Hace diez años en México se reformó al artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. A partir de esa reforma, en la Carta Magna se reconocen el derecho humano al agua y al saneamiento.
En esa reforma se mandata crear una ley general que defina las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos.
Sin embargo, “dicha ley ha quedado pendiente durante casi una década de manera deliberada, violentando tanto el compromiso de México ante las Naciones Unidas como el mandato de nuestra Constitución”, se lee en un comunicado emitido por la organización Cántaro Azul, el pasado 8 de febrero, fecha en que se conmemoraron los diez años de esta reforma.
En este documento, además, organizaciones de la sociedad civil reiteran la urgencia de fortalecer y defender el Estado de derecho con la armonización de los marcos normativos que correspondan a la conservación, aprovechamiento, manejo y administración del agua por medio de una ley general.
“Pese al esfuerzo que desde diferentes frentes se ha llevado a cabo para generar iniciativas progresistas con sustento técnico y respaldo social en el territorio, simplemente no han sido dictaminadas, puesto que la decisión del Congreso ha quedado supeditada a la agenda del Ejecutivo”, se añade.
UN RECURSO NATURAL FINITO
“El derecho al acceso al agua y de calidad es un derecho que existe. Sin embargo, reconocerlo a través de pactos internacionales de los que México forma parte y llevarlo de manera explícita a la Constitución lo pone al mismo nivel que los demás derechos humanos”, expresa Fermín Reygadas Robles Gil, director general y fundador de Cántaro Azul, A. C.
“Si bien este derecho fue reconocido desde 2012, lo cierto es que años después ha habido gran resistencia desde distintos niveles para que el Estado responda y garantice ese derecho a toda la población”, añade en entrevista con Newsweek en Español.
En cambio, para Laura Martínez, directora ejecutiva de Niparajá, el derecho humano al agua conlleva también una enorme responsabilidad al tratarse de un recurso natural finito.
El agua es un recurso que al utilizarse “tendrá consecuencias porque no tenemos ninguna nueva fuente de agua”, manifiesta Martínez. “Además de un derecho, conlleva una responsabilidad”, explica en entrevista con Newsweek en Español.
Por su parte, Alejandra Campos, coordinadora del Programa Agua y Ciudad de Niparajá, agrega que este derecho humano al agua y saneamiento define que las personas deben tener acceso a agua suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico.
¿CÓMO AFECTA NO TENER AGUA SALUBRE?
Cántaro Azul es una asociación que desde hace 15 años se dedica a lograr prácticas sustentables en agua, higiene y saneamiento en las comunidades rurales. Durante ese tiempo ha observado cómo el consumo de agua contaminada y la falta de prácticas de higiene y de saneamiento contribuyen a la malnutrición.
Esa malnutrición, según explica Fermín Reygadas Robles, está directamente relacionada con que millones de niñas y niños crezcan con un desarrollo físico y psicológico limitado.
“Alguien que crece en una comunidad rural tiene una dieta más limitada con mucho menos calorías, menos nutrientes. Y suma la diarrea constante por consumir agua contaminada con organismos patógenos o no contar con elementos básicos para la higiene de manos y alimentos. Esa diarrea constante hace que lo que consumes salga y haya menos absorción de nutrientes”, señala.
Cántaro Azul trabaja con seis programas dedicados al acceso al agua en distintos puntos estratégicos para las comunidades rurales. “Cuando creces en espacios de alta marginación no tienes los suficientes nutrientes y energía que las demás personas tienen”, sentencia Reygadas Robles.
En tanto, según Laura Martínez, en Niparajá la gestión del agua también puede realizarse con perspectiva de género, donde las mujeres son agentes importantes en la toma de decisiones.
“Estamos mucho más conscientes de nuestro medioambiente y de que a la madre tierra la tenemos que cuidar como humanos. Es algo que pueden empujar mucho más las mujeres que los hombres”, señala.
2022 Y EL AGUA SUBTERRÁNEA
El 2022 es un año señalado por la ONU como dedicado al tratamiento y protección del agua subterránea para visibilizar su sobreexplotación y contaminación. Durante el Día Mundial del Agua, que se celebra cada año el 22 de marzo, organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la generación de proyectos y programas de acceso al agua y saneamiento trabajan en el reconocimiento e identidad de este derecho humano poco reconocido.
En 1993 se conmemoró por primera vez el Día Mundial del Agua después de que la propuesta se presentó en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río de Janeiro, Brasil. En México, la falta de acceso al agua de calidad para las comunidades rurales ha generado que la brecha social de desigualdad continúe creciendo. Esta problemática tiene mayor impacto en la población rural.
De acuerdo con la ONU, la inacción en el cuidado del agua subterránea podría generar escenarios como la imposibilidad de regenerar o paralizar su uso, incluso su agotamiento.
El agua subterránea es agua de lluvia que cae sobre la tierra. Desciende lentamente por la acción de la gravedad hasta encontrar un terreno o asiento impermeable.
La acumulación de este recurso conforma una capa de agua debajo de la superficie del terreno. Estas aguas alimentan manantiales, ríos, lagos y humedales. También se filtran a los océanos. Su principal fuente de recarga es la lluvia y la nieve que se infiltran en el suelo. La extracción del agua a la superficie se hace por medio de bombas y pozos. N