NOS REUNIMOS un día frío y nublado de diciembre para iniciar su viaje de regreso al bosque. Amaba esos bosques de Washington y el caleidoscopio de vida que producen. Ahora, en lugar de estar encerrado en una bóveda funeraria estándar, sus restos estaban a punto de ser reducidos y devueltos a la tierra para nutrirla.
Mi padre era un oficial naval, por lo que mi vida temprana involucró muchas mudanzas. Para cuando me gradué de la universidad yo había asistido a 16 escuelas y había viajado mucho. Cuando llegué a Herland Forest, en 1987, supe que había encontrado mi hogar para siempre.
Mi equipo y yo hemos desarrollado nuestro bosque de permacultura durante más de 30 años. Cuando uno ha invertido tanto tiempo, esfuerzo y amor en un lugar es natural querer ser enterrado allí también. Desafortunadamente, eso no es legal en el estado de Washington, donde una persona solo puede ser enterrada en un cementerio autorizado. Entonces, el siguiente paso lógico fue dedicar una parte de la tierra que administramos como cementerio al entierro natural.
Obtuvimos la licencia en 2015 y comenzamos a enterrar restos al año siguiente. Como éramos nuevos en el negocio de los cementerios empezamos lentamente. Estábamos entusiasmados con la oportunidad de explorar el potencial para transformar restos humanos en árboles y sabíamos que había mucho por aprender.
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Es bastante fácil plantar un árbol, pero hacer que ese árbol eche raíces y prospere en tierra poco fértil no es tan fácil. Tampoco es sencillo transformar restos humanos en algo que ayude, en lugar de obstaculizar, el crecimiento de ese árbol. Hay que sustituir un rito de consumismo por un proceso que se realiza, en silencio, en un bosque donde la naturaleza hace el trabajo.
Las modernas técnicas funerarias están diseñadas para funcionar en la dirección opuesta. Se utilizan productos químicos de embalsamamiento que retrasan la descomposición, ataúdes hechos de madera tratada químicamente o materiales sintéticos que separan el cuerpo del suelo y, en muchos cementerios, bóvedas de concreto que involucran una capa adicional de materiales impermeables. La cremación se considera una alternativa menos elaborada, pero las cenizas están lejos de ser la mejor manera de reintegrar la materia orgánica al medioambiente y, además, la huella de carbono de la cremación es inmensa.
Nuestra propuesta para ayudar a que los restos realmente regresen a la naturaleza es la reducción orgánica natural (RON). Un método de eliminación recientemente autorizado que proporciona una alternativa de baja huella de carbono al entierro tradicional y a la cremación. En lugar de resistir la descomposición natural del cuerpo embalsamando los restos de una persona y almacenarlos en una bóveda de concreto, RON apoya y acelera el proceso de transformación de los restos en tierra. Una sinfonía de bacterias, protozoos y hongos trabajan juntos para descomponer el cuerpo y liberar elementos como magnesio, potasio y fósforo que a su vez apoyarán el crecimiento de nuevos árboles, plantas y arbustos.
Primero, la cuna de la reducción orgánica natural se prepara colocando un lecho astillas de madera que se recolectan del bosque. Dado que el noroeste del Pacífico corre el riesgo de sufrir incendios forestales catastróficos, para disminuir el peligro recogemos las ramas que han sido arrancadas por las tormentas de hielo invernales y retiramos los árboles que han sido víctimas de plagas como el escarabajo descortezador. Retiramos las ramas bajas que pueden funcionar como “combustibles” en caso de un incendio y recolectamos los árboles débiles y dañados. Estas ramas se cortan y luego se usan para apoyar la diversificación del bosque.
LA NATURALEZA SE ENCARGA DE LA TRANSFORMACIÓN
El siguiente paso consiste en colocar el cuerpo dentro de la cuna que mencionamos y sobre un lecho de astillas de madera. Luego se agrega otra cantidad de astillas para crear un equilibrio entre los restos humanos ricos en nitrógeno y la madera que es rica en carbono. Luego, la tapa se coloca en su lugar y se cierra con pernos.
El último paso para iniciar la reducción consiste en ajustar el contenido de humedad dentro de esa cuna (que se ve con un gran cilindro horizontal). Se agrega agua tibia que ha sido inoculada con los organismos de compostaje, introduciendo bacterias, protozoos y hongos que harán el trabajo de reducir los restos en el suelo.
Luego, con todo en su lugar, es hora de dar un paso atrás y dejar que la naturaleza comience a realizar la transformación.
Con el tiempo, aprendimos cómo introducir oxígeno, en esta tumba o cuna cilíndrica, para que los organismos pudieran optimizar la conversión del cuerpo en dióxido de carbono. Queríamos evitar lo que ocurre cuando los materiales biológicos se descomponen sin oxígeno. Sin oxígeno, la descomposición produce metano, generalmente denominado “gas natural”. Dado que el metano es 20 veces más activo como gas de efecto invernadero que el dióxido de carbono, queríamos minimizar la generación de metano tanto como fuera posible.
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A medida que se desarrolla el proceso, los organismos de esta cuna consumen el oxígeno disponible.
En la pila de composta que usted hace en su patio trasero, la composta se gira y se gira, en intervalos de tiempo regulares para mantenerlo oxigenado. En RON lo hacemos rodando esa cuna hacia adelante y hacia atrás, a mano, al menos una vez a la semana, en una pista de 5 metros. La rotación hace que el contenido del cilindro caiga como la ropa en una secadora. Eso permite que los organismos respiren y continúen el proceso de descomposición.
Al monitorear la temperatura en el centro de la cuna podemos realizar un seguimiento de cómo avanza el proceso. Si al rotarla y agregar más oxígeno ya no sube la temperatura, el proceso inicial ha concluido.
En ese momento, se abre la cuna y se filtran los restos para eliminar cualquier cosa que pueda aumentar el contenido metálico de la composta, como reemplazos de cadera, empastes dentales y marcapasos. Cualquier fragmento de hueso restante se pulveriza y se agrega al compost, que luego se almacena en tambores de 200 litros donde, con el tiempo, las bacterias, protozoos y hongos terminan el proceso de descomposición de los restos hasta el nivel elemental.
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Debido a que nuestra instalación está ubicada en un bosque, tenemos suficiente espacio para almacenar los tambores de abono hasta que la familia esté lista para recibirlos. Y si deciden que no quieren llevarse los cuatro contenedores, utilizamos el contenido para ayudar a un árbol joven a crecer en el bosque Herland.
Herland Forest no es la primera instalación en el país que cuenta con una licencia para la reducción orgánica natural. Destaca porque es el resultado del trabajo de sostenibilidad que está realizando el Centro de Educación e Investigación de Barlovento. La misión de este centro es demostrar cómo es posible generar energía, además de alimentar y vestir a las personas, en tierras degradadas, al mantener vivas tradiciones y artesanías para la autosuficiencia. La triste realidad es que las habilidades de miles de generaciones se pueden perder en una sola generación.
ASOCIACIONES ENTRE ANIMALES Y HUMANOS
Nuestra premisa es que la humanidad no puede esperar seguir disfrutando de un crecimiento ilimitado en un planeta finito. Es inevitable que algún día la era de la abundancia llegue a su fin. Cuando eso suceda, la gente tendrá que volver a aprender cómo vivir con el presupuesto solar anual, cómo hacer más con menos y cómo vivir juntos de manera que sostengan al planeta y a la humanidad.
Averiguamos sobre nuestra propia sobrevivencia junto con los animales que permitieron a nuestros antepasados mantenerse a sí mismos, mucho antes de que la humanidad descubriera cómo aprovechar la herencia única de los combustibles fósiles. Para desarrollar esas habilidades, el centro trabaja con cabras y ovejas, cerdos y gallinas y conejos (son más importantes de lo que piensas) para convertir las cosas que “no queremos comer” en aquello que “sí queremos comer”. Cada una de estas asociaciones entre animales y humanos aprovecha diferentes partes de la productividad de nuestra tierra y, al distribuir la carga, podemos proporcionar lo que necesitamos sin dañar al suelo.
La diversidad es clave para lograr ese objetivo. Nuestro bosque tiene pinos, abetos y robles, pero estamos trabajando para transformarlo en un bosque de permacultura que demostrará cómo las personas pueden obtener su alimento, combustible y fibra del bosque. Hoy en día la gente depende de los combustibles fósiles para su sustento. Mañana tendrá que depender de recursos renovables.
Desde el principio comenzamos a “proteger contra incendios” cortando los escombros que cubren el suelo del bosque. Usamos los residuos como camas para nuestros animales, como composta para nuestros jardines y para la calefacción de nuestras casas. Los animales con los que trabajamos no se crían para la venta. Son miembros valiosos de nuestro equipo de sostenibilidad. Cada rebaño tiene una reina que maneja a los animales más jóvenes, y cuando esos animales mayores mueren, compostamos sus restos para continuar el ciclo de vida.
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Entonces, el concepto de usar astillas de madera para compostar los restos de los grandes mamíferos que viven aquí fue el siguiente paso lógico. Lo que viene después de eso es usar el abono para plantar árboles que mejorarán la diversidad de nuestro bosque: castañas, nueces, avellanas y mucho más.
Sin pretenderlo, habíamos creado una forma in situ de reducción orgánica natural. Cuando se aprobó la nueva ley, la gente empezó a aparecer con ganas de aprender más sobre la reducción orgánica natural. Es algo tan sencillo como preparar el suelo para quienes quieren regresar a casa.
Nuestras vidas, y las vidas de todos los que amamos, dependen del oxígeno producido en los océanos y bosques de la tierra. La conclusión es que necesitamos árboles para vivir, por lo que parece apropiado que el último acto de uno involucre retribuir al bosque.
Así podemos ayudar a la gente a volver a casa por otro camino, a volver al bosque o a la tierra que aman. Si sueña con estar unido a un pedazo de tierra que ha llegado a amar, estamos aquí para ayudarlo. Y si conoce a un joven que se siente atraído por explorar cómo se vincula el cuidado a la muerte y la vida comunitaria, hágale saber que Herland Forest ofrece pasantías. Porque en tiempos de incertidumbre, cuando no estás seguro de qué hacer, nunca está de más plantar más árboles. N
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Walt Patrick, autor de este texto, ha trabajado en la química de la sostenibilidad a pequeña escala comunitaria durante cuatro décadas. Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.