Los videojuegos fueron parte normal de la infancia para mi generación, y tuve la suerte de crecer jugando en línea con mis amigos. Así que, definitivamente, moldearon mi juventud.
El nivel de ingreso de mi familia estaba apenas por arriba del desamparo. Mamá padece la enfermedad de Crohn, por lo que siempre estuvo demasiado enferma para trabajar.
Como madre soltera de tres niños, teníamos una vivienda pública y recibíamos ayuda gubernamental. Con todo, reconozco que no pasamos tantas penurias, pues, como australianos, no tuvimos las graves carencias de otras muchas personas. En retrospectiva, me doy cuenta de que mi madre hizo todo lo posible para que no nos percatáramos de nuestra situación.
El momento de inflexión de mi adolescencia llegó con la cátedra de geografía de la secundaria. Siempre fui el payaso de la clase. En general, aprobaba las asignaturas con calificaciones algo bajas, pero me encantaban los deportes.
Sin embargo, algo cambió en los últimos años del bachillerato. De pronto tuve deseos de concentrarme en mis estudios, pues quería ser piloto de combate del ejército. Así que me puse a estudiar química, física y geografía, asignaturas requeridas para ingresar en el programa para formación de pilotos.
Ya que una compañera de clase era muy aplicada en geografía, le pedí que me prestara uno de sus trabajos para leerlo. Y entonces se me ocurrió que podía cambiar el nombre y presentarlo como mío. Teníamos el mismo profesor, mas ella terminó obteniendo una calificación más alta que la mía. En ese momento comprendí que tenía que labrar mi propio camino y que los logros académicos no eran lo mío, por lo que decidí ingresar en un ramo en el que pudiera crear mis propios resultados.
UN TRABAJO DE PUERTA EN PUERTA
Opté por las ventas, y lo que conseguí fue un trabajo para ir de puerta en puerta pidiendo contribuciones para obras de caridad. Era casi imposible conseguir dinero a cambio de nada. Y como mi sueldo dependía de las comisiones, a veces tenía que caminar hasta 15 kilómetros para ganar algo.
Salía a las ocho de la mañana y visitaba casas hasta las seis de la tarde. Y si no recibía donativos, terminaba trabajando todo un día por nada. Aunque tenía escasos 17 años, me empeñé en seguir con ese empleo para desarrollar mi fortaleza mental al punto de que el rechazo no importara.
Y aquel ejercicio fue indispensable para mí, pues se convirtió en el fundamento de todo lo que hecho a partir de entonces.
Al año siguiente me lancé al telemercadeo. Me pareció mucho más fácil, porque la gente se limitaba a colgar el teléfono. Cuando tuve algunos fondos cambié a la venta de tiempos compartidos. Fue la peor decisión de mi vida: ¡no vendí siquiera uno!
Durante ese periodo, las redes sociales y los amigos me pusieron en contacto con las criptomonedas, y así decidí hacer mi primera compra. Tal vez porque las “ofertas iniciales de moneda” (ICO) estaban cobrando impulso, muchas veces pasaba una hora —incluso un día— para que alguien respondiera mis preguntas.
Vi entonces la posibilidad de crear una empresa de servicio dedicada a las criptomonedas. Con la expectativa de que los tókenes ICO aumentaran de valor, mi compañía aceptaría dichos tókenes en vez de pagos directos. El problema es que las startups (empresas emergentes) suelen fracasar. Y, así, a lo largo de seis meses de trabajo muchas veces terminamos con las manos vacías.
LA DECISIÓN CORRECTA
Cuando aparecieron los tókenes no fungibles (NFT) descubrí un juego llamado F1 Delta Time. Y este, de manera indirecta, me puso en contacto con Ken Pham y Steve Ngyuen. Cierta vez, Ken me envió un mensaje directo a través de Discord. Y si bien estuve a punto de no contestar, opté por responder. Fue la decisión correcta, porque Ken tenía una idea para un videojuego de criptomonedas. Él, Steve y yo comenzamos a comunicarnos y a compartir ideas sobre lo que queríamos crear. Concretamos el proyecto entre abril y octubre de 2021, y al fin lanzamos nuestro juego: Pegaxy.
Los jugadores de Pegaxy pueden comprar un pega (un caballo) y competir con él, o alquilarlo para competir en línea dentro del juego. Los pega que terminan en los tres primeros lugares de cada carrera ganan tókenes de criptomonedas.
Nuestro sistema utiliza el protocolo Polygon Blockchain, y los nombres de nuestros tókenes son Pegaxy Stone y Vigorous. Estos últimos solo se obtienen mediante las carreras, y el jugador puede cambiarlos por dólares estadounidenses en el mercado de criptomonedas.
Algunos usuarios son propietarios de numerosos caballos y los alquilan para que otros jueguen con ellos, a condición de dividir las ganancias. También es posible jugar con un caballo sin pagar por él, pero el propietario es quien decide si divide o no las ganancias. Hay jugadores que coleccionan pegas raros; e incluso algunos crean gremios, donde reproducen tantos pegas como les sea posible y atraen nuevos miembros para jugar como parte del gremio y compartir las ganancias. En un juego convencional ganas tókenes que no conducen a nada, mas los tókenes de Pegaxy se convierten en dólares de verdad.
NO INTERVIENE LA CONFIANZA
Cuando alcanzas determinados logros en un videojuego convencional puedes usar los tókenes para comprar artículos o personajes, o incluso vender tu cuenta. Si decidiera vender la mía tendría que confiar en que voy a recibir dinero y, a su vez, el comprador tendrá que confiar en que le daré mi correo electrónico y contraseña.
En contraste, nuestra plataforma proporciona un medio de intercambio confiable en el que no interviene la confianza. Por ejemplo, si pongo artículos en un mercado y alguien los compra, recibo tókenes de criptomoneda. En esencia, lo único que necesitas para jugar es una cartera de criptomonedas. Eso sí, las fluctuaciones de mercado tienen grandes repercusiones.
En este momento pasamos por un bache. No obstante, ese revés no se ha reflejado en el interés de los jugadores. Mientras haya interés en el juego, siempre habrá ingresos sin importar que el valor de la moneda caiga.
Desde el lanzamiento de Pegaxy nuestro mercado ha registrado unos 180 millones de dólares en ventas paritarias de pegas. Dado que nuestra cuota de mercado es de 3 por ciento, hemos percibido alrededor de 5 millones 400,000 dólares, los cuales seguimos invirtiendo en el juego.
Mi salario mensual es de 3,000 dólares australianos, los cuales provienen de los tókenes Pegaxy Stone asignados a nuestro equipo. Y esos tókenes redituarán mucho si construimos un juego sólido. Por supuesto, soy consciente de que no me volveré millonario en pocos meses porque empleamos a 80 personas y apenas estamos terminando el juego.
HEMOS SACRIFICADO LA JUVENTUD
Ya cumplí 25 años y, pese a cierto éxito, hemos tenido muchos fracasos. Desde mi perspectiva, eso es lo más relevante. Las cosas marchan viento en popa cuando alcanzas la meta. Lo que nadie ve es el rechazo y los fracasos. Con todo, tengo presentes cada minuto del camino el trabajo en las “trincheras” y los sacrificios.
Nunca he ingerido alcohol ni me gusta la juerga. Vivo con mi “señora” desde hace nueve años (la considero mi esposa, aunque no estamos casados), y hemos sacrificado mucho de nuestra juventud para llegar hasta aquí.
Ella tiene experiencia en los negocios, aunque su personalidad es más relajada y artística. Le encanta pintar y tocar el piano, así que las “trincheras” no son lo suyo. Me apoya mucho, pero obviamente no ha sido fácil pasar de la quiebra a la ruina total para luego ganar algo de dinero.
No hablo de dinero con mi madre, pero la veo todos los días y se da cuenta de que las cosas van bien. Me parece que está orgullosa y feliz de tener hijos bien equilibrados.
ES PREFERIBLE CONSTRUIR Y VIAJAR
No sé qué me depare el futuro, porque vivo el presente. Sin embargo, ha sido divertido y estoy agradecido. Y eso es lo que importa. Porque el negocio podría irse a la mierd*. Así es la vida.
Creo que nunca dejaré de crear cosas. Gané bastante dinero en 2018 con la primera ola de criptomonedas. Y si bien el dinero es estupendo, es mejor cuestionar: ¿cuánto tiempo podrás viajar y vacacionar sin razón alguna? No podrás hacerlo indefinidamente.
Así que es preferible construir y viajar a Filipinas y Vietnam, porque tenemos personal allá. Vivo en el “ahora”. Es evidente que abrigo la ambición de ganar muchísimo dinero, pero la realidad es que la felicidad es más importante. Prefiero construir mi vida en torno de algo que pueda hacer para siempre. N
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Corey Wilton es director ejecutivo y cofundador de Pegaxy. Las opiniones manifestadas en este artículo son exclusivas del autor. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.
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