EN MÉXICO hemos caído en lo de siempre, polarizar las decisiones del país para el crecimiento económico y energético.
Por qué discutir, altercarnos o perder los tiempos en comprobar quién tiene la razón. Creo que debemos de parar y revisar realmente cuál debe ser el rumbo del país a largo plazo, en el cual se incluya una armonía entre la inversión pública y privada.
La primera pregunta que tenemos que hacer debe provenir por parte de las administraciones del país: ¿Realmente tenemos los recursos económicos para cubrir toda le demanda en energía? ¿Se tiene claro cuáles son las energías primarias que debemos considerar en el balance energético del país? ¿Las normas, leyes y órganos reguladores son los correctos o necesarios para la demanda del mercado? ¿Tenemos y entendemos qué es un mercado energético? ¿Quién asume los riesgos? ¿Por qué la inversión no llega?
Son muchas preguntas que podemos realizarnos todos los días, y hasta el momento no hay respuestas debido a que solo tenemos decisiones unilaterales de corto plazo en cada administración que llega al país.
También lee: 2021… ¿Y la eficiencia energética?
México nunca ha sido una institución energética consolidada. Realmente somos un país preparado para tener un mercado abierto, sin tener en nuestra visión el control de las inversiones, planes, proyectos o a quien dejar invertir. Recordemos que energía es sinónimo de tecnología, y esta requiere del dinero para poder ser creada.
El tabú energético en México ha sido concebido al dejar que todo lo hicieran las empresas productivas del Estado, confiriendo esa responsabilidad en tiempo anterior y actual sin una visión real del porqué continuar con este estrés técnico, económico y del negocio dentro de un mercado en crecimiento, cuando las condiciones actuales no son las mismas, como hace más de cinco décadas cuando no existía tecnología como la actual.
Hoy el tabú creado ha dejado una escuela en prácticas, conductas y hábitos que difícilmente podrá ser erradicada en nuestra cultura. Eliminar nuestra propia creencia energética choca con los dogmas de la clase política dominante en un periodo en la sociedad, y que no está de acorde con el cambio global del ahora con el futuro.
El tabú energético debemos de considerarlo en dos grandes mercados que toman las energías primarias y las transforman para la utilización en la continuidad de las actividades del ser humano. ¿Qué necesitamos cambiar?
MERCADO DE HIDROCARBUROS
El error que cometemos en México y por el que hemos creado un tabú refiere la forma de explotar y extraer la materia prima para su transformación, y esto ha sido ligado por generaciones a la soberanía del país, y como consecuencia, hay una contracción en el volumen de barriles y millones de pies cúbicos menos que podríamos haber tenido en un momento dado. Proteger la soberanía no significa no dejar entrar la inversión a un país, significa hacer reglas, normas y acuerdos que ayuden a tener una explotación ordenada de los recursos naturales que tenemos en el subsuelo.
El crudo sirve para dos cosas: para comercializar en el exterior o dentro del mercado local, y para su envío a refinerías para su transformación. En México, alrededor de 60-70 por ciento de la mezcla mexicana de exportación es enviada a refinerías de Estados Unidos, siendo los principales compradores en volumen Valero, Shell, Chevron, Phillips 66. El crudo en el mundo, alrededor del 80 por ciento, es utilizado para generar combustibles para el transporte, y gran parte del rechazo energético proviene en forma de calor por malas combustiones en los motores.
El tabú por eliminar es soberanía en función de una ideología política ligada a energía. Los hidrocarburos serán la energía primaria base por más de cuatro décadas, pero dependerá de cómo usarla en función de las tecnologías que se tengan el evitar contaminar o rechazar a la atmósfera contaminantes o calor al entorno a donde sean utilizados.
MERCADO ELÉCTRICO
Mucha gente asume que energía y electricidad significan lo mismo, pero la electricidad es solo un componente del consumo total de energía primaria.
¿Qué necesitamos en México? Una estructura de red de las interconexiones que ayuden a mantener la confiabilidad del sistema de energía al proporcionar múltiples rutas para que fluya la energía al permitir que los generadores suministren electricidad a muchos centros de carga. Esta redundancia ayuda a evitar que las fallas de la línea de transmisión o de la planta de energía causen interrupciones en el servicio. Que el Cenace sea un operador del sistema independiente e imparcial de la red y no tenga interés económico alguno en ningún segmento individual, garantizando un acceso equitativo y transparente a la red de transmisión y al mercado de transacciones.
No te pierdas: Al planeta le quedan solo 40 años de vida
La nación vía la Cámara de Diputados o el Senado crea organizaciones regionales de transmisión (ORT) que operan sistemas de energía eléctrica. Las ORT pueden ser organizaciones independientes, sin fines de lucro, basadas en miembros que garanticen la confiabilidad y optimicen la oferta y demanda de energía eléctrica mayorista. Además de crear empresas de servicios públicos individuales o sociedades de cartera de servicios públicos, tomando el presupuesto que hoy día se asigna a la CFE en transmisión.
¿Estamos listos para cambiar de mentalidad de una política unilateral sexenal o crear planes de largo plazo de acorde con la demanda en crecimiento? N
—∞—
Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.