Mientras la guerra en Ucrania se prolonga a un tercer mes, Armenia, aliado ruso, se preocupa por un nuevo frente que podría estallar en su propia frontera con Azerbaiyán, país rival, luego de que se han dado disturbios entre los vecinos del Sur del Cáucaso.
Así como Rusia y Ucrania, Armenia y Azerbaiyán son dos naciones postsoviéticas con una larga historia de disputas territoriales mortales. Su última guerra estalló en septiembre de 2020, en forma de un conflicto sangriento que duró 44 días.
Este se concentró en la región de Nagorno-Karabaj, donde etnias armenias establecieron un Estado separatista llamado República de Artsakh hace tres décadas, en un territorio reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán.
En el duelo centenario por este territorio, el episodio más reciente de hostilidades culminó en un acuerdo que permitió a las tropas pacificadoras rusas entrar en el campo de batalla. Mientras que Moscú sigue enfocado en lo que ha denominado su “operación militar especial” en contra de Ucrania, están emergiendo reportes de un nuevo conflicto en la frontera sur de Europa con Asia.
“Al momento que hablo, las fuerzas azeríes están atacando a soldados armenios en Artsakh”, dijo a Newsweek Hayk Mamijanyan, representante del parlamento de Armenia, a finales de marzo.
Mamijanyan llama a los recientes ataques una “clara violación” al pacto de alto al fuego que firmaron ambas partes el 9 de noviembre de 2020. Los armenios no estaban “nada contentos” con el acuerdo, dice, pero “incluso ese trato ya fue violado”.
Mamijanyan asegura que Azerbaiyán está “aprovechando” la situación en Ucrania para renovar su ofensiva, “para colgarse” de la guerra de Rusia con su vecino Armenia.
INFORMES MIXTOS DEL CONFLICTO
“Realmente espero que el mundo no se quede callado en esta ocasión”, dice. “El mundo y la mayoría de las organizaciones internacionales se mantuvieron en silencio durante la guerra de 44 días. Espero que, pese a la ineficiencia del parlamento armenio, las organizaciones internacionales y el resto del mundo presten atención a los crímenes que está cometiendo Azerbaiyán en este momento”.
Inicialmente Azerbaiyán minimizó los últimos reportes de enfrentamientos, que han matado a al menos dos tropas de Armenia hasta el momento, según menciona la autoproclamada República Artsakh.
El Ministerio de Defensa de Azerbaiyán manifestó, en un comunicado a finales de marzo, que “las fuentes armenias están exagerando la situación de forma artificial”. Sin embargo, más tarde admitió que sí había tenido lugar algún tipo de enfrentamiento, después de que su homólogo ruso anunciara que las fuerzas militares azerbaiyanas habían entrado a la zona de paz; y que el ministro ruso de la defensa, Sergei Shoigu, tuviera una llamada con el jefe de la defensa de Armenia, Suren Papikyan, y posteriormente con el de Azerbaiyán, Zakir Hasanov.
En una declaración compartida con Newsweek por la embajada de Azerbaiyán en Washington, el ministro de Defensa dijo que “miembros de destacamentos armados ilegales intentaron sabotear las Unidades Militares de Azerbaiyán”. Pero fueron “forzados a retirarse” como resultado de las contramedidas.
Asimismo, el ministerio de Azerbaiyán dijo que la versión rusa de los eventos, que respaldan la narrativa de Armenia, “no refleja la verdad”. “Lamentamos informar que el retiro de los remanentes del ejército armenio y los destacamentos ilegales armados armenios del territorio de Azerbaiyán no se ha llevado a cabo de acuerdo con el Artículo 4 de esta declaratoria”, dijo el ministro de la defensa de Azerbaiyán.
¿EL PRINCIPIO DE ALGO MÁS OMINOSO?
“Por lo tanto, es Armenia no Azerbaiyán, quien están violando las provisiones del tratado” que se logró el año pasado como parte del pacto por un cese al fuego.
Pero muchos armenios temen que los recientes enfrentamientos sean solo el principio de algo más ominoso. Especialmente porque las miradas de la comunidad internacional están puestas en Ucrania.
“Por supuesto que esta coincidencia con la crisis ucraniana no puede ser accidental”, dice a Newsweek Kristine Vardanyan, representante de la asamblea nacional de Armenia y miembro del “bloque” armenio.
Ella siente que, con las tropas rusas retenidas en Ucrania, Azerbaiyán busca aprovechar la oportunidad de reavivar su cometido de “desalojar a los armenios de Artsakh por medio de la guerra y privarlos de vivir en su tierra natal”.
En apoyo a su punto de vista, cita informes recientes de armenios étnicos residentes de Nagorno-Karabaj –el territorio en disputa que forma parte de Azerbaiyán, pero es gobernado principalmente por la República de Artsakh–, de que Azerbaiyán les ha cortado servicios, además de otras medidas severas.
“Esta no es la única arma. Se utilizan trucos terroristas en unas 120,000 personas en Nagorno-Karabaj”, dice Vardnyan. “Con frecuencia se les apunta y dispara a civiles, orillándolos a dejar sus casas. O de lo contrario los amenazan con apropiarse de ellas por la fuerza”.
Vardanyan también señala a otro actor importante involucrado en el conflicto. Mientras que Armenia está aliado con Rusia como parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, Azerbaiyán comparte una relación política, cultural y militar con Turquía. Y Ankara, dice Vardanyan, “comparte toda la responsabilidad por lo que está sucediendo”.
FUERZAS MEDIADORAS
Los mismos drones Bayraktar TB2 utilizados por las fuerzas militares ucranianas para apuntar a convoyes rusos fueron usados previamente por Azerbaiyán para derribar emplazamientos armenios con gran efectividad.
Vardanyan dice que, desde el último conflicto, “el lado armenio ha acumulado más de 60 víctimas y decenas de heridos”, marcando con ello “la situación de mayor tensión posterior al 9 de noviembre, cuando Azerbaiyán usó artillería pesada”.
Apenas dos días antes de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ejecutara su ataque en contra de Ucrania el mes pasado, se dispuso a reforzar la relación de su país con Azerbaiyán a través de una serie de acuerdos firmados con su contraparte Azerbaiyano, Ilham Aliyev.
Con esto mejoran sus lazos en un nuevo tipo de “alianza”. Desde entonces, Bakú, la capital y sede del gobierno de Azerbaiyán, ha tomado una actitud mesurada ante el conflicto, y el rol de Ankara ha demostrado ser aún más influyente.
Mientras el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, busca mediar entre Kiev y Moscú, el rol de Turquía en la guerra de Ucrania representa otra fuente más de relaciones tensas y complejas entre Ankara y Moscú.
Turquía, por su parte, es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una alianza de 30 estados liderada por Estados Unidos fuertemente involucrada en la crisis de Ucrania, que ha provisto a Kiev de armas y conducido una campaña global de sanciones contra Moscú en respuesta a su ataque.
A finales de marzo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, concluyó un viaje a Europa de cuatro días, que incluyó reuniones con otros líderes de la OTAN como parte de un intento de unificar la respuesta de la alianza ante el conflicto y sus consecuencias humanitarias.
LA CRISIS SUBRAYA LA REALIDAD
Y aunque la conferencia se centró en Ucrania, Kristine Vardanyan advierte que la crisis ahí solo subrayó la realidad de que la escalada de un conflicto entre naciones en cualquier parte del mundo puede resultar en una catástrofe.
“Las guerras son desastres. Destruyen Estados, naciones enteras, desestabilizan al mundo en general”, dice Vardanyan.” Especialmente en condiciones de vínculos tan estrechos, en las que hay comunicación intensiva, cooperación cercana en diferentes esferas; en cualquier parte del mundo la crisis afecta a muchísima gente. Ahora mismo vemos el mejor ejemplo en Ucrania”.
“El mundo necesita estabilidad y predictibilidad”, añade. “También debe existir estabilidad en nuestra región. Pero debemos entender que esta estabilidad y paz se deben basar en la justicia”.
A Azerbaiyán también le preocupa el potencial regreso del conflicto a la región. Pero ve a sus enemigos como principales responsables de reavivar las llamas de la guerra.
La embajada de Azerbaiyán dice a Newsweek que “la preocupación por la inestabilidad desafortunadamente está presente debido a una troika de amenazas: las fuerzas armenias no se han retirado (a pesar de estar obligados por un tratado trilateral); el aumento del revanchismo, que se ve en algunos grupos radicales que abiertamente instan a la agresión contra Azerbaiyán; y muchos grupos políticos y militares en Armenia que intentan colocar a poderes externos de su lado”.
Aquí también se estableció una relación con el conflicto en Ucrania y la geopolítica que le rodea. “Las recientes manifestaciones anti-Ucrania por parte de esos grupos en Armenia y dentro de los territorios azerbaiyanos donde se encuentran desplegadas las fuerzas de paz rusas reflejan ese sentimiento”, dice la embajada.
¿Y LA POSTURA ESTADOUNIDENSE?
Estados Unidos, por su parte, ha buscado jugar un papel equilibrado en la situación precaria entre Armenia y Azerbaiyán. El secretario de Relaciones Exteriores, Antony Blinken, recientemente habló con Aliyev y con el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan. El departamento de Estado dice que, en conversaciones posteriores con oficiales de ambos lados, Estados Unidos ha reiterado su postura.
El resumen de la postura estadounidense, de acuerdo con una rueda de prensa del vocero del departamento de Estado, Ned Price, es exigir que “ambos lados muestren moderación. Y que intensifiquen sus deberes diplomáticos para llegar a soluciones integrales a todas las problemáticas pendientes”.
“Armenia y Azerbaiyán solo necesitan usar canales de comunicación directos para desescalar de inmediato”, dijo Price. Y añade que, como miembros del Grupo Minsk, también copresidido por Francia y Rusia, de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Estados Unidos “permanece profundamente comprometido a trabajar con ambos lados para lograr una solución política al conflicto a largo plazo”.
Putin habló con el primer ministro armenio dos veces en fechas recientes. Y el ministerio de relaciones exteriores de Rusia emitió un comunicado el 26 de marzo en el que también exhorta a la desescalada del conflicto.
“Instamos a las partes involucradas a ejercer contención y garantizar el cumplimiento estricto de los acuerdos trilaterales pactados en el más alto nivel”, dijo el ministro ruso de Relaciones Exteriores.
Así como Kiev y Moscú han pintado su lucha como algo más que meramente territorial, sino una lucha de civilizaciones, quienes representan a la República Artsakh, respaldada por Armenia, también se ven a sí mismos en el frente de batalla de un conflicto histórico más grande.
PARALELOS CON UCRANIA
Tanto Rusia como Ucrania se han propuesto retratar al otro país como fascista. A tal grado que Putin justifica su guerra como parte de un esfuerzo por “desnazificar” a Ucrania.
El líder ruso acusa a Ucrania de tener como blanco a las etnias rusas. Especialmente, en los estados separatistas de Donetsk y Lugansk (que cuentan con el apoyo de Moscú). Estos territorios se levantaron en armas en contra de Kiev en 2014. Eso después de que una insurrección terminó con un gobierno prooccidental tomando el poder en Ucrania.
De forma similar, el ministro de exterior de Artsakh, David Babayan, alega que Azerbaiyán y Turquía están emulando técnicas de la Alemania nazi. Lo hacen en un supuesto intento de desterrar a las etnias armenias de su Estado separatista.
Ahora, Babayan comenta a Newsweek que, “en efecto, Azerbaiyán está usando la guerra rusa en Ucrania. Lo hace como una oportunidad para ampliar sus metas y planes en la región”. Ello como parte de un proyecto que busca establecer un “imperio pantúrquico”.
“Por otra parte, el conflicto Azerbaiyán-Karabaj también es un desafío para el mundo civilizado”, menciona Babayan a Newsweek. “Aquí vemos un dilema entre valores y precio, ideales e intereses. Artsakh estaba al borde de la destrucción, enfrentamos genocidio y amenazas a nuestra existencia, pero no hemos visto una respuesta internacional apropiada. Esto es porque el ‘precio’ prevalece por encima de los ‘valores’, los intereses prevalecen sobre los ideales.
“Pero tarde o temprano esta fórmula lleva a la degradación o la destrucción“, añade. “Como consecuencia de la agresión que perpetúan aquellos a quienes les toleramos la agresión que resulta del dilema que ya mencioné”. N
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Tom O’Connor es escritor senior en Newsweek que cubre políticas exteriores. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.