El WWF difundió recientemente un pequeño video con el “tesoro nacional” británico e icono de la conservación sir David Attenborough contándonos que “de repente” salvar el mundo está a nuestro alcance. Sir David dice que ellos saben qué hacer, y tienen un plan para construir un mundo sano y estable del que podemos beneficiarnos para siempre. ¿Qué hay de malo? Bueno, ¡bastante! El plan de WWF regurgita una idea racista del siglo XIX: “Demasiada gente inadecuada nos está amenazando”.
Su “plan” consta de cuatro mandamientos: 1) “detener las cosas dañinas”, 2) “nueva tecnología verde”, 3) reducir la población, 4) mantener “la riqueza natural que ya tenemos”. Comencemos sacando los dos puntos evidentes, el primero y el último: detener los daños y mantener las ventajas existentes. Ambos son formas obvias de abordar casi cualquier problema. Lo que queda entonces son dos respuestas a los problemas del planeta: “nueva tecnología verde” y “reducción de la población”.
Cuál es el mensaje subyacente a la primera: ¿podemos seguir como hasta ahora siempre y cuando cambiemos nuestra fuente de energía? ¿cambiamos petróleo y carbón por viento y sol y, abracadabra, ya tenemos el mundo a salvo? Pero, un momento: ¿qué pasa con la huella de carbono y el trabajo esclavo e infantil que se emplea para construir esa “nueva tecnología verde”, niños diminutos trabajando en las minas de cobalto de Congo, por ejemplo?
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¿Qué pasa con las crecientes desigualdades que sostienen el masivo sobreconsumo de las élites? Si la más famosa ópera de Milán se llenara con la gente más rica del planeta, allí entrarían los dueños de dos tercios de todo el dinero existente en el planeta. ¿Podría ser relevante un detalle tan curioso? ¿Qué hay del hecho de que un estadounidense medio —descartemos a un adinerado ejecutivo de WWF— consume en poco más de una semana lo que consume un subsahariano en un año y hace uso de la misma energía que un sudanés del sur en dos años? ¿Quién cuenta con la responsabilidad real de hacer “cosas dañinas”? Hay cientos de millones de personas en el mundo que viven y mueren, a menudo con hambre, que son responsables de prácticamente ninguna contaminación.
Sí, es vital dejar de quemar combustibles fósiles, pero ¿se salvará el “mundo” simplemente al sustituir el petróleo por renovables, o puede que también se trate de permitir a la élite seguir haciendo lo que hace, solo que invirtiendo en otras empresas?
Es con la otra “solución”, reducir la población, donde Attenborough y WWF sondean las profundidades de su ideología elitista. Uno se imagina las reuniones de guionistas tratando de expresar esto de una forma que no provoque ataques de gente como yo, que piensa que el tema de la “sobrepoblación” es, desde su origen hace 200 años, ideológico, esencialmente racista, ciertamente eugenésico y no tiene nada que ver con la ciencia.
CRECIENTE CONSUMO DE LOS “PUDIENTES”
Los guionistas finalmente se decidieron con “estabilizar la población en lo más bajo y justo que podamos”. Presumiblemente pensaron que usar “estabilizar” en vez de “reducir” (que es lo que quieren decir), e insertando “justo” dejaría satisfechos a los críticos. Esto da para ver lo poco que entienden de los problemas causados por su canto fúnebre de la “sobrepoblación”.
La verdad incómoda, nunca mencionada por los ideólogos, es que la población del Norte Global lleva generaciones reduciéndose. Los números globales siguen en aumento solo por la llegada de gentes del Sur Global. La mayor área de crecimiento es el África subsahariana, donde la densidad de población permanece extremadamente baja y donde usan muy pocos de los recursos naturales mundiales. Eso es porque la “riqueza natural que ellos poseen actualmente” es en gran parte robada por el Norte. Echen un vistazo a la zona en imágenes de satélite para ver la poca energía que se usa en África en comparación con Europa, o desde un avión, como Attenborough habrá hecho cientos de veces.
En otras palabras, si te preocupa la amenaza ambiental que representa la sobrepoblación, entonces estás ciego a la amenaza real: no es el número creciente de “desposeídos” del Sur, sino el creciente consumo de los “pudientes” del Norte.
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Un grupo muy preocupado por esta inexistente “sobrepoblación” es el de los fascistas que creen en la “teoría del reemplazo” —que postulan que las “razas blancas” son sobrepasadas por números crecientes de africanos, asiáticos y latinoamericanos—. Muchos progresistas no se dan cuenta de lo extendida que está esta convicción, pero va siendo hora de que espabilen: ha sido el credo fundacional de la extrema derecha durante más de un siglo. Los ecofascistas también están preocupados porque la naturaleza sea sobrepasada, y así son muchos en el sector de la conservación, cuya fundación se encuentra en el racismo y la antiinmigración. Puede que se nieguen a pensar que comparten creencias ecofascistas, pero muchos de ellos de hecho lo hacen.
