HACE dos años, una enfermedad que cambiaría al mundo surgió en la ciudad china de Wuhan. En diciembre de 2019 emergieron reportes de la ciudad en la provincia de Hubei de personas que enfermaban por una misteriosa enfermedad respiratoria, la cual rápidamente se propagó por todo el mundo.
Luego, en marzo de 2020, el South China Morning Post reportó información del gobierno chino sugiriendo que el primer caso documentado de lo que llegaría a conocerse como covid-19 —una enfermedad provocada por un coronavirus nuevo llamado SARS-CoV-2— pudo haber sido el de un ciudadano de la provincia de Hubei en fecha tan temprana como el 17 de noviembre de 2019. Todavía no está claro quién fue ese primer paciente.
Veinticuatro meses después, gran parte del mundo todavía se tambalea por lo efectos de la enfermedad respiratoria que ha infectado a más de 250 millones de personas, provocado más de 5 millones de muertes alrededor del mundo y en cierto momento vio a más de 1,000 millones de personas bajo alguna forma de confinamiento. Solamente en Estados Unidos ha habido 47 millones de casos y más de 760,000 muertes, mientras que en México ha dejado 292,000 decesos y casi 4 millones de contagios.
Algunos países con acceso a una vacunación masiva contra el covid-19 han tenido una probadita de normalidad gracias a que los científicos crearon dosis seguras a una velocidad sin precedentes. Pero la sombra de olas recientes y confinamientos se ciernes sobre algunos conforme los casos aumentan de nuevo en algunas áreas.
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Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, la media móvil por siete días de casos del covid-19 en Estados Unidos está en aumento. Hace una semana, el 9 de noviembre, la media de casos era 74,745. Para el 14 de noviembre, era 80,823.
En Europa, Austria ha puesto a dos millones de personas sin vacunar en confinamiento para frenar un aumento de casos. Y las autoridades alemanas han acordado medidas que exigen a las personas sin vacunar que obtengan una prueba negativa del covid-19 antes de usar el transporte público a causa de un aumento en los casos también allí.
“Se reportaron casi 2 millones de casos del covid-19 en Europa la semana pasada; la mayor cantidad en una sola semana en esa región desde que empezó la pandemia”, dijo el 12 de noviembre Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud. “Ningún país debería estar en esta posición casi dos años después de que se inició la pandemia del covid-19”.
Este aumento de casos se da casi dos años después de mandatos intermitentes y consejos —en algunas regiones— de usar cubrebocas, respetar los confinamientos, la sana distancia y, en el último año, vacunarse.
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En el transcurso de la pandemia, decidir si se sigue el consejo científico y se imponen restricciones ha sido un difícil acto de malabarismo para los políticos. Por ejemplo, el presidente estadounidense, Joe Biden, enfrenta una reacción negativa de los republicanos por las vacunas obligatorias de su administración, las cuales algunos argumentan que vulneran las libertades personales.
Y aun cuando ha habido respuestas negativas contra la obligatoriedad del uso de cubrebocas en escuelas en California, Texas y Florida, se les ha criticado por prohibirlas.
Entonces, ¿por qué los lugares que han seguido este consejo ahora ven de nuevo aumentar los casos? ¿El consenso científico sobre cómo abordar el covid-19 ha cambiado, y estos nuevos aumentos sugieren que ha habido errores todo este tiempo?
Newsweek habló con los expertos sobre los retos que han enfrentado los científicos en los últimos dos años, qué significa la situación actual, y qué podríamos esperar más adelante.
QUÉ HA SALIDO MAL Y QUÉ HA SALIDO BIEN
Es importante entender que el consenso científico en cualquier tema evoluciona continuamente al paso del tiempo, con base en la información disponible.
Por ello, el consejo al principio de la pandemia difiere de lo que ahora consideramos el consejo aceptado. Los cubrebocas son un ejemplo de ello. Al principio de la pandemia, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades aconsejaron que no se usara cubrebocas a menos de que se estuviera enfermo.
“Hemos aprendido muchísimo”, comenta Martin McKee, profesor de salud pública europea en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. “Fallamos en apreciar la importancia de la transmisión aerotransportada. De hecho, algunas personas todavía parecen negar esta. Como consecuencia, yo y muchos otros hemos cambiado de mentalidad sobre el papel del cubrebocas, del cual ahora estoy rotundamente a favor”.
Andrew Brouwer, un epidemiólogo matemático y modelador de la Universidad de Michigan, está de acuerdo. Dice que ahora hay “evidencia clara” de que el cubrebocas funciona: “Fue un error disuadir a la gente al principio de que usara el cubrebocas, y un énfasis temprano en las superficies llevó a una limpieza innecesaria en vez de enfocarse en la ventilación”.
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La comunicación científica también ha dejado algo que desear en el transcurso de la pandemia. La estrategia de salud pública ha sido demasiado estrecha, sirviendo a “áreas demócratas liberales de la clase alta” sin ser igual de creativas al abordar las áreas republicanas rurales, según Kate Grabowski, una epidemióloga y miembro del Grupo de Dinámica de Enfermedades Infecciosas en la Universidad Johns Hopkins.
Grabowski se pregunta si “tal vez las campañas de promoción de los cubrebocas en vez de la obligatoriedad serían mejores en algunas comunidades que son más resistentes a la intervención forzada del gobierno”.
Las protestas contra los cubrebocas continúan en Estados Unidos, donde un grupo de Maine esta semana prometió presionar en contra de un mandato de usar cubrebocas por la junta escolar regional.
Y la incapacidad de abordar las falsedades sobre el covid-19, como las que difunden en línea los conspirólogos, ha sido un obstáculo considerable. “La mayor amenaza en el frente científico ha sido la incapacidad de lidiar con la desinformación deliberada”, dijo Theo Vos, profesor de ciencias métricas de salud en la Universidad de Washington.
EL RESURGIMIENTO INVERNAL
La respuesta mundial al covid-19 ha sido imperfecta, y es cierto que los casos aumentan de nuevo en muchos países conforme se acerca el invierno. Pero la opinión de todos los científicos contactados por Newsweek es unánime: los cubrebocas todavía funcionan, la sana distancia todavía funciona, las vacunas todavía funcionan.
Entonces ¿por qué aumentan los casos? Hay cierta cantidad de factores en juego: el surgimiento de la más infecciosa variante Delta; una relajación de las restricciones durante el verano; el hecho de que el covid-19 es estacional y, como los han aseverado en repetidas ocasiones los científicos, ninguna vacuna es 100 por ciento efectiva para prevenir los casos. Todos estos factores significan que las olas del covid-19 como las de Europa al momento todavía son una gran posibilidad.
“El papel principal de las vacunas es prevenir la enfermedad grave, la hospitalización, la muerte”, comentó Amesh Adalja, alto erudito en el Centro Johns Hopkins de Seguridad en Salud. “El covid-19 no es algo que vaya a desaparecer de este planeta. No se puede erradicar, no se puede eliminar.
“No esperamos que las vacunas contra la gripe erradiquen por siempre a la gripe. De hecho, esperamos que duren solo hasta la siguiente temporada de gripe. Tal vez sea necesario ajustar nuestras expectativas para el covid-19 de una manera similar.
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“Veremos los casos de covid-19 menguar y fluir en las décadas por venir”, añade Adalja. “La meta es hacerlo más débil, hacerlo más parecido a otros virus respiratorios con los que lidiamos cada año con vacunas y contramedidas médicas”.
También está la cuestión de las infecciones en personas que ya han sido vacunadas completamente. Podemos esperar que tales casos aumenten como una proporción general de las infecciones, pero solo porque hay muchísima gente vacunada, no porque las vacunas fallen.
“Dado que los individuos vacunados son numerosos, la cantidad de infecciones en personas vacunadas también aumentará”, comenta Paul Wilmes, profesor de ecología de sistemas en la Universidad de Luxemburgo. “Por lo tanto, los casos de hecho podrían aumentar con una mayor cobertura de vacunación, pero la cantidad de casos graves será mucho menor entre los individuos vacunados”.
En este contexto, dice, el uso continuo de cubrebocas seguirá siendo necesario para proteger a las personas no vacunadas de la infección “porque ahora serán mayormente responsables de la posible carga excesiva sobre los sistemas de salud”.
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Así, aun cuando es cierto que los casos aumentan en Europa occidental donde las vacunas han estado disponibles por meses (por ejemplo, el 64 por ciento de la población en Australia está completamente vacunada), algunos de los casos más bajos por millón de personas en Europa están en Portugal, España e Italia, donde 88, 80 y 73 por ciento de la población está completamente vacunada, respectivamente, según Our World in Data.
“Los niveles más bajos en España parecen ser una extensión considerable debido tanto a los índices altos de inmunización como a los niveles altos de uso de cubrebocas”, dice McKee.
El consenso es que las vacunas funcionan, y siguen siendo cruciales para salvar vidas.
MIRAR AL FUTURO
Resurgimientos invernales podrían estar en nuestro futuro, pero ello no significa que no se pueda hacer nada.
Conforme nos acercamos a 2022, Vos enfatiza en la importancia deponer las vacunas a disposición de países con ingresos bajos y medianos, financiadas por los países ricos, lo cual podría retrasar o reducir el surgimiento de nuevas variantes elusivas. “Los costos de esto fácilmente se sopearán contra la consecuencia económica negativa de la inacción”, opina.
Vos añade: “Medicamentos producidos en masa. Involucrar a aquellos renuentes a vacunarse; muchos no son negadores de línea dura, pero están influenciados por las redes sociales en sus círculos”.
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Wilmes dice que la gente debería seguir cumpliendo las medidas de higiene como siempre, evitar los espacios abarrotados donde los casos son altos, y “sobre todo vacunarse, incluido el recibir una dosis de refuerzo si esta se la ofrece su proveedor de atención médica”.
McKee está de acuerdo: “Recibe [la vacuna] si no lo has hecho ya, recibe el refuerzo si [estás vacunado], y evita los espacios abarrotados y mal ventilados, pero, si no puedes, usa el cubrebocas. Es en verdad muy simple”.
Así, dos años después, el covid-19 todavía está aquí, y lo estará por mucho tiempo. Pero esto no significa que la ciencia haya fallado. Aun cuando el consejo tal vez haya cambiado un poco desde el comienzo de la pandemia, el consenso es claro: los cubrebocas, la sana distancia y las vacunas funcionan. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek