DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
En nuestro artículo anterior narramos cómo el final del Desarrollo Estabilizador vio que la economía del país se multiplicaba por dos cada 12 años. El Producto Interno Bruto Absoluto (PIB A) aumentó entre López Mateos y Díaz Ordaz de $1,931 a $4,019 miles de millones de pesos (MM$)1, un 108 por ciento. Había estabilidad cambiaria y una inflación moderada. Fue la época del Milagro Mexicano. El desarrollo tenía defectos. Uno sobresalía: nuestra economía estaba cerrada, y sobreprotegía a la industria. En 1968 surgió un movimiento estudiantil que el gobierno manejó mal, generando una crisis política enorme. Había que hacer ajustes tanto económicos, como políticos a un modelo que ya resultaba obsoleto.
Luis Echeverría Álvarez, consciente de ello, dio un golpe de timón. Al hacerlo terminó con el Desarrollo Estabilizador. Su secretario de Hacienda, Hugo B. Margaín, tuvo diferencias con él. El diferendo entre ellos se centraba en la disciplina presupuestal. Margaín abogaba por la prudencia y Echeverría, por la imprudencia presupuestal.
El presidente decidió gastar sin medir las consecuencias. En 1973 Margaín renunció, y José López Portillo quedó como secretario de Hacienda. Luis Echeverría, ya sin estorbos, declaró a la opinión pública: “A partir de ahora la política económica se decide en Los Pinos”.
Echeverría, para conservar la planta productiva, decidió evitar el cierre de empresas. Cuando una empresa asomaba a la quiebra, había que comprarla. Al principio del sexenio había 84 empresas paraestatales; al final, 845, y la mayoría perdía dinero. El resultado fue la mayor crisis económica en 35 años. Nuestra moneda se devaluó un 60 por ciento, pasó de 12.50 pesos por dólar a 20.00 pesos por dólar. La deuda externa creció 4.6 veces, pasó de 4,2002 millones de dólares a 19,600 millones de dólares. Entre los valores preocupantes estaba el déficit público3, pues al principio del sexenio era de 2.5 por ciento y para el final llegaba a 9.3 por ciento.
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José López Portillo recibió la presidencia y su proyecto fue afortunado. Sucedió que el petróleo se fue a las nubes, y el dinero fluyó a raudales. Sus primeros cuatro años crearon el espejismo de otro milagro mexicano. Salimos de la crisis y el país volvió a crecer a tasas del 8 y 9 por ciento anual. Pero los problemas del modelo seguían ahí, y el dinero del petróleo solo sirvió para ocultarlos; la indisciplina presupuestal continuaba.
El presidente centró su apuesta en el petróleo. La compra de empresas y el gasto excesivo continuaron. No había plan B. En el quinto año, el petróleo se vino abajo. López Portillo pidió la renuncia del director de Pemex, y puso un precio incongruente al petróleo. Esto llevó a perder la venta, y se esfumaron 10,000 millones de dólares. López Portillo, ciego de ira, remachó la crisis al expropiar la banca nacional. Así perdió la confianza de los inversionistas, inoculó la corrupción gubernamental a la banca nacional y creó una crisis de confianza.
Sus cifras: recibió el país con un PIB A de 5,879 MM$, y lo entregó con 8,367 MM$. Una deuda de 22,000 MDls y entregó con 58,800 MDls. Un valor del dólar de 22.75 y entregó con 149.25 pesos por dólar. Y recibió reservas internacionales por 1,967 MDls y entregó reservas por 1,832 MDls. El país creció la mitad, adquiriendo el triple de deuda, devaluando su moneda siete y media veces, contrayendo sus reservas, y perdiendo la confianza internacional para conseguir fondos.
DE LA MADRID, SALINAS, ZEDILLO…
A Miguel de la Madrid Hurtado le tocó bailar con la más fea. Llegó en medio de una crisis heredada. Tuvo que absorber los errores de López Portillo y manejar el temblor de 1985. Durante su mandato el dólar aumentó 15 y media veces su valor (de 150 a 2,295 pesos por dólar). El PIB Absoluto aumentó un 27 por ciento, de 8,398 a 10,667 MM$. La deuda externa aumento en 58 por ciento, pasó de 58,874 a 81,003 MDls. Y se vivió una inflación promedio de 90 por ciento al año. De la Madrid hizo algunos cambios importantes, pero estos no tuvieron un efecto palpable en su periodo.
Su sucesor, Carlos Salinas de Gortari, inició un programa económico centrado en reducir la deuda y disminuir el aparato empresarial del gobierno. Vendió muchas empresas gubernamentales, con ello reportó ingresos y redujo el gasto improductivo. Reprivatizó la banca nacional. La inflación galopante se redujo, y cuando el valor del dólar alcanzó los 3,115 pesos por dólar, se le quitaron tres ceros a la moneda y se le añadió el adjetivo: nuevo. Así la paridad quedó en 3.11 nuevos pesos por dólar. El déficit presupuestal se apoyó con capital especulativo, los tesobonos, y esto terminó revirtiéndose en contra. Su negociación sobresaliente fue ampliar la influencia comercial de nuestro país a través del tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
Salinas recibió el país con un PIB Absoluto de 8,705 MM$ y lo entregó con 10,667 MM$. Pero descuidó la disciplina presupuestal en el financiamiento interno con un instrumento que contrataba crédito en pesos y lo garantizaba en dólares. Luego, dos magnicidios provocaron una fuga de capitales enorme. Las reservas nacionales bajaron en un año de 24,000 a 6,000 millones de dólares. Era imperioso implementar medidas compensatorias, pero Salinas decidió dejarle a su sucesor el ajuste y entregó al país con finanzas comprometidas. En su sexenio crecimos un 22 por ciento, la deuda externa aumentó en 11 por ciento y las reservas disminuyeron drásticamente.
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Ernesto Zedillo inició su presidencia sin reservas monetarias. Un ajuste de la paridad era necesario. Torpemente consultó la medida con los empresarios que al saberlo iniciaron otra fuga masiva de capitales. Esta se convirtió en una corrida de pánico. Zedillo no pudo mantener el tipo de cambio y terminó poniendo el peso a flotar en el mercado para ajustar su valor. El resultado fue la caída del PIB más fuerte en 50 años. El tipo de cambio, en unas semanas, paso de 3 pesos a 8 pesos por dólar y la economía volvió a contraerse.
Para salir del bache, Zedillo consiguió un préstamo con Estados Unidos. Recibió el país con un PIB A de 9,996 y lo entregó con 12,932 MM$, un aumento del 30 por ciento. Recibió una deuda externa de 100,953 MDls y entregó al país con una deuda de 84,600 MDls. México redujo su deuda externa, algo que no sucedía desde 1947. Zedillo corrigió el error y entregó buenas cuentas.
FOX, CALDERÓN, PEÑA…
Con Fox el país creció menos. El PIB A aumentó un 12.4 por ciento, de 12,932 a 14,511 miles de millones de pesos. La población tuvo un incremento del 9 por ciento, de 97 a 106 millones de habitantes. Y la deuda se redujo 32 por ciento, de 80,339 a 54,766 millones de dólares. Es el segundo periodo presidencial en el que la deuda externa disminuye. Al pagar su deuda, México ganó soberanía.
Fox le entregó el poder a Felipe Calderón y en 2007 comenzó a gestarse una crisis mundial derivada del desequilibrio entre la oferta y la demanda de los alimentos, una caída en el precio del petróleo y una epidemia mundial, la del virus H1N1.
Como resultado, hubo una contracción económica del 5 por ciento en el año 2009. Llevábamos más de 12 años sin crisis internas. La democracia, al establecer contrapesos, permitía un mejor entorno para la economía. Calderón recibió el país con un PIB Absoluto de 14,511 y lo entregó con 16,059 MM$, un aumento del 9.6 por ciento en seis años. Mientras, la población tuvo un incremento de 8.4 por ciento en el periodo. En contrapartida, la deuda pública subió más del doble: de 55,134 a 125,726 millones de dólares.
Pero en su descargo debemos decir que las reservas internacionales también crecieron más del doble, pues subieron de 77,990 a 165,515 millones de dólares. México tenía guardado más de lo que debía y sus finanzas eran sanas. La democracia estableció un impasse entre las crisis.
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Peña Nieto se convirtió en la debacle de la democracia, pues si bien creció un 12 por ciento, de 16,059 MM$ a 18,520 MM$, también aumentó la deuda en 60 por ciento, sin incrementar las reservas, que solo subieron un 6 por ciento. De nuevo, México debía más de lo que tenía en reservas. El presidente Peña Nieto, además, permitió a la corrupción escalar, mediante el desvío de recursos para la compra de votos o para enriquecer a su equipo.
El hartazgo de la ciudadanía se manifestó en las urnas. La furia por el ultraje nos llevó a cometer el peor error en una democracia: darle todo el poder a un solo hombre.
Andrés Manuel López Obrador llegó en un ejercicio democrático ejemplar. Pero más tardó en llegar que en instalarnos en una crisis económica que ya lleva tres años.
Nuestra economía hoy es menor que al principio del sexenio. El PIB A, que en 2018 era de 18,520 MM$, hoy es de 17,953 MM$. La deuda externa ha aumentado en un 10 por ciento y las reservas se están contrayendo. La crisis económica se hace acompañar de otras crisis: la sanitaria, de seguridad, científica, educativa, política, diplomática y, la más grave, la democrática.
RESTAURAR LA DEMOCRACIA
Como podemos ver, las cifras presentan un panorama diferente de lo que dice el discurso. Hay presidentes que, sin gozar de la simpatía popular, entregaron buenas cuentas. Uno que me parece importante es Ernesto Zedillo, pues recibió un país con problemas serios, y después de cometer un error grave logró reponer al país, entregar buenas cuentas y una serie de modificaciones al sistema, entre las cuales está la apertura democrática.
Sin embargo, la democracia per se no resolvió el problema. Una de las grandes carencias nacionales es la falta de crecimiento. Para lograr este crecimiento le hemos apostado a los créditos, pero la disciplina presupuestal indica que no se debe gastar más de lo que se tiene, y los créditos nos han llevado a gastar de más, desequilibrándonos y generando crisis.
Por otro lado, nuestro sistema de recaudación adolece de un defecto: no se captan los suficientes recursos por la vía de impuestos. El régimen actual utilizó como una de sus banderas no subir ni aumentar los impuestos. Con esto se dio un balazo en el pie. Luego vinieron una serie de errores económicos que nos tienen en una crisis que amenaza con volverse crónica. Se requiere una reforma fiscal de fondo y el costo político nadie ha querido asumirlo.
De lo revisado podemos concluir que el presidente está equivocado cuando ha expresado que gobernar no es una ciencia. El ejercicio del gobierno de un país requiere del conocimiento profundo de la ciencia económica para definir modelos, estrategias de aplicación, y los ajustes necesarios a la economía nacional. Asimismo, es vital aplicar estos ajustes a tiempo. La crisis de la década de 1970 se pudo evitar si a tiempo se hubiera ajustado el modelo del Desarrollo Estabilizador.
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En síntesis, de 1935 hasta 1970 el país casi duplicó su PIB cada 12 años, manteniendo una proporción razonable entre lo que se tenía y lo que se debía. Del 70 al 88 se vivieron crisis sucesivas, y en el último tramo tuvimos el peor desempeño económico. Esto precipitó el cambio a la democracia.
Hoy estamos en una crisis donde la democracia se nos va como agua entre los dedos. La importante publicación The Economist, en su reporte del Índice de Democracia, ha bajado la calificación de nuestro país, pasándonos de democracia deficiente a régimen híbrido.
Hay algunas señales que permiten suponer que podemos detener la debacle. Los últimos días parecen señalar que la sociedad puede unirse para revertir la tendencia antidemocrática. Esta vez, por el bien de todos, debemos, entre todos, restaurar la democracia. 4
VAGÓN DE CABÚS
El presidente López Obrador está desesperado, pues, por primera vez, ni define ni controla el discurso. Hasta hace unas semanas, su popularidad no bajaba del 60 por ciento. Hoy, el escándalo de su hijo por la “mansión del bienestar”, aunado a un frenesí imprudencial por tapar un acto de corrupción que desmorona su discurso, lo ha puesto en 45 por ciento, de acuerdo con la agencia española EFE.
Carlos Loret de Mola, con su reportaje, expuso la llaga purulenta de la inmoralidad cuatroteísta. Y el presidente, para crear distractores, acusó a España de lucro deshonesto; a Carmen Aristegui de simuladora, conservadora y calumniadora; y a Loret de Mola lo ha convertido en el periodista del momento al exponer sus ingresos, traspasando los límites de su vida privada, y violando la ley al hacerlo. Con esto ha conseguido que el público respalde a Loret.
Nuestro trabajo consiste en mostrar la realidad, y si esta trae abusos y corrupción, exhibirla. La reacción del presidente es una afrenta a todo el gremio. Ya era hora de que la gran mayoría se percatara de que el presidente ha trocado a la mafia del poder en una mafia del crimen. N
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1. Las cifras están dadas en nuevos pesos. Para poder establecer comparaciones congruentes se toma el PIB Absoluto que se abrevia como PIB A; en este se aplicada un factor de corrección inflacionario al PIB. El año de referencia para este factor es 2013; y con respecto a este se calcula la corrección. Así, las cifras de años anteriores a 2013 aumentan, y las de años posteriores disminuyen, por ejemplo: PIB 1970 en nuevos pesos (N$): 444 MM$; PIB A 1970 en (N$): 4,019 MM$; PIB 2020: 23,073 MM$; PIB A: 16,951 MM$.
2. La abrupta devaluación en este periodo nos lleva a preferir los valores en dólares corrientes estadounidenses para la deuda, pues permite consistencia en las comparaciones.
3. El déficit público se da cuando el Estado gasta más de lo que le ingresa.
4. Agradezco las aportaciones del Dr. en Economía Víctor Godínez para la elaboración de este artículo.
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.