Una niña de 13 años contagió del coronavirus a 11 personas de cuatro estados durante una reunión familiar de tres semanas, según un informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
La reunión, en la que participaron cinco familias, se dio después de que la adolescente fue expuesta al virus durante un “brote grande” en junio. Cuatro días después, dio negativo al COVID-19, y la familia viajó a la reunión con otros 15 familiares. Dos días después, ella empezó a sufrir de congestión nasal, el único síntoma que presentó.
En la reunión participaron personas con edades entre nueve y 72 años, y 14 de los familiares compartieron una casa de cinco habitaciones y dos baños entre ocho y 25 días. Durante su estadía, nadie en la fiesta puso en práctica la sana distancia o usó cubrebocas. Otros seis familiares visitaron la casa en dos ocasiones, pero mantuvieron la sana distancia y permanecieron al aire libre.
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De las 14 personas que se quedaron en la casa, 12 presentaron síntomas de coronavirus y se descubrió que estaban infectados con el virus. De los casos confirmados, una persona fue hospitalizada y otra fue tratada en un departamento de emergencias por síntomas respiratorios.
Los CDC calcularon la exposición y los períodos de infección con base en las fechas en que se presentaron los síntomas. La revisión del brote los llevó a concluir que la niña de 13 años era el caso índice. “La exposición de alto riesgo del caso índice y la presentación de síntomas de tres a 19 días antes que cualquier otra persona en la reunión familiar sustentan la hipótesis de que la infección de esta adolescente fue la causa del brote familiar”, decía el informe.
“El resultado inicial de la prueba de antígenos de la adolescente posiblemente fue un falso negativo porque se llevó a cabo antes de la presentación de síntomas; la única prueba de antígenos que tenía la Autorización de Uso de la administración de Medicamentos y Alimentos por entonces estaba pensada para usarse dentro de los cinco primeros días de síntomas”.
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Los CDC dijeron que el caso da más evidencia de que los niños y adolescentes efectivamente pueden transmitir el SARS-CoV-2, el virus que provoca el COVID-19.
Al principio se pensaba que como los niños parecían menos afectados por la enfermedad, sus cargas virales —la cantidad del virus en la sangre de una persona— podría ser más baja que en los portadores adultos. Se pensó que esto podía reducir el riesgo de transmisión. Sin embargo, la investigación reciente ha sugerido lo contrario. Un estudio halló que los niños parecen portar niveles altos del virus en sus vías respiratorias superiores, potencialmente permitiéndoles propagar la enfermedad sin verse afectados de gravedad por ella; en adultos, la enfermedad grave tiende a ocurrir cuando el virus entra en las vías respiratorias inferiores y los pulmones.
Tratar de establecer cómo afecta el coronavirus a los niños y el papel de estos en la transmisión ha sido un asunto clave para reabrir las escuelas con seguridad. “Se necesita un mejor entendimiento de la transmisión por parte de los niños y adolescentes en diferentes marcos para refinar las guías de salud pública”, decía el informe de los CDC.
Los CDC dijeron que su informe más reciente subraya varios problemas importantes. Decía que el caso muestra los beneficios de conservar la sana distancia, ya que ninguno de los familiares que hizo esto se vio infectado. También decía que esto muestra que “sin importar los resultados negativos de las pruebas, las personas deberían autoimponerse una cuarentena por 14 días después de una exposición conocida”. En conclusión, el reporte mencionó que el SARS-CoV-2 se puede propagar fácilmente en reuniones, sobre todo cuando hay “contacto prolongado y cercano”.
“La sana distancia, el uso de cubrebocas y la higiene de manos reducen la transmisión; las reuniones deberían evitarse cuando la sana distancia y el uso de cubrebocas no son posibles”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek