DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
Analice usted la situación económica internacional y verá que más vale hacer reservas y poner sus ahorros a buen recaudo, pues desde afuera se nos viene encima un temporal en la economía que, si bien es ajeno a nuestro control, habrá de afectarnos seriamente.
En 2021 la inflación estadounidense totalizó 7.4 por ciento y la nuestra quedó en 7.36 por ciento. Y en el primer tercio de 2022 la inflación de Estados Unidos va en 8.5 por ciento y la mexicana, en 7.72 por ciento. De continuar la tendencia, la inflación estadounidense pronto podría rozar el 10 por ciento.
La causa para este ascenso en las tasas de inflación no se encuentra solamente en los desequilibrios de la epidemia que acabamos de sufrir, sino también en la abrupta ruptura de las relaciones comerciales con Rusia debido a la guerra de Ucrania.
El hecho de que en Estados Unidos sufran una de las inflaciones más fuertes de los últimos tiempos requerirá que los administradores de la economía apliquen medidas que habrán de impactarnos.
Hay colegas que comparan la situación con la de 1982 en función de la similitud en el incremento inflacionario estadounidense con el actual. Aquella vez la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) subió la tasa de referencia hasta un 20 por ciento. En agosto de ese año México declaró que ya no sería capaz de pagar su deuda y pidió una moratoria de 90 días.
LA SITUACIÓN NO ES COMPARABLE
El peso se devaluó de forma brutal y pasó de 29 a 150 pesos por dólar entre 1981 y 1982. Si bien es cierto que hay algunas similitudes, la situación de la economía nacional no es comparable.
La situación cambiaria en función de la flotación del peso ha sido estable. Y, por otro lado, los ingresos del gobierno no han caído abruptamente como en aquel entonces.
La forma de controlar la inflación del gobierno estadounidense es a base del aumento en las tasas de interés. En el caso que nos ocupa, es la indicada, pues los estadounidenses inyectaron 40 millones de millones de dólares a su economía y este aumento es imprescindible retirarlo.
Además, el ajuste se debe hacer lentamente, para dar tiempo a que el mercado absorba el ajuste sin colapsar la economía.
La inflación estadounidense actualmente roza el 9 por ciento anual, una cantidad brutal para una economía acostumbrada a inflaciones menores del 4 por ciento. Para controlar la situación, la FED subió su tasa de interés en medio punto porcentual. Sin embargo, esta todavía se encuentra por debajo del 1 por ciento.
En respuesta hace unos días el Banco de México (BdeM) subió sus tasas de interés a 7 por ciento para mantener el diferencial que hay entre las tasas estadounidenses y las mexicanas.
¿INVERTIR DÓLARES EN MÉXICO?
Este diferencial hace atractivo para los estadounidenses invertir sus dólares en México, y evita una fuga de capitales. Pero estos ascensos alteran el esquema de la economía y frenan el crecimiento.
El monto total, aproximado, de la deuda externa nacional es de 112,745 millones de dólares. Esto, a un tipo de cambio de 20 pesos, importa 2,254,900 millones de pesos. Si el peso tuviera un cambio de valor de 20 a 21 pesos el importe de la deuda externa subiría 112,745 millones de pesos.
La inversión en fuentes productivas en el país no ha crecido, la economía se ha encogido, y los ingresos del gobierno se han ajustado a la baja. Nuestra economía, así, se encuentra peligrosamente frágil.
Si las tasas de interés estadounidense suben tres puntos porcentuales, la tasa de referencia del BdeM habrá de subir a más de 10 por ciento, y esto presionará más a nuestra economía, pues las tasas de interés bancario aumentarán aún más y esto frenará a la economía. Mientras, la inflación, al venir de fuera, no se detendrá.
Es muy factible que las tasas de interés en ascenso produzcan una recesión en Estados Unidos y esto detenga primero la inflación y luego la reduzca. Pero a nosotros la recesión estadounidense nos puede salir muy cara, pues dependemos de las exportaciones al país vecino.
¿Y SI LA INFLACIÓN SE DESCONTROLA?
La producción del país de 2018 a la fecha se ha encogido y aún no alcanza el nivel que tenía en 2018. Al tiempo, las necesidades han crecido y los presupuestos para enfrentarlas se han reducido. Si la demanda de nuestros productos se reduce, esto vendrá a estancar nuestra economía. Y si, al mismo tiempo, la inflación se descontrola, nuestras familias sufrirán un drástico descenso en su capacidad para enfrentar las necesidades diarias.
Si pusiéramos dos panoramas, un optimista y otro pesimista, el optimista apostaría por el fin de la guerra de Ucrania y la remisión de la inflación. El pesimista, en cambio, supondría que se alarga el conflicto, los estadounidenses continúan con su carrera inflacionaria, y suben sus tasas poco a poco.
Esto último nos traería una recesión con él consiguiente desempleo. El BdeM se vería forzado a seguir aumentando las tasas de interés, lo cual frenaría aún más la economía y la inflación, al venir de afuera, no se detendría.
Así pues, lo aconsejable es esperar lo mejor para andar de buen humor, pero prepararse para lo peor. Recordemos el apotegma de la ley de Murphy: “Si algo malo puede pasar, pasará”.
Por ello es tiempo no solo de hacer reservas, sino también de ver en qué se invierten, pues si la inflación que amenaza se vuelve realidad, veremos cómo nuestros ahorros perderán su valor adquisitivo mientras nos los guarda el banco.
VAGÓN DE CABÚS
El presidente AMLO, en una decisión inesperada, mandó cancelar las condiciones para que un avión de la DEA permaneciera en el país para apoyar la lucha contra las drogas. Luego, al difundir un video en el que se ve cómo los integrantes de un cartel persiguen a los militares, mientras estos huyen despavoridos, dijo una de las declaraciones más desafortunadas en lo que va de su encargo: “También cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos”.
Aparentemente, el presidente quiere tapar con escándalos el fracaso que en todos los rubros tiene su administración. Cancelar el avión de la DEA es un error diplomático. La huida de los militares ante unos pandilleros revela una absoluta falta de control de la seguridad en Uruapan, donde sucedió el hecho. Y los incidentes de riesgo en la aeronavegación, que recientemente se han presentado en el AICM, junto la renuncia del director del Servicio a la Navegación en el Espacio Aéreo, muestran otro fracaso administrativo. Y son solo tres botones de muestra.
El sexenio hace agua y el presidente intenta tapar el sol con un dedo mediante declaraciones infortunadas y escandalosas. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.