“He tenido varias vidas”, dice Oleg Sentsov. Ayer rodaba películas de renombre internacional, hoy está en el frente de combate en Ucrania con la convicción de que nada es más importante que defender a su país de la agresión rusa.
Imponente en su atuendo militar, el cineasta de 46 años, miembro de una unidad de las fuerzas especiales ucranianas en la región de Kramatorsk, narró el camino que transitó del cine a las cárceles de Vladimir Putin y luego a las trincheras del Dombás.
“He tenido varias vidas y no lamento nada”, declaró en una entrevista con AFP durante su día libre en Kramatorsk, centro administrativo de Ucrania donde la guerra arrecia desde hace meses.
Sentsov, director de las películas Gamer (2011) y Rhino, presentadas en el festival de Venecia en septiembre pasado, siempre ha sido un hombre comprometido.
Estuvo activo en Kiev en el movimiento proeuropeo del Maidán en el invierno 2013-14, que provocó la salida de un presidente ucraniano prorruso. Luego en Crimea, de donde es originario, anexionada por Moscú en 2014. Fue detenido ese mismo año y condenado en Rusia a 20 años de prisión por “preparación de actos terroristas”.
Enviado a una prisión en Siberia, extremo oriente de Rusia, el realizador fue liberado en 2019 en un intercambio de prisioneros entre Ucrania y Rusia. Su caso había motivado una movilización internacional, especialmente entre cineastas como Ken Loach, Pedro Almodóvar y Wim Wenders. En 2018, estando detenido, recibió el premio Sajarov del Parlamento Europeo.
“Yo comencé mi carrera de director a los 30 años, me tomé un tiempo de descanso en una cárcel rusa, volví al cine y ahora estoy en el ejército”, resume el cineasta.
¿OLEG SENTSOV EXTRAÑA EL CINE?
Abandonó su cámara sin miramientos el 24 de febrero, el día en que Rusia invadió Ucrania.
“Yo llevé a mi familia a Leópolis (oeste) porque me volví a involucrar en la defensa territorial de Kiev”, entonces bajo amenaza de las tropas rusas, explicó.
Sin formación militar, el director pasó semanas en puestos de control antes de ir a la primera línea de combate en el norte de la capital. Desde entonces ha seguido entrenando y “aprendiendo”, insiste, y se incorporó a una unidad de las fuerzas especiales encargada de derribar helicópteros y drones rusos.
“Formo parte de una unidad de inteligencia de apoyo y de defensa, de los grupos que operan especialmente los Stinger”, los lanzadores de misiles tierra-aire utilizados contra los aparatos que vuelan a baja altura.
¿Extraña el cine? “Es una parte importante de mi vida, pero solo una parte”, responde Sentsov, quien no pudo ver a su presidente, Volodimir Zelenski, cuando se dirigió al festival de Cannes en mayo.
“Hoy día vivo en un mundo totalmente diferente, donde todo tiene que ver con la guerra”, agregó el cineasta, quien ha visto de cerca los combates.
El mes pasado, el puesto en el que se encontraba cerca de Bajmut, al sureste de Kramatorsk, fue eliminado por un ataque. “No pudimos trasladar todos los cuerpos”, afirmó. Pero “al final de cuentas, Ucrania vencerá porque libra una guerra por su existencia”, afirma Sentsov.
“Putin y la Federación Rusa no aceptan que Ucrania y los ucranianos no son una colonia, sino un país independiente”, agregó al fustigar “las visiones claustrofóbicas, xenófobas e imperiales” de Moscú.
El cineasta convertido en combatiente continúa viviendo y amando. A inicios de julio se casó en Kiev con una abogada.
“La guerra es una verdadera prueba, y te deshaces de cosas inútiles. Solo quedan las cosas cruciales: el amor, la familia y los hijos por los que se lucha”, afirma. Y para él, “la vida es más grande que el cine”. N