La película cautivó a medio mundo con una heroína novedosa, un caníbal carismático y un chico malo problemático.
TAN PRONTO como El silencio de los inocentes se estrenó, el 14 de febrero de 1991, quedó en claro que esta no era una película de horror ordinaria.
“El silencio de los inocentes es una electrizante demostración del suspenso”, escribió en su momento David Ansen en su reseña para Newsweek. “Uno solo necesita tener un apetito saludable por el miedo para reconocer que las películas de suspenso no pueden ser más emocionantes”.
Basada en la novela de Thomas Harris de 1988, la película sigue a Clarice Starling (Jodie Foster), una joven agente del FBI a la caza de Buffalo Bill (Ted Levine), un asesino serial. Para encontrar a Bill, Starling debe trabajar con el Dr. Hannibal Lecter (Anthony Hopkins), un psiquiatra encarcelado y asesino serial caníbal con una notable pasión por las habas y el vino Chianti.
Treinta años después, la película continúa emocionando a los públicos, y es ampliamente considerada como una de las mejores cintas de horror de la historia. Parte de ese legado se debe al historial de la película en los Óscares: fue la primera película de horror que ganó dicho premio a Mejor Película y apenas la tercera que ganó los cinco premios principales: Mejor Película, Mejor Actor (Hopkins), Mejor Actriz (Foster), Mejor Director (Jonathan Demme) y Mejor Guión Adaptado (Ted Tally). (Las otras dos películas con esa distinción son Sucedió una noche, de 1934, y Atrapado sin salida, de 1975).
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Jodie Foster la considera su mejor película, en gran medida gracias al guión y la dirección. Ella le dijo a Newsweek: “Jonathan Demme [quien murió en 2017] simplemente era una persona divertida, bufonesca, alegre, muy infantil; el hecho de que lograra hacer una película tan seria y emotiva y no la convirtiera en algo chabacano, simplemente halló el tono perfecto”.
La película fue un éxito con la crítica y de taquilla, convirtiéndose en la quinta más taquillera de 1991. Un éxito que por lo general garantiza una respuesta rápida para una secuela, pero no fue así con El silencio de los inocentes.
“Todos estábamos en verdad interesados en la secuela, porque Thomas Harris estaba escribiendo un libro nuevo y él seguía diciendo que ya iba a salir y no le dejaría a nadie verlo”, comentó Foster. “Esperamos diez años”.
Con el tiempo se filmó una secuela, Hannibal, en 2001, pero solo Hopkins repitió su papel. Foster se ha negado a hablar públicamente sobre su decisión de no participar en esa película (Starling fue interpretada por Julianne Moore en su lugar).
“Fue un gran asunto no hacer la secuela. Nunca hablaré de ello en específico, pero esa siempre es la pregunta que me hace la gente”, dijo.
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Aun cuando Hannibal no fue tan exitosa como El silencio de los inocentes, la franquicia ha tenido éxito en televisión. Una serie basada en la película y el libro Hannibal duró tres temporadas en NBC, y Clarice se estrenó recientemente en CBS. Rebecca Breeds, quien interpreta el papel estelar, le dijo hace poco a Newsweek que Starling es “uno de los personajes mejor escritos en la historia”.
Pero aun cuando la película original es ampliamente considerada como una victoria para las mujeres —con la Clarice de Foster en el centro de la historia, una rareza no solo para el género de horror/suspense, sino también para el cine en general—, ha sido criticada por su representación de los personajes LGBTQ+.
“El personaje de Buffalo Bill simplemente fue el más reciente en una larga serie de asesinos seriales travestis y psicópatas, remontándose a Psicosis, de 1960, si no es que antes”, dice Nick Adams, director de representación transgénero para GLAAD.
“El espectador de cine común de 1991, e incluso de hoy día, confunde y mezcla a las mujeres que son transgénero con los psicópatas travestis, hombres que se disfrazan de mujeres por otros propósitos perversos y hombres cisgéneros que actúan vestidos de mujeres. Por lo tanto, sin importar las intenciones de los cineastas, el impacto del personaje de Buffalo Bill fue hondamente dañino. Cualquiera que vea la película hoy día debería estar consciente de, como lo deja en claro el documental Disclosure, de Netflix, el historial de Hollywood de retratar a la gente transgénero o que no se conforma con su género como mala, como víctimas o como fenómenos dignos de risa y ridículo.
“Las décadas de estos personajes falsos y estereotipados han creado una cultura que daña a la gente transgénero. Es importante reconocer que El silencio de los inocentes, ya sea de manera intencional o no, es parte de ese historial”.
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“No es que tener un villano con identidades sexuales diferentes sea un problema. Es tener solo villanos con identidades sexuales diferentes, ese es el problema”, explica Sam Wineman, el cineasta detrás de un documental de próximo estreno sobre las películas de horror con identidades sexuales diferentes para el servicio de transmisión en línea de horror Shudder. “Solo tenemos personajes que son el asesino, o tenemos personajes que murieron antes de que acabara la película. Así, no tenemos héroes con identidades sexuales diferentes”.
Wineman agrega que esta crítica del público con identidad sexual diferente a El silencio de los inocentes no es nueva: “Cuando Jodie Foster recibió el Óscar a Mejor Actriz hubo protestas. No fue que El silencio de los inocentes fuera una película mala, sino que la gente con identidad sexual diferente tuvo que ponerse de pie y decir: ‘Necesitamos más, esto no es suficiente’”.
“Si tuviéramos que eliminar toda nuestra cita: ‘malos ejemplos de representación de la identidad sexual diferente’, no tendríamos una representación de la identidad sexual diferente. La razón por la cual es importante ser capaz de contextualizar algo como El silencio de los inocentes es que no podemos simplemente desecharlo. Tenemos que verlo y decir: ‘¿Cómo podemos hacerlo mejor?’”.
Críticas aparte, no hay duda de que El silencio de los inocentes fue una película revolucionaria, la cual obviamente ha tenido un gran impacto en muchas de las películas de horror aclamadas por la crítica que siguieron su ejemplo, como Los otros (2001), ¡Huye! (2017) y El legado del diablo (2018).
“En verdad se sintió que había algo mágico en ella. Simplemente fue mágica”, comentó Foster. “No sé si alguno de nosotros llegará a ese nivel de nuevo”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek