Unos investigadores han medido por primera vez la exposición a la radiación en la superficie de la Luna, y hallaron que es alrededor de 200 veces más alta de la que experimentamos en la Tierra.
Para un estudio publicado en la revista Science Advances, los científicos examinaron información recopilada por el explorador chino Chang’e 4 de 2019 —el cual logró su primer alunizaje suave en el lado opuesto de la luna a fines del año pasado— con el fin de calcular a cuánta radiación estarían expuestos los humanos en misiones lunares futuras.
Hallaron que la dosis media diaria de radiación en la superficie de la luna es de 1,369 microsieverts por día. Esto significa que en cualquier cantidad de tiempo que estés en la Luna —digamos, seis horas—, recibirías 200 veces más radiación que si estuvieras en la Tierra.
Asimismo, recibirías de cinco a diez veces más radiación al estar de pie en la Luna por cualquier cantidad de tiempo que si estuvieras en un vuelo transatlántico por esa misma duración. La exposición a la radiación que midieron los científicos también es 2.6 veces más grande que la experimentada por la tripulación de la Estación Espacial Internacional (EEI).
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“Dado que los astronautas estarían en el espacio y en la Luna mucho más tiempo que la duración de un vuelo transatlántico, esto es un problema potencial de salud”, dijo a Newsweek Robert Wimmer-Schweingruber, el autor correspondiente del estudio y miembro de la Universidad Christian Albert en Alemania.
Los hallazgos más recientes representan la primera vez que se han medido activamente los niveles de radiación en la superficie lunar. Aun cuando los astronautas de las seis misiones Apollo que alunizaron llevaban consigo dosímetros, estos solo midieron la exposición total a la radiación de toda la misión antes, durante y después de estar en la Luna.
“Por ello, nuestra medición es especial en cuanto que da la primera medición en la superficie de la Luna”, dijo Wimmer-Schweingruber.
Los resultados son importantes dado que las agencias especiales de todo el mundo planean enviar humanos a bordo de misiones futuras a la luna. Por ejemplo, la NASA busca alunizar astronautas para 2024 y construir una presencia sustentable en la superficie lunar como parte de su programa Artemis.
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Pero los operadores de la misión deben tomar en cuenta el hecho de que estadías prolongadas en la Luna podrían representar “riesgos considerables” para los astronautas debido a la radiación espacial, según el estudio.
Estas fuentes de radiación incluyen rayos cósmicos galácticos (partículas de alta energía originadas por el sol, desde fuera del sistema solar y galaxias distantes), eventos de partículas solares (cuando las partículas emitidas por el sol se aceleran) y radiación gamma (radiación electromagnética con la longitud de onda más corta y energía más alta).
Por ejemplo, exponerse a los rayos cósmicos galácticos por períodos prolongados puede llevar a una variedad de problemas de salud, incluidas cataratas, cáncer y enfermedades degenerativas del sistema nervioso central. Mientras tanto, la exposición a los eventos de partículas solares sin la protección adecuada puede provocar daño severo e inmediato.
Según Wimmer-Schweingruber, los resultados más recientes tienen consecuencias importantes para la exploración humana futura de la Luna.
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“Si o cuando los humanos construyan un hábitat en la superficie de la Luna, necesitarán incluir una protección considerable [alrededor de 30 pulgadas de suelo lunar]. A esta profundidad bajo la superficie, los niveles de radiación son significativamente menores y los astronautas podrían vivir allí por períodos prolongados. Esto significaría tener algo de maquinaria pesada para construcción en la Luna”, explicó él.
“El efecto de la radiación en los astronautas es una cuestión de largo plazo. Aumenta el riesgo de cáncer. Si hubiera una gran explosión o tormenta solar, entonces los niveles de radiación pueden ser mucho más grandes, tan grandes que pueden provocar enfermedades agudas por radiación”.
Martin Barstow, profesor de astrofísica y ciencias espaciales en la Universidad de Leicester en el Reino Unido, quien no participó en el artículo más reciente, comentó a Newsweek que los hallazgos ayudarán a las agencias espaciales a proteger a los astronautas en misiones futuras a la Luna.
“Dado el interés renovado en todo el mundo en la exploración lunar por humanos y el programa Artemis de la NASA, la información como esta es muy importante para entender mejor los riesgos para la exploración humana futura”, dijo él.
“Probablemente habríamos podido predecir el orden de magnitud del riesgo a partir de nuestro conocimiento existente del ambiente de radiación espacial, el cual está muy maduro, ya que la Luna no tiene una magnetósfera protectora de la que hablar. Sin embargo, al final, no hay un sustituto para las mediciones reales in situ para centrar la atención en los problemas de la exploración de larga duración”.
Barstow dijo que aun cuando la dosis medida es solo un factor 2 a 3 veces mayor que la experimentada en la EEI, la radiación se registró durante un mínimo solar —el período de menos actividad en el ciclo de 11 años de la estrella—, por lo que está en el extremo bajo de lo que se podría experimentar potencialmente.
La información recopilada también es del lado opuesto de la Luna, el cual nunca mira hacia la Tierra, y por lo tanto podría no ser representativo del lado que mira hacia nosotros, donde se ha enfocado la mayoría de la exploración hasta la fecha, comentó él.