especializado en temas de género y docente universitario, existen siete ejes que mueven al matrimonio: atracción física; atracción psicológica (tiene la inteligencia emocional que necesito); atracción intelectual (me gusta cómo piensa mi pareja y abordamos temas de interés mutuo); respeto; sexo; confianza, y comunicación.
“Hay que hacer una dinámica de actualización en el matrimonio, preguntarnos cómo estamos en la relación, para dónde vamos, cómo te sientes, cómo me percibes y si hay problemas, qué acuerdos vamos a tomar para seguir en la misma tangente o separarnos”, explica.
Aunado a lo anterior, hay tres principios básicos de toda relación de pareja: libertad, adecuación y saturación, los cuales rigen el ciclo del matrimonio. El primero aborda el “estado de voluntad”; en esta etapa los involucrados están ilusionados y solo hallan virtudes en la otra persona. Aquí las emociones que predominan son euforia y excitación, incluso el cerebro libera grandes cantidades de dopamina y serotonina. También se acompaña de continuos encuentros sexuales.
Con en el tiempo, cuando se consume la relación, aparece el principio de adecuación, es decir, las actitudes de tu pareja ya no son consideradas todas como buenas. La razón impera y las decisiones son más racionales que emocionales.
“Entonces aparece el principio de saturación. Es todo lo contrario, vemos todos los defectos y ya no nos gusta, nos saturamos de la persona y eso también se refleja en el sexo. Antes me ahorcabas o nalgueabas y disfrutábamos del sexo oral. Aunque me parecía maravilloso, hoy ya es costumbre”, señala.
“MARIANIZACIÓN” DE LA MUJER
Dentro del matrimonio también se puede alcanzar la “marianización” de la mujer. Según Isachar Villa, sucede cuando la mujer que ya es madre, vive bajo la concepción de “sacrificarme por mi familia, haciéndome a un lado”, lo que provoca la pérdida del encuentro íntimo.
“Las creencias siguen permeando en la sociedad y te cuestionas: ‘No puedo hacer eso porque ya soy mamá y tengo que dedicarme a mis hijos y esposo’. Por ende, baja la libido”, asegura.
Mantener vivo un romance requiere de esfuerzo. Para encontrar la raíz del problema, Villa recomienda trabajar desde el origen y concentrarse en fortalecer la relación como un todo. Enmendar nuestro vínculo conlleva poner en práctica las etapas de la “teoría de los tres mundos”: sociooperativa, familiar y nuestra exclusiva.
En primera instancia, la sociooperativa se refiere a nuestra organización como pareja: gastos, relaciones de amistad, quién se hace cargo de tal tarea o deber. Dentro del área familiar, involucra el tiempo con los hijos —si los hay—, pasar tiempo con los suegros y demás parientes. Finalmente, la tercera fase es cuando comparten intereses y actividades juntos como viajar o celebrar su aniversario, además de solucionar esa sequía sexual.
Es común que con las exigencias de la vida no haya tanto tiempo para la pareja. Por eso algunos consejos para reavivar la pasión son no temer a las fantasías, tener contacto visual, generar citas nocturnas y asistir a terapia sexual.
“No hay que convertir la relación en un campo de batalla; el amor se riega todos los días. Un patrón de comportamientos puede revertirse”, concluye. N