Un mercado abierto busca el equilibrio entre la inversión pública y privada bajo una misión de largo plazo.
Privatizar un mercado, eso no existe en el mundo. Es un daltonismo económico creado en un vocablo en países que no tienen una misión. Privatizar un mercado significaría que las decisiones en las regulaciones, normatividades, leyes o políticas públicas sea ejercido por un grupo de empresas que tengan el suficiente poder adquisitivo para controlar, manipular y orientar el rumbo de un mercado.
Para privatizar una empresa del Estado tendrían que ejercer el control los privados por medio de su instalación en el consejo de cada empresa de representantes de estos y no debería estar ningún miembro de la administración del país. Además, las decisiones operativas, administrativas o financieras serían de un consejo de empresarios privados. Lo que sí existe en las empresas del Estado es una mayor participación de contratación de empresas privadas ante la falta de una generación propia de tecnología, metodologías, operatividad, mantenimiento y acceso a otros mercados.
Un mercado cerrado no es igual a uno monopólico debido a que una empresa sí puede tener control del mercado total, siendo la única que puede dar todo lo que necesita ser cubierto por un tiempo determinado hasta que otra empresa pueda quitarle el control hegemónico que ejerce. La cual debe acatar las regulaciones, lineamientos, leyes y normatividades que una nación permite por medio de sus leyes organizacionales.
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Una empresa que crea un mercado monopólico enfrenta problemas de finanzas, inversión, credibilidad, corrupción y altos costos por parte de los proveedores derivados de que cubrir la totalidad de la cadena productiva, en donde es parte del mercado. Para mantener un control total por un tiempo determinado, la empresa deberá tener flujos de efectivo continuos e ilimitados que permitan mantener el control por un largo tiempo, sin importar las pérdidas o ganancias que se tengan de la inversión realizada.
Pemex es una empresa utilizada como la caja chica que siempre ha entregado de gasto, dentro de lo reportado en las estadísticas oportunas de la SHCP, una relación de 1.20 a 1.40 por cada peso asignado del presupuesto. La empresa retorna al gobierno más dinero de lo que le asignan. En la tabla siguiente está la confirmación:
En este camino estará la CFE al incrementarse cada día más la competencia que tendrá y, por ende, la nación no podrá continuar dando subsidios a esta empresa. Una nación que controla y pretende tener un mercado cerrado, en una parte del crecimiento económico, y limitando la inversión y operación por otras empresas, tiene el riesgo de tener un desequilibrio tecnológico y de innovación.
Un país que tiene una compañía nacional puede crear un monopolio en función de tener un mercado cerrado que no le ejercerá competencia a dicha empresa, lo cual ocasionaría dos escenarios:
a) Control de toda la cadena productiva por la empresa del Estado, limitando a las compañías a contratarse con esta por medio de licitaciones, asignaciones o invitaciones restringidas. Con esto se obtiene, sobre costos en precios ante una falta de pagos en tiempo, un cambio de contratación, solicitudes de descuentos a contratos o una limitación de reinversión ante la falta de presupuesto en forma anual por la dependencia de la cantidad de dinero que puede ser otorgada por la administración del gobierno en turno por priorizar otros gastos, como podría ser la parte social de una nación. Esto crea incertidumbre en la nación.
b) Control parcial de la empresa del Estado del mercado en función de un porcentaje determinado de acuerdo con lo que puede realizar con base en una política pública que tiene un tiempo finito. Las empresas con inversión privada podrían participar dando servicios a la empresa del Estado o realizar inversiones alineadas a lo que la administración desea tener en el mercado, de acuerdo con una visión determinada de qué porcentaje pueden participar. Este escenario no está alineado a la misión de la nación, se separa de la evolución mundial.
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En ambos escenarios dependerá de la capacidad y disponibilidad de la inversión pública que podrá tener en un periodo, trayendo como posibles consecuencias la creación de una alta volatilidad, incertidumbre y certeza de poder cumplir con los planes de crecimiento de un país. Además, se ocasiona una economía cíclica estacionaria y se deja al libre albedrío la entrada de capitales extranjeros (pensarían si invierten), que puedan aumentar el flujo de efectivo circulante adicional y solo limitándose a que circule el mismo dinero de la nación sin crecimiento en un largo plazo.
Un mercado abierto esto todo lo opuesto a lo anterior, permite que exista flujo de efectivo, reducción de precios al haber más forma de seleccionar a quién contratar o comprar y certeza en las inversiones, pero esto no se logrará si no hay una certeza jurídica y física del mercado para toda aquella inversión pública o privada.
Un mercado abierto o cerrado dependerá del dinero disponible para mantenerse en armonía por un periodo de tiempo largo.
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.