Artículo de opinión
Según la socióloga franco-israelí Eva Illou, la miseria sentimental es lo dominante en el actual mundo capitalista. Analiza cómo las relaciones y expresiones de amor se han degradado.
En efecto, en general, nos hemos vuelto pichicatos e intolerantes para sufrir lo menos posible, más aún en tiempos de pandemia.
Somos menos comprensivos y dispuestos en el amor, mas intransigentes e inflexibles en comparación con otros tiempos y más necesitados de satisfacciones instantáneas; como si se quisieran resolver los retos emocionales sin compromiso alguno. No sólo sin ataduras familiares o religiosas, sino entre las parejas y relaciones no tradicionales.
Así lo destaca el trabajo de Eva Illou, nacida en Marruecos en los años sesenta del siglo veinte, que ha estudiado analíticamente el amor. Uno de los temas más intrigantes y constantes en la historia.
A partir del análisis de las llamadas bolsas de miseria sentimental, Eva Illouz se ha convertido en una de las más destacadas teóricas del amor contemporáneo.
Su bibliografía incluye: ‘El consumo de la utopía romántica’, ‘Intimidades congeladas’, ‘La salvación del alma moderna’ y ‘Por qué duele el amor’, principalmente.
En ‘El fin del amor’ publicó una investigación, como en su tiempo lo hicieron los célebres Masters & Johnson (sobre la naturaleza y características de la sexualidad, hacia mediados del siglo pasado).
Eva entrevistó a un centenar de sujetos sobre su vida sentimental y encontró una lamentable simetría en cuanto al querer ser y parecer como los protagonistas de la conocida serie estadounidense “The Sex and the City”.
Ellas en busca de Mr. Right (inexistente) y ellos en pos de gratificaciones momentáneas. Ambos con miedo de caer en relaciones de compromiso, de subordinación, de dependencia, de abuso o de sufrimiento por dolorosas e intolerables experiencias previas o por presiones sociales y del qué dirán.
En este tiempo del nuevo siglo, es más importante el desamor qué el amor, los medios de comunicación y las redes de información están más interesados en promover un modelo de relaciones donde el individuo es sólo un consumidor sin aliento, sin pensamiento propio, paradójicamente despojado de su individualidad.
Plantea que todas las construcciones burguesas y capitalistas tradicionales en esta materia se están hundiendo. Es la contradicción entre el ideal que tenemos del amor, que viene de estructuras del pasado y las potentes fuerzas institucionales que trabajan en otra dirección.
Por tanto, el desamor es visto como fruto del sistema en que vivimos, no como una ineptitud de las personas.
Sus tesis son atractivas y también polémicas porque escribe contra la psicología, qué es la competidora epistemológica de la sociología.
La incertidumbre se ha convertido en un problema sociológico, porque hoy la certidumbre es ‘la anomalía’ en una relación sentimental. Ya no es sólo un asunto individual.
Cuando podemos establecer una relación amorosa es en un territorio totalmente incierto. Incertidumbre que no tiene precedentes en la historia.
Es importante entender, por ejemplo, que hoy, los encuentros amorosos son un mercado
La desregulación es lo mismo que en el terreno de las mercancías: la libre circulación de cuerpos y de psiques.
En el mercado hay sólo dos personas o más, que intercambian utilidades. Ese es el amor del neoliberalismo.
El feminismo, por ejemplo, es una importante reacción al malestar que existe en las relaciones sexuales y emocionales, para que no prevalezca la humillación, la herida, el sufrimiento, los sentimientos de invisibilidad social. Para abolir la violencia en la sexualidad y el deseo, que han significado la ‘deselección’, el abandono de las relaciones, como la característica más importante de hoy. Rechazar es constitutivo de la identidad.
¿Cómo convive una sociedad de poliamor, del más común ‘casual sex’ con la gran fuerza que mantiene el ideal del amor romántico? Es decir, la contradicción entre la ideología que sigue siendo poderosísima en nuestra sociedad y el hecho de que instituciones determinantes trabajan en otra dirección…
En un mundo donde la apariencia física es cada vez más importante y se convive con el ‘ghosting’, i. e. en términos ultramodernos: una crueldad. Es una expresión que agrupa una serie de prerrogativas, una manera de legitimar un comportamiento maltratador.
Y el movimiento de los ‘incel’, o los ‘célibes involuntarios’, una subcultura violenta, de extrema derecha, que llama al odio contra las mujeres.
La desregulación del mercado sexual crea una gran miseria sexual para mucha gente, enormes bolsas de miseria.
En efecto, hay un vasto campo de miserables sexuales.
Mientras otros, tal vez bien intencionados (as) se quedan toda la vida en el limbo o las nueve entradas en el dugout, por no entender las nuevas reglas mercantiles y por tanto, carecer de respuestas prácticas para el competido mercado del desamor ¿amoroso?
Arturo Martínez Cáceres Fimbres
Economista (UNAM – Mención Honorífica) (U de Londres-LSE&PSc). Maestro universitario en México y USA. Escritor. Conferencista.
*Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no reflejan necesariamente las ideas de Newsweek Baja California.