Javier Contreras Orozco fue durante 25 años director del periódico El Heraldo de Chihuahua. Hoy es maestro de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Con más de 40 años como profesor, se adentra con pasión y un repertorio amplio de referencias y lecturas en los efectos de las redes sociales en el periodismo, el lenguaje y el debate público. El resultado está plasmado en su nuevo libro, La censura horizontal.
Para Contreras Orozco, la elección del título de su libro deviene de un fenómeno que observa como particular en las redes sociales. “Antes, esta estructura [de la comunicación] era vertical o univertical, de arriba hacia abajo”, dice. “El medio convencional era la fuente, el emisor, y bajaba el contenido hacia nosotros como clientes, usuarios o audiencia”.
Con las redes sociales, añade, “esa estructura se hace horizontal y entonces el censor ya no es el que está arriba ni propiamente un gobierno, un jefe o un superior”. Ahora, en cambio, “esa censura es también horizontal, porque nos puede censurar el que está a un lado de nosotros”.
El linchamiento digital, para el autor, se ha convertido en un mecanismo de censura que evita entablar diálogos difíciles con quienes piensan distinto.
Contreras explica: “Muchas personas, al sentir un rechazo, al ser enjuiciadas, sometidas o ser víctimas de un linchamiento digital simplemente se salen de las redes. Estamos lejos de lograr una especie de ágora al estilo de los griegos, como esta plaza donde se podía participar y discutir los problemas públicos de manera abierta y respetuosa.
“Ahora, lejos de que se convierta en un centro de discusión, de tolerancia, se ha convertido en un centro de linchamiento digital”.
En La censura horizontal (editorial Taurus) se expone cómo hoy en día las redes sociales son más que simples herramientas de entretenimiento, información y sociabilización. De acuerdo con el autor, estas han ampliado la capacidad de comunicación de forma inaudita y les han dado voz a personas que antes no la tenían. Pero, sobre todo, permiten que la información fluya con una velocidad sorprendente.
Sin embargo, según anota la obra, estas características no han hecho de las redes sociales los espacios de diálogo y tolerancia que se esperaba. Por el contrario, con frecuencia se han convertido en la gran hoguera del siglo XXI.
Contreras Orozco también analiza los procesos que han llevado a las redes sociales a constituirse en un jurado universal que ejerce un nuevo tipo de censura: la poscensura o censura horizontal.
Uno de los aspectos que más se ha visto afectado, relata el autor en entrevista con Newsweek México, es el periodismo. Expone al respecto: “El periodismo lamentablemente está herido. Esa pecera mediática en la que estamos viviendo le impide muchas veces profundizar, evaluar, hacer un análisis más completo. Con esa inmediatez queremos saber el ya de manera superficial, de una manera muy banal, simplemente queremos dar el paso a lo que sigue”.
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Las redes sociales “no son ni buenas ni malas, son extensiones de nuestros sentidos. Pero ahora también se han convertido en extensiones de nuestras emociones y de nuestros gustos”.
Si bien reconoce que existen sitios de periodismo electrónico que cumplen con la excelencia, menciona que a algunos el digitalismo “los ha hecho perezosos, son únicamente transmisores de otras fuentes digitales”.
El autor concluye al respecto: “Existen medios a los que ya les mandan el boletín y ni siquiera les meten mano. Eso no es periodismo, esas son plataformas de difusión. Y muchas veces no cuestionan nada porque, si cuestionan al gobierno, se termina su contrato”. N