Para recalcar su idea, WWF acompaña su requerimiento de “estabilizar” la población a nivel “bajo” con imágenes que parecen tomadas en las orillas del río Ganges o algo similar. La inferencia es clara. La reproducción excesiva de no europeos amenaza nuestro mundo.
Las redes sociales no son el mejor lugar para respuestas definitivas a los enigmas del universo, o incluso a los problemas de un planeta, pero consideremos todo esto. El video dura menos de un minuto, pero sin duda le ha costado una pasta a WWF. Expertos habrán revisado el guion para asegurarse de que estaba exactamente como debe estar antes de añadir las imágenes que mejor ilustrasen el significado. La gente de Attenborough, probablemente él mismo, habrá aprobado la edición final, después de todo es posiblemente el más experimentado comunicador televisivo del mundo y sin duda escoge sus “temas” con extremo cuidado. Créanme, nada se deja al azar aquí.
En las redes sociales bastantes personas, yo entre ellas, reaccionamos rápido al video. Nos quejamos y forzamos al gigante de la conservación a retirarlo y disculparse. Pero es demasiado tarde. Está claro lo que WWF y su gente de hecho creen.
IMPONER SU PROPAGANDA
La historia me recuerda a la campaña de recaudación de fondos de WWF en 1994 planteando una pregunta muy extraña: a quién enviaríamos para detener a los indígenas que destruyen la Amazonia, al ejército o a un antropólogo (la respuesta que proponían era, cómo no, dar todavía más dinero a WWF). Sí, de hecho, WWF daba a entender que los indígenas, no los peces gordos de la industria a los que invita a sus consejos, son los que destruyen el bosque tropical más grande del mundo, un ecosistema que esos mismos indígenas han creado y saben proteger mejor que nadie, con diferencia. Esto se puede demostrar actualmente con imágenes de satélite y datos sobre la mayor biodiversidad en territorios controlados por ellos.
La verdadera tragedia aquí no es lo que Attenborough o WWF crean, eso no cambiará a no ser que, y hasta que, la gente más entendida tome el control; la tragedia es que sean capaces de imponer su propaganda en un sector tan grande del Norte Global, incluso en muchos progresistas. Quizá muchos ambientalistas blancos realmente creen que el “exceso reproductivo” sobrepasará la capacidad de la Tierra y lo ven como un deber, incluso un deber “sagrado”, defender el planeta de las hordas bárbaras. Esa ha sido la gran mentira que nos han machacado durante un siglo, es un componente clave del racismo y la antiinmigración. Cuenta con el apoyo financiero de empresas y grandes fundaciones, y un enorme apoyo de gobiernos que dedican cantidades ingentes de dinero a fomentarlo. Lo peor de todo es que los que promulgan esta mentira están ahora planeando hacerse con miles de millones a través de su terrible “New Deal For Nature” (“Nuevo Pacto por la Naturaleza”), en los preparativos de lo que supondrá el mayor robo de tierras de la historia. Quieren el control de nada menos que un tercio del planeta para sus “Áreas Protegidas”, y sí, están mandando al ejército, a menudo a milicias privadas, para expulsar a los locales.
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Si realmente queremos salvar al mundo, debemos luchar contra un mensaje tan destructivo. Mi impresión es que es una lucha que nunca terminará, pero al igual que sucede en las batallas contra la intolerancia, la crueldad y la enfermedad, no es razón para no entrar en combate. Estas son las opciones reales: de un lado, miles de millones de dólares, del otro, miles de millones de vidas.
Attenborough y WWF dicen: “Ahora tenemos la opción de crear un planeta del que podamos sentirnos orgullosos”. Lo ilustran con un paisaje urbano tipo ciencia ficción para mostrar lo que tienen en mente.
De hecho, es una imagen del parque temático “Jardines en la Bahía” de Singapur, cuya construcción costó 700 millones de dólares y cuesta 20 millones anuales gestionarlo, en el tercer país más rico del mundo (per cápita). Como era de esperar, los “jardines” futuristas fueron construidos por trabajadores migrantes que se enfrentan a prisión y palizas si rebasan su estancia. Muchos trabajadores de la construcción con bajos salarios de Singapur son de India. Quién sabe, quizás algunos de esos trabajadores salían en las imágenes del sobrepoblado Ganges del vídeo. En fin, cuadra perfectamente que la opción de Attenborough y WWF para el futuro sea un parque temático reservado para ricos. Si para los demás hay otra opción, por favor, cuenten conmigo.
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Stephen Corry, activista por los derechos indígenas, es director de Survival International. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.