En una de las ciudades con mayor delincuencia en el mundo, los sistemas de seguridad a través de cámaras de videovigilancia resultan fundamentales. Actualmente, según un informe del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano del Gobierno de la Ciudad de México, en la capital mexicana operan más de 15,000 cámaras del Sistema Tecnológico de Videovigilancia (STV).
Controladas y monitoreadas por el C5 de la capital, conocido como el Centro de Atención a Emergencias y Protección Ciudadana de la Ciudad de México, las cámaras de videovigilancia tienen la finalidad de “prevenir y alertar inmediatamente a las autoridades de seguridad y de emergencias capitalinas sobre cualquier situación de riesgo”.
Creado el 22 de junio de 2009, el C5 se inició como parte del programa “Ciudad Segura”. Mediante este se instalaron cámaras de videovigilancia y es el proyecto más ambicioso de la ciudad, especialmente porque opera todos los días a todas horas.
Asimismo, a estos servicios de vigilancia se le adjuntaron opciones de denuncia anónima, líneas de emergencia y la detección de placas.
Sin embargo, los videos registrados por los cuerpos de seguridad los pueden revisar solo el Ministerio Público y autoridades judiciales, especializadas en justicia para adolescentes y administrativas.
TRES VERTIENTES DE SEGURIDAD
En entrevista, Luis Miguel Dena, experto en seguridad pública y privada, declara que, para entender el uso de la videovigilancia es fundamental comprender que este es un avance tecnológico que ha permitido tener tres vertientes importantes en materia de seguridad.
La primera es un esquema de disuasión. “Cuando el ser humano se sabe observado por medio de una cámara, en un momento dado puede corregir su conducta”, dice el experto.
El segundo es un esquema de detección: “Cuando un individuo tiene ciertas intenciones negativas, pero tiene el conocimiento de poder ser detectado, también puede modificar su toma de decisiones”.
Y el tercero es el esquema de recolección: “Quien tenga el control de esa cámara puede recopilar evidencias claras de las acciones de un individuo determinado. Este material puede utilizarse en contra de quien realizó un acto ilícito”.
De esta forma, “esas tres áreas, que notoriamente implican la posibilidad de ser observado, pasan por los elementos de seguridad nacional”, agrega Luis Miguel Dena.
UNA HERRAMIENTA DE EVIDENCIA
En ese sentido, el experto señala que, si el mundo de la seguridad está percibido a razón de lo que implica encontrarse en un estado de bienestar, “las autoridades han generado normas técnicas con instrucciones especiales de monitoreo para tomarlas como una herramienta de evidencia”. Esta dinámica “se dirige a los centros de monitoreo, los cuales tienen registros de anormalidades”.
Según Dena, esta estrategia desarrolla la práctica del uso certificado de un evento y su evidencia, almacenada gracias a las cámaras de seguridad. Cuando una persona está frente a un proceso que posee la interpretación de imágenes y observación se genera todo un criterio de evaluación que implementan las autoridades.
“Estos procesos están en la ciudad desde la década de 1980, pero de forma analógica. Sin embargo, ha ido cambiando a un entorno digital que hoy tiene incluso el uso de inteligencia artificial. Esta puede reconocer patrones de comportamiento y de conducta que proceden en casos judiciales”, argumenta.
Luis Miguel Dena es uno de los personajes que en México más saben del tema de seguridad nacional, pública, corporativa, inteligencia, ciberseguridad y organizaciones criminales. Su carrera tanto pública como privada ha abarcado dependencias como el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, el Instituto Nacional de Migración y la Coordinación General de Inteligencia para la Prevención de la Policía Federal Preventiva.
Dice que cuando observamos asaltos o actos delictivos en el transporte público, donde antes había poca o nula evidencia, ahora el sistema arroja puntos clave. Por ejemplo, la tecnología señala a las personas sospechosas, los horarios y otros datos que las autoridades utilizan al momento de resolver los casos.
CÁMARAS DE SEGURIDAD EN EL TRANSPORTE PÚBLICO
“Hoy por hoy, tener cámaras de seguridad en el transporte público permite que estas herramientas se utilicen en favor de los ciudadanos. La videovigilancia ha demostrado esto con creces, estableciendo patrones, georreferencias y mapas delictivos, así como plataformas digitales de incidencia. Yo creo que esto es muy positivo y debe extenderse”, concreta.
Aunque han sido elementos de seguridad provechosos, también existen aspectos criticados. El experto argumenta que, en ciudades como Seúl, Corea del Sur, hay tantas cámaras de videovigilancia que los ciudadanos han percibido un posible atentado a su privacidad. Además de la posibilidad de que se afecte su intimidad.
Por otro lado, es cierto que, mientras más cámaras de vigilancia tengan los elementos de seguridad, las investigaciones y pesquisas son más profundas. Fundamentalmente, con los denominados macrodatos o datos masivos, los cuales requieren procesamiento de datos debido a su complejidad. Sin embargo, solo las autoridades pertinentes podrían manejarlos de forma adecuada.
“Hay un bien mayor”, concluye el experto. “Un sistema de videovigilancia bien operado por los elementos de seguridad de cualquier ciudad genera paz, armonía y, notoriamente, seguridad”. N