Esta tendencia de vivienda es más que la construcción de edificios altos, opina el articulista. Para él, se trata de crear espacios que mejoren la calidad de vida, y para eso, gobiernos y desarrolladores deben hacer equipo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Con más de 50 proyectos de vivienda vertical activos, Tijuana se ha consolidado como uno de los polos de desarrollo más importantes en este giro.
Se ubica en la sexta zona metropolitana de mayor población en el país y por su rápida absorción de espacios, ocupa el decimotercer lugar en términos de proyectos activos y décimo en unidades en inventario.
Esta verticalización se ha dado en respuesta al crecimiento económico y demográfico de la ciudad, de la mano con su cercanía a los principales creadores de valor, principalmente el cruce fronterizo.
Pero también ha sido motivada por las condiciones geográficas de la zona metropolitana, donde la única opción remanente de desarrollo ha sido la creación de distritos urbanos en lugar de suburbios.
Esta tendencia seguirá creciendo y definiendo el futuro de Tijuana, y en ella encontramos grandes áreas de oportunidad para el desarrollo de mejores proyectos.
Primeramente, se debe crear mayor sinergia entre los desarrolladores inmobiliarios y las instituciones gubernamentales. Estos últimos deben dar los insumos necesarios para promover el desarrollo de infraestructura eficiente con una buena administración del espacio público.
Por su parte, los desarrolladores deben estudiar el mercado de manera profunda para entender las cambiantes preferencias del consumidor y planificar espacios que satisfagan estas necesidades.
Hoy más que nunca nos vemos forzados a innovar de manera rápida y constante para reaccionar ante los nuevos patrones de consumo influenciados por los cambios económicos y sociales que vivimos.
El desarrollo vertical tiene la oportunidad de convertirse en el catalizador de una mejor ciudad que conlleva a beneficios innumerables para todos, tanto para los ciudadanos, como para el medio ambiente, la industria privada y el mismo gobierno.
Por ejemplo, crear distritos urbanos permite un ahorro considerable en el gasto de desarrollo de nueva infraestructura y servicios en las periferias de la ciudad.
También favorece a un menor impacto ambiental, al reducir la huella desarrollable de la mancha urbana.
Además incentiva los espacios caminables, que a su vez se traduce a una menor cantidad de automóviles en las calles, disminuyendo el tráfico, la contaminación y la pérdida de jornadas laborales o del tiempo libre de las personas en sus traslados.
Dicho lo anterior, debemos entender que la verticalización no es solo hacer edificios “altos”, sino la creación de espacios que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos.
Tanto el gobierno como los desarrolladores y los nuevos proyectos, deben percibirse como un equipo en el desarrollo de una ciudad más humana. Solo así podremos gozar de los beneficios reales de la verticalización.
*Adrián Hidalgo es socio regional noroeste de la empresa de consultoría Inmobiliaria 4S Real Estate.