China, Irán, Cuba y otros rivales extranjeros se han apresurado a afirmar que los disturbios en el Capitolio han sido un justo castigo para Estados Unidos.
LAS NACIONES que han sido objeto de los esfuerzos de Estados Unidos para derrocar a sus gobiernos han levantado la voz para burlarse de la caótica situación en la capital estadounidense, donde manifestantes a favor del presidente Donald Trump tomaron por asalto el recinto legislativo más importante del país, en un intento de interrumpir la transición presidencial.
Al menos cinco personas murieron como resultado de los hechos ocurridos el 6 de enero, una de ellas por disparos de arma de fuego, y decenas más resultaron heridas cuando la turba a favor de Trump se enfrentó con las fuerzas de seguridad del Capitolio estadounidense.
Para algunos observadores, las escenas evocaban imágenes de otras naciones acosadas por el descontento. Para quienes dieron la bienvenida a estos hechos y que provienen de países acostumbrados al caos (caos del que suelen culpar a Estados Unidos), los disturbios de principios de enero fueron una oportunidad para criticar y ridiculizar las políticas intervencionistas ejercidas por Washington.
LA RESPUESTA DE CUBA
Uno de los primeros países en reaccionar fue la Cuba comunista, que durante décadas ha estado sujeta a un embargo económico que data de los primeros días de la Guerra Fría. Además de imponer restricciones comerciales, Estados Unidos ha organizado movimientos insurgentes y asesinatos en un intento por derrocar al gobierno cubano.
José Ramón Cabañas, diplomático cubano de alto nivel que trabajó como embajador en Washington hasta octubre pasado, señaló que Estados Unidos tuvo suerte por no haber contendido contra él mismo como una potencia mundial.
“Los sucesos ocurridos en el capitolio en Washington son muy lamentables, pero pudieron haber sido peores si hubiera una embajada estadounidense en dicha ciudad”, tuiteó Cabañas el día de los disturbios.
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Posteriormente, hizo una evaluación más solemne de las acciones pasadas de política exterior de Estados Unidos.
“Los estadounidenses tienen hoy una oportunidad para reflexionar sobre cómo se sentirían si en medio del desorden que ha vivido una nación extranjera les exigieran un cambio de gobierno, a qué líder respetar, o qué acciones legales acometer”, escribió Cabañas.
Mientras que el expresidente Barack Obama realizó acciones para relajar las tensiones entre Estados Unidos y Cuba, el gobierno de Trump buscó revertir dichas acciones y aumentar la presión contra el estado isleño con sanciones aún más severas. Muchas de esas medidas fueron motivadas por el apoyo por parte de Cuba al presidente venezolano Nicolás Maduro, otro líder latinoamericano de izquierda contrario a Estados Unidos.
VENEZUELA INTERVIENE
En una tentativa para quitar a Maduro del poder, el gobierno de Trump reconoció a Juan Guaidó, líder de la Asamblea Nacional dirigida por la oposición, como el verdadero jefe de Estado de esa nación después de una elección muy reñida. Sin embargo, a pesar del número cada vez mayor de sanciones impuestas por Estados Unidos, de un fallido intento de golpe de Estado e incluso de una fracasada invasión rebelde en la que participaron dos antiguos boinas verdes, el gobierno socialista de Maduro continúa en el poder, y sus funcionarios emitieron una declaración que era un reflejo de muchas de las que Estados Unidos les ha dirigido a ellos.
“El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela expresa su preocupación por los hechos de violencia que se están llevando a cabo en la ciudad de Washington, EE UU”, dijo el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela.
Caracas expresó su preocupación por los disturbios en la capital estadounidense, pero señaló que ese país atravesaba el mismo tipo de dificultades que exportaba a otros lugares.
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“Venezuela condena la polarización política y la espiral de violencia que solo refleja la profunda crisis que atraviesa el sistema político y social de los Estados Unidos”, se lee en la declaración.
Más adelante, culpó a Estados Unidos por fomentar la violencia política en otras naciones.
“Con este lamentable episodio, Estados Unidos padece lo mismo que ha generado en otros países con sus políticas de agresión”, se indica en la declaración. “Venezuela aspira a que en breve cesen los hechos de violencia y el pueblo estadounidense pueda abrirse un nuevo camino hacia la estabilidad y la justicia social”.
VOCES LATINOAMERICANAS
En otro lugar de América del Sur, un depuesto líder socialista también expresó su opinión. El entonces presidente boliviano Evo Morales fue obligado a renunciar en noviembre de 2019 en medio de protestas masivas, consideradas por sus partidarios como un golpe de Estado, después de una reñida elección. Fue reemplazado por un gobierno de derecha con lazos de amistad con Estados Unidos.
Los partidarios de los esfuerzos para derrocar a Morales perdieron de manera aplastante en la elección del año pasado que llevó al partido de Morales nuevamente al poder, aunque con otro líder, el presidente Luis Arce. Sin embargo, Morales, que sigue siendo el líder del partido, volvió del exilio y continúa criticando abiertamente la política exterior de Estados Unidos, a la que culpa de los sucesos ocurridos en su país y en la misma Unión Americana.
“El gobierno de Trump pone en práctica un autogolpe para quedarse en el poder”, tuiteó Morales. “Así como lo hizo en Bolivia, promueve la violencia racista y fascista y no le interesa la democracia. Nuestra solidaridad con el pueblo estadounidense”.
También indicó que existe una relación entre las fuerzas de “la extrema derecha racista” apoyadas por Estados Unidos en Washington y La Paz, e hizo un llamado a realizar esfuerzos en todo el mundo para rechazarlas.
“Debemos defender la democracia en todo el mundo de los grupos racistas y fascistas que mediante la fuerza y la violencia promueven golpes de Estado desconociendo la voluntad popular” escribió el exlíder boliviano un día después de los disturbios en el Capitolio.
Otro líder latinoamericano derrocado, el expresidente hondureño Manuel Zelaya, también publicó una declaración en redes sociales en la que equiparó el enfoque de Trump en relación con Venezuela y Bolivia con el de sus esfuerzos por revertir su propia derrota electoral.
Zelaya fue derrocado en 2009 con un golpe militar apoyado por Estados Unidos tras rehusarse a cumplir con un mandato de la Suprema Corte que le ordenaba detener su intento de realizar un referendo para reescribir la Constitución de su país. En un tuit, acusó al “imperio en decadencia” estadounidense de cometer fraude en Honduras, robar la presidencia en Bolivia y tratar de asesinar al presidente venezolano Nicolás Maduro.
OPINIONES EN ORIENTE MEDIO
La frustración sobre la intervención de Estados Unidos en el pasado y el presente a la luz de los sucesos recientes ocurridos en Washington se extendió también a otras regiones y llegó hasta Oriente Medio, donde una de las naciones que han sido blanco de algunas de las medidas más severas del gobierno de Trump expresó su profunda preocupación, dadas las acciones del presidente
“Un presidente rufián que buscó venganza contra su propia gente ha venido haciendo cosas mucho peores a nuestro pueblo (y a otros) en los últimos cuatro años”, tuiteó el jueves el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif.
De forma semejante a lo hecho con Cuba, Trump abandonó un acuerdo nuclear multilateral con Irán, que fue reemplazado con una campaña de sanciones cada vez más estrictas. El gobierno de Trump también ha usado la presión militar contra un país que insiste en que nunca ha buscado tener armas nucleares, pero al que se le recuerda constantemente que Estados Unidos tiene su propio arsenal en manos de Trump.
“Lo que resulta perturbador es que el mismo hombre tenga la autoridad no supervisada de iniciar una guerra nuclear, que es una preocupación de seguridad para toda la comunidad internacional”, señaló Zarif.
El presidente iraní Hassan Rouhani también comentó el suceso, describiéndolo como un síntoma producido por dejar demasiado poder en las manos de un solo hombre.
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“Vemos cómo una persona enferma viene y asume el poder, afectando las relaciones de Estados Unidos con el mundo”, dijo, “dañando esas relaciones e infligiendo un gran daño a su país, a nuestro país y a la región, Palestina, Siria, Yemen y a todas las regiones del mundo”.
Más adelante, hizo una petición al presidente electo, Joe Biden, cuya elección fue certificada con éxito en las primeras horas del 7 de enero, a pesar de los disturbios.
“Espero que esto sea una elección para todo el mundo y para los próximos dirigentes de la Casa Blanca, que asumirán el poder en las próximas dos semanas”, señaló Rouhani, “y que hagan enmiendas y regresen a su país a la posición que la gran nación de Estados Unidos debe tener”.
El principal medio noticioso de Siria, aliada de Irán, donde Estados Unidos ha patrocinado esfuerzos para derrocar al presidente Bashar al-Assad, también siguió de cerca los sucesos ocurridos en Washington. En un editorial publicado por la Agencia Siria Árabe de Noticias (SANA, por sus siglas en inglés), dirigida por el Estado, se proclamaba que “La incursión de los partidarios de Trump en el Congreso muestra la falsedad de las afirmaciones de la democracia estadounidense”.
En otro artículo publicado por la SANA se detallaban las reacciones de los sorprendidos y desconcertados aliados de Estados Unidos en Europa, que emitieron una serie de declaraciones donde expresaban su preocupación y condena.
LA PERSPECTIVA DE CHINA
Importantes rivales de Estados Unidos como China siguieron el ejemplo de otros países y señalaron lo que perciben como hipocresía en la intervención estadounidense fuera de sus fronteras. En Pekín, la vocera del ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying, señaló las diferencias obvias en la heroica representación que funcionarios estadounidenses hicieron de las manifestaciones que sacudieron a la ciudad semiautónoma de Hong Kong y su recinto legislativo, en comparación con el vilipendio generalizado de los manifestantes que irrumpieron en el Capitolio.
“¿Cuál es la razón de esa diferencia tan notable en la elección de palabras?”, preguntó Hua en una conferencia de prensa realizada el jueves. “Todo el mundo necesita pensar seriamente en ello y reflexionar sobre la razón”.
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A pesar de todo, le deseó lo mejor al principal competidor de China, que ha tenido un duro inicio de 2021, en medio de una transición de poderes inusitadamente difícil y una grave pandemia que continúa expandiéndose con rapidez.
“Pensamos que el pueblo estadounidense sigue amando la paz y la seguridad, especialmente ahora que enfrenta una difícil situación de pandemia”, dijo Hua. “Esperamos que recuperen la paz, la estabilidad y la seguridad lo antes posible”. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek