En México somos un adulto en la casa de los padres: continuamos teniendo protección de ellos. Mientras, muchos de nuestros amigos de la cuadra se han arriesgado a ser parte del planeta en un mundo cambiante, desde un punto de vista económico, y de innovaciones.
Hoy nadie está pensando en invitarnos al baile del barrio, colonia o emprendimiento de un negocio. Nos hacen las respectivas invitaciones por diplomacia, pero en la realidad preferirían que no fuéramos debido a que no están seguros de cómo actuaremos o nos comportaremos. Esto debido a que hay referencias de que, cuando hacemos negocios, cambiamos los acuerdos en que quedamos con los amigos de la cuadra. Por eso muchos de ellos ya no confían en nosotros.
Además, estamos estigmatizados debido a que en nuestra casa hay violencia. Y esto se ve reflejado en nuestra forma de convivir en el día. Somos parte del barrio, pero no estamos integrados.
Es emocionante asistir a un baile o fiesta de la cuadra y que, cuando llegas, todos te reciben en confianza. Pero no lo es que, cuando todos te ven llegar, empiecen a comentar: llegó el que cambia las reglas; el que es violento; el que viene a platicarnos del pasado; el que no quiere innovar; el que gasta más de lo que gana; el que compra un carro último modelo, pero solo necesita uno que lo lleve al trabajo; el que cree que darle dinero a los hijos para el recreo y sepan que les dan mesada los hará diferentes en el colegio; o el que piensa que el futuro no se planea.
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Cada administración tiene muchos deseos sobre cómo debería ser México. Pero en la realidad continuamos siendo como la cubeta de los cangrejos: todos somos uno mismo, pero para no dejarnos salir de ella. Vemos la olla hirviendo en agua y están a punto de cocinarnos, pero seguimos en la misma lentitud, arrogancia y placer. En solo ser uno solo en forma individual.
En México existen necesidades, no deseos. Estos últimos son solo intereses o apetencias de llegar a algo, pero nunca lo hemos logrado como nación. Existen necesidades reales que provienen de un hecho o circunstancias reales, y que son necesarias cubrir para poder tener un desarrollo. Pero preferimos continuar con aspiraciones.
Hoy hay deseos de cambiar la Constitución, trascender con obras. Muchas de ellas cubren necesidades, pero algunas de ellas son solo para el mediano plazo. Cualquier administración en México solo se ha basado en planes finitos de nos más de cinco años. Y después de esto vuelve a iniciarse con otros deseos sin haber cubierto las necesidades para el largo plazo. En México somos un país de ciclos que duran una administración. Es hoy ya tiempo de coordinarnos para el futuro. De no hacerlo seguiremos en la cubeta y sin asistir a los bailes de la cuadra.
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Ahora que empezaremos a discutir la reforma energética, la forma de cambiar cierta parte de ella, tenemos miedo de arriesgar. Creemos que todo el mundo nos puede timar, sustentamos nuestras discusiones en meros dichos ideológicos-políticos y no en hechos reales que deben cubrir una necesidad.
La Comisión Federal de Electricidad hoy día tiene el control del 78-80 por ciento del total de la electricidad generada en el país. Por ende, tiene la protestad de comercializarla a los usuarios finales. Las empresas de autoabasto solo tienen el 12 por ciento, y el resto el nuevo mercado, que surgió de la reforma energética.
Estamos con mucha información, pero solo anteponiendo los deseos, y no las necesidades, con hechos. En 2021 CFE tuvo un incremento de costos de más de 118,000 millones de pesos por el incremento del gas natural. Este dinero deberá ser regresado por medio de subsidios en 2022, derivado de que se mantuvo el precio de la electricidad por debajo de la inflación en 2021.
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El otro tema, y que al parecer no estamos entendiendo como una necesidad, es comprender la energía no solo en la extracción o toma de los recursos naturales, operación y transformación. En el futuro inmediato requiere de inversiones adicionales para mitigar los gases de efecto invernadero, emanaciones de calor y todo aquellos que afecte al planeta. Esto nos lleva a que nuestros amigos de la cuadra están invirtiendo, investigando e innovando, y nosotros continuamos dentro de nuestra casa, en solo deseos.
Actualmente no es un deseo en México tener una mejor calidad del aire que respiramos. Continuamos pensando que la lluvia, viento y la propia naturaleza nos ayudan a limpiar el entorno. Pero la contaminación que generamos es cada día mayor, y las regulaciones están quedando obsoletas. Muchas de ellas ni siquiera han alcanzado las metas establecidas, y hoy el mundo ha cambiado la forma en como debe estar el aire en el futuro. ¿Qué estamos haciendo para mejorar al aire?
Seguimos siendo un país de deseos. Aún pensamos que un genio de una lámpara resolverá nuestras necesidades. O apostaremos a continuar siendo codependientes de otras economías. N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Es autor del canal Energía sin política. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.