Luis Naranjo, director de salsa La Perrona, cuenta cómo estableció su empresa a partir de una receta familiar. Su producto ya se comercializa en ocho entidades de México y dos de Estados Unidos.
En la Tijuana de los años 60, los abuelos de Luis Naranjo tenían una tienda de abarrotes. Cuando alguien compraba botana, ellos le ofrecían una salsa hecha en casa, a base de chile chiltepín.
Años más tarde, el padre de Luis retomó esa receta para incluirla en su restaurante de mariscos.
Y finalmente, Luis la embotelló para fundar su propia empresa de salsas La Perrona.
Hoy en día, esta marca tiene 5 mil puntos de venta en 8 estados de la República Mexicana, además de California y Saddle en Estados Unidos. Próximamente se sumará Chicago.
Además, Luis ya se prepara para distribuir en todo México a través de las tiendas Walmart.
Este mes abrirá una planta de producción que tiene la capacidad de elaborar 40 botellas por minuto.
En redes sociales también goza de grandes alcances.
Esta marca fue la Pyme favorita del público en el Premio Entrepreneur 2019 de Facebook México, por su alto nivel de interacción.
En esta entrevista el fundador de La Perrona, Luis Naranjo, cuenta su experiencia y los retos que enfrentó al emprender.
Ésta forma parte de una serie sobre negocios que Newsweek Baja California estará publicando cada mes para compartir historias de éxito en la región.
El propósito de este trabajo es mostrar proyectos y empresas sobresalientes que nos permitan aprender de sus experiencias a identificar oportunidades para emprender.
La siguiente entrevista fue editada por motivo de espacio.
—¿Cómo inició este negocio?
—Hace seis años salió la campaña de consume local y la historia comienza así: estaba viendo todas las salsas que tenemos en el restaurante [familiar] y vi de Jalisco, Sonora, Madrid y de Estados Unidos, por apoyar la campaña fui a buscar alguna marca tijuanense y no encontré. Fue ahí que empezamos a hacer pruebas.
—¿Por qué elegiste vender una salsa?
—Teníamos la receta familiar de varios años. Es un producto que identifica a los mexicanos y es algo que siempre acompaña en las comidas.
—Cuéntame cómo elegiste el nombre La Perrona
—Es un nombre bien tijuanense, bien norteño y juguetón. Perrona puede significar muchas cosas. Cada quien le da un significado a esa palabra.
—¿Qué experiencia tenías cuando iniciaste con La Perrona?
—Había trabajado en el negocio familiar, tenía unos 10 años como director general en los restaurantes de mariscos. Fue un negocio diferente, pero en la parte de procesos debes hacer algo que siempre tenga el mismo sabor y lo replicamos en este producto.
—¿Cuál parte del proceso para abrir el negocio fue la más complicada?
—Es complicado vender un producto en los mercados, conocer la vida de anaquel, las reglas de etiquetado, el código de barras, la tabla nutricional. Lo más complicado es que te den la primera cita en mercados de autoservicios para convencerlos y que el consumidor elija tu producto.
—¿Cómo superaste los obstáculos iniciales que se te presentaron?
—He tratado de rodearme con gente que busca las mismas metas que yo, de empresarios que han sido exitosos. Rodearte de gente que ya tiene experiencia te ahorra muchos tropiezos y baches.
—¿Cuáles recursos son los básicos para emprender en el área de alimentos y condimentos embotellados?
—Lo primero es tener un producto que se diferencie de los demás. Nosotros le apostamos a ser una marca millennial y salir de lo cotidiano. El contenido en redes sociales es importante. También conocer cómo hacer las cosas. Hay emprendedores que traen su mermelada o envasan la miel. En Mexicali tienen el dátil y veo oportunidad de negocio en eso, pero hay que profesionalizarse. En un principio es costoso tener un buen empaque o vender a volumen y bajar tu margen de utilidad, pero sí se puede y un ejemplo es salsa La Perrona. —¿Cuál consideras que es el fuerte de tu producto o la razón por la que escogen tu marca por encima de otras?
—Creo que la gente compra La Perrona porque tiene un sabor único, un nivel de picor alto pero bien balanceado y un efecto como retardado. También está el tema del proceso artesanal, no tiene colorantes ni sabores artificiales.
—¿Qué ruta seguiste para dar a conocer tu producto?
—Le empecé a vender a mis primos, tíos, vecinos, amigos de la universidad, al que iba pasando por la calle. Casi todas las partes a las que hemos entrado han sido por recomendaciones.
—En 2019 ganaste el Premio Entrepreneur ¿puedes contarme de qué trata y qué fue lo que ganaste?
—Eran tres categorías, una de historia Pyme, empresa verde y empresa social. En historia Pyme participaban historias de emprendimiento, participé en ese. Fue un campamento de tres días e hicimos un pitch (o presentación) del proyecto. Hubo 30 finalistas y después tres ganadores por cada categoría. Fue donde Facebook México nos premió como favorito del público.
—Como emprendedor ¿cuál es tu siguiente reto o meta?
—Expandirnos a nivel nacional.Que la gente conozca la marca al interior del país y seguir picando piedra en Estados Unidos.
—Con todo lo que sabes ahora sobre este negocio ¿qué consejo le darías a Luis Naranjo de hace seis años cuando empezabas?
—Que no desista, la resistencia es el valor más importante. Lo que le diría es que siga igual de constante, que siga igual de disciplinado y que la perseverancia y el trabajo duro son la clave para llegar.
—¿Algo que desees agregar?
—Aconsejar a quien quiera emprender o que tienen la idea hacerlo: no esperen el momento perfecto, porque nunca llega y tampoco esperen a esa idea millonaria o esa app que va a cambiar el mundo. Que cuando decidan qué van hacer, que lo intenten. La clave es buscar siempre cuál es la forma de hacer las cosas.