A más de cinco meses de iniciada la guerra rusoucraniana, hoy los reflectores parecen haber dejado en segundo plano este asunto, el cual, pese a las sanciones de Occidente, lo único que han logrado ha sido el fortalecimiento de la economía rusa. Ello se muestra, entre otros aspectos, en la paridad del rubro frente al dólar. En tanto, quienes más han visto afectadas sus economías han sido los países europeos encabezados por Alemania, los cuales dependen fuertemente del gas y otros energéticos procedentes de Rusia.
La guerra entre Rusia y Ucrania no es sino el detonante de una nueva geopolítica hegemónica global pospandémica. En esta, Estados Unidos ve con amplia preocupación el posicionamiento de sus principales rivales en distintos espacios geográficos, incluidos Oriente Medio, en detrimento de su influencia tradicional.
Por otra parte, China, a pesar de la crisis mundial, mantiene un fuerte crecimiento económico que la acerca cada vez más a regiones como América Latina y África. En tanto, Rusia se consolida en Asia central y Oriente Medio.
Resulta sorprendente la reciente visita de Joe Biden a Arabia Saudita pese a las fuertes críticas que recibió de la opinión pública estadounidense. Ante esta, el propio mandatario tuvo que justificarse con la publicación de un artículo en The Washington Post el pasado 9 de julio. El viraje de Biden es notorio, pues pasó de señalar a este país meso oriental como un Estado paria, y a su príncipe heredero como criminal, tal y como lo expresó en sus discursos de campaña, a verlo hoy como una pieza clave para el mantenimiento de la paz en la región y para el avance de los intereses estadounidenses.
OLVIDAR LO DICHO
Pareciera que se olvidó de los señalamientos en torno a los derechos humanos y el cuestionamiento al proceder de sus líderes que no se caracterizan por ser ejemplo de democracia.
Arabia Saudita había sido por décadas el aliado incondicional de Estados Unidos. No obstante, con el arribo del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca la distancia fue en aumento. Hoy Biden reconoce el necesario acercamiento con este país toda vez que su posición no solo es geoestratégica, sino un importante proveedor de petróleo, lo que resulta prioritario.
Ante el desabasto de gas y petróleo procedentes de Rusia, Estados Unidos y sus aliados europeos occidentales ven en Arabia Saudita un proveedor de recursos energéticos muy necesario ante el escenario incierto de la guerra.
No cabe duda de que las prioridades económicas, energéticas y de influencia geoestratégica sobrepasan los discursos de vecindad, cooperación, respeto a los derechos humanos y democracia.
Cabe destacar que pese, a la distancia geográfica, Arabia Saudita es una prioridad para la Casa Blanca, lo cual dista sustancialmente respecto a su vecino más próximo y con el que comparte más de 3,100 kilómetros de frontera.
En año y medio de gobierno que va de la administración actual, Joe Biden no ha visitado a su segundo socio comercial, México. Al tiempo, sí ha visitado a distintos países del continente europeo y a la tan cuestionada Arabia Saudita.
JOE BIDEN Y LO QUE LE CONVIENE
El príncipe heredero saudita, Mohamed bin Salman, a diferencia del mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha mostrado el gran poder que ejerce en la toma de decisiones de su país. Su capacidad de negociación es muy alta, ya que incluso no ha marcado distancia respecto de Rusia, por lo que para Joe Biden es imperativo este acercamiento con el objetivo de afianzar su relación en la región y tratar de modificar la percepción que existe de que Estados Unidos es un aliado poco confiable que abandona a sus socios como lo ha hecho en Irak, Afganistán y Yemen.
La visita de Joe Biden a Arabia Saudita nos recuerda una máxima del realismo político que sostiene que el interés nacional se antepone a cualquier otra premisa en política internacional.
Esta es una lección importante para el gobierno de México, ya que, mientras el mandatario mexicano ha visitado en cuatro ocasiones Estados Unidos, el inquilino actual de la Casa Blanca, lo mismo que su antecesor, Donald Trump, no ha pisado el suelo al sur de su frontera. Así, da muestras de que México es un socio garantizado por el que no hay que trabajar en exceso. N
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Luz Araceli González Uresti es profesora investigadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